Peugeot RCZ R, prueba (parte 2)
Para llegar a la carretera que quería, antes hay que hacer un tramo de autovía. La carretera estaba encharcada, había que llevar bien sujeto el volante y ser cuidadoso con el acelerador y el freno porque los aquaplanning amenazaban de forma constante. En sólo unos minutos, y con el resplandor de los relámpagos como únicos acompañantes, me planté en la carretera de curvas a la que acudo sólo cuando tengo un buen deportivo entre manos, como creía que era el Peugeot RCZ R.
A lo lejos desde la montaña veo la ciudad encendida, y un silencio sólo roto por el golpear de la lluvia contra la carrocería crea un ambiente realmente místico. Lo bueno de hacer la carretera de noche, es que sabía perfectamente si venía alguien en sentido contrario por sus luces. Tengo buena visibilidad y veo que en varios kilómetros a la redonda no me voy a cruzar ni voy a adelantar a ningún otro coche, así que me despreocupo de eso.
Metro primera y salgo tratando de sacar el máximo partido a los 270 caballos. Tiro un poco de más de embrague, y el coche sale disparado hacia adelante traccionando con una dignidad impresionante si tenemos en cuenta lo húmedo que estaba el asfalto. Meto segunda con un preciso movimiento de la mano derecha y en nada de tiempo ya hemos superado los 100 km/h, algo que desde parado es capaz de hacer en solo 5,9 segundos.
La primera curva es una rápida muy abierta hacia la derecha, que decido encarar “a tabla”. El coche se mantiene firme en la trayectoria que marco con la dirección, demostrando una estabilidad destacable. A continuación llegamos a una serie de curvas enlazadas en bajada. Piso un poco el freno antes de la primera, para después encarar las siguientes con acelerador constante.
El coche demuestra gran agilidad, y sólo si eres demasiado brusco con la dirección antes de que el peso se haya desplazado de un lado a otro, notarás algún tipo de movimiento. A la salida de las curvas, la tracción es igual de buena que en aquella primera toma de contacto en el Circuito del Jarama, y eso que la incesante lluvia y los escasos ocho grados de temperatura debían estar llevando el índice de agarre del asfalto a mínimos hasta peligrosos.
El secreto está en que en Peugeot Sport se han decantado por un diferencial de deslizamiento limitado Torsen para asegurarse que los 270 caballos de potencia no son demasiados para que el coche acelere con dignidad. Las pérdidas de motricidad son mínimas, inapreciables para cualquier conductor normal sin dotes de piloto. El diferencial se encarga de repartir constantemente el par entre las dos ruedas del eje delantero, que literalmente parece pegado al asfalto con cola.
El motor se muestra muy lleno en toda la banda de revoluciones, y sorprendentemente lineal para tratarse de un sobrealimentado por turbo. Curiosamente estiras cada marcha y no notas ningún pico cuando el turbo sopla al máximo, lo cual le convierte en un motor muy agradable de utilizar en el que no es necesario jugar demasiado con el cambio de marchas para rodar en el régimen óptimo.
Los limpiaparabrisas funcionan a tope, y casi no puedo ver la distancia que hay hasta la siguiente curva por la densa lluvia. Cuando llego me doy cuenta de que voy un poco más rápido de lo recomendable, así que piso con más fuerza de lo normal el pedal de freno, que tiene un tacto duro pero excelente.
Mientras me muevo en el umbral del bloqueo de ruedas delanteras, el coche se detiene sin el más mínimo nerviosismo del chasis. Sigue la línea que le hemos marcado con la dirección, que por otro lado es una delicia en cuanto a precisión y tacto.
La adrenalina que transmite este coche es muy alta, comparable a la de pocos o ningún coche de su segmento. Permite todo tipo de perrerías, incluso errores de principiante como frenar en curva con dirección ya metida. La trasera parece no inmutarse ante nada, algo que en circuito no nos pareció tal. En el Circuito del Jarama el coche nos pareció algo más juguetón en la parte trasera, pero también es cierto que el ritmo en pista y con el trazado seco era muy, muy superior al actual.
Creo que podría pasarme toda la noche haciendo pasadas de un lado al otro en ese tramo de montaña. La tormenta que nos acompañaba parece alejarse y es el momento de volver a casa para que nadie se entere de este affaire que hemos tenido el RCZ R y yo.
Vuelvo a casa enamorado de su comportamiento, como cuando te enamoras de la chica guapa de la discoteca. No puedo sacarme de la cabeza la facilidad con la que ese coche traza las curvas, cómo el autoblocante reparte la potencia al acelerar convirtiéndolo en uno de los mejores deportivos de tracción delantera que he probado nunca.
Peugeot RCZ: nuestra puntuación
.1
A favor
- Comportamiento deportivo
- Tacto del cambio
- Acabados interiores
- Consumos contenidos
En contra
- Confort de marcha
- Pocas opciones
- Precio vs rivales
- Plazas traseras pequeñas
Ficha técnica
Versión probada | RCZ R | |||
Cilindrada | 1.598 cm³ | Tipo de tracción | Delantera | |
Bloque motor | 4 cilindros en línea | Combustible | Gasolina | |
Potencia máxima (CV @ rpm) | 270 a 6.000 | Capacidad del depósito | 55 litros | |
Par máximo (Nm @ rpm) | 330 a 1.900 | Consumo urbano | 8,4 l/100 km | |
Masa en vacío | 1.355 kg | Consumo extraurbano | 5,1 l/100 km | |
Velocidad máxima | 250 km/h | Consumo mixto | 6,3 l/100 km | |
Aceleración 0-100 km/h | 5,9 segundos | Capacidad maletero | 320 litros | |
Transmisión | Manual de 6 velocidades | Precio | 42.900 euros |
El coche para esta prueba ha sido prestado por Peugeot. Para más información consulta nuestra guía de relaciones con empresas
Fotografía | Javier Álvarez
En Motorpasión | (parte 1, parte 2)