El 20 de octubre de 2017 fue un día triste para Australia y para todo apasionado del automóvil. Fue el día en el que la industria de la automoción en Australia dejó oficialmente de existir. Ese día, la filial local de General Motors, Holden, echó el cierre en la factoría de Elizabeth, al sur del país, poniendo fin a 69 años de producción local por parte de Holden.
El último coche en salir de la línea de montaje fue un Holden Commodore SS-V Redline equipado con un V8 de 6.2 litros y 413 CV (es el mismo V8 LS3 que equipó el Corvette entre 2008 y 2013). El día fue especialmente triste ya que no solamente se dejaban de fabricar coches en el país, sino que lo hacía la única marca australiana de volumen. A partir de ahora, los Holden serán importados. El cierre de la factoría Holden marca el punto final a una indsutria que debutó en 1925.
Holden, la marca local que ya no fabrica in situ
Holden es la única marca australiana y su historia se remonta a 1856. En 1919, el nieto de uno de los fundadores originales crea la Holden's Motor Body Builders Ldt. y se lanza en la fabricación de carrocerías para coches. En 1923, ya fabricaba 12.000 carrocerías para adaptar sobre los Chevrolet y Dodge que venían de Estados Unidos sin carrocerías. Por otra parte ensamblaron los primeros Ford, hasta que la firma del óvalo azul decidió fabricar ella misma sus coches en el continente austral en 1925. En 1931, tras la crisis del '29, GM se hace con Holden.
No fue hasta 1948 que Holden comenzó a fabricar modelos ideados expresamente para el mercado local. Tras una larga historia de modelos propios, GM empezó a mezclar plataformas y productos, principalmente Opel y Chevrolet, con el fin de componer la gama Holden. Hoy, tras el cese de fabricación, los Holden actuales proceden de Asia, Norteamérica y Europa.
Así, los Opel Astra (en 5 puertas y carrocería familiar) son los Holden Astra, mientras que el nuevo Opel Insignia será el Holden Commodore. Aunuqe Opel haya pasado a formar parte del grupo PSA, el grupo francés seguirá proporcionando coches a General Motors (Holden y Buick, sobre todo).
Holden no fue el único fabricante local. British Leyland, Chrysler, Mitsubishi, Nissan y Volkswagen llegaron a fabricar coches en Australia. Ford y Toyota eran los dos otros grandes grupos que hasta hace poco seguían teniendo factorías en la isla continente.
Sin exportaciones, la industria no podía sobrevivir
El cierre de las factorías de GM, Toyota y Ford supone algo más que el fin de iconos locales, como el Ford Falcon de Mad Max o los Ute (esos pick-ups derivados de berlinas grandes). Que esas tres marcas se vayan de Australia supone una tormenta en el país y en el estado de South Australia. Sólo la actividad de Holden inyectaba más de 1.000 millones de dólares australianos en la economía de ese estado.
Pero que nadie se sorprenda ya que Ford, Toyota y Holden anunciaron en 2013 y 2014, cada uno por su cuenta, que a corto plazo dejarían de fabricar coches en Australia. Un cambio de divisa desfavorable, la competencia de Asia en términos de costes laborales y la falta de exportaciones más allá de Nueva Zelanda hicieron que las tres marcas aguantaran a base de incentivos.
Por ejemplo Toyota, que fabricaba el Camry en Melbourne recibió 35 millones de dólares australianos anuales (casi 30 millones de dólares estadounidenses) como ayuda para la fabricación de 10.000 unidades anuales del Toyota Camry Hybrid a partir de 2010. Finalmente, Toyota dejó de fabricar en Australia hace pocas semanas.
Con un mercado de algo más de un millón ce coches al año (1.178.113 coches en 2016), las exportaciones son cruciales para poder mantener una fábrica en Australia. Toyota exportaba sus Camry, pero sin Ford -que cerró en 2016- y Holden, la red de proveedores locales no puede sobrevivir y por tanto tampoco podía hacerlo Toyota.
Las marcas, que habían anunciado con antelación el cese de sus actividades, ayudaron a la mayoría de los trabajadores que se quisiesen ir pronto con formación, incentivos, etc. Sin embargo, el mayor problema de empleo lo van a tener los trabajadores de las empresas proveedoras.
Según explica Scott Batchelor, vice secretario del sindicato de trabajadores de la automoción, en Bloomberg. Aún así, hay esperanza, ya que para 2020 el gobierno central ha previsto una inversión de 90.000 millones de dólares australianos para los astilleros estatales; un plan de inversión que incluye la construcción de 12 submarinos.