Existió una vez una iglesia que quiso fabricar coches. La Iglesia de la Unificación, fundada como la Asociación del Sagrado Espíritu para la Unificación Mundial del Cristianismo y reconvertida en la Federación de la Familia para la Paz y la Unificación Mundial, comenzó su camino allá por 1954 en Busan (Corea del Sur), bajo la batuta de su líder religioso, el hoy ya fallecido Sun Myung Moon.
Hacia 1999, la llamada secta Moon entró en el sector de la Automoción. Lo hizo bajo la marca Pyeonghwa Motors y desde Seúl, pero apuntando a un mercado automovilístico más que curioso: Corea de Norte. De hecho, la historia de Pyeonghwa Motors es de todo menos convencional. Se trata de una marca de coches financiada por una especie de iglesia que se alió con el gobierno de Kim Jong-il para fabricar automóviles en territorio norcoreano. Y sí, fabricaron coches. Pero pocos.
¿Cómo sigue adelante Pyeonghwa Motors en 2014? Quizá hoy por hoy su actividad haya quedado de forma exclusiva en manos del gobierno norcoreano. Sin embargo, no encontramos datos fiables que nos lleven a asegurar este extremo... ni su opuesto. En su día, la participación de la secta Moon en la marca era del 70 %, frente al 30 % que aportaba el Estado a través de la Ryonbong Corporation. La valoración que hizo la Iglesia de la Unificación de su participación en Pyeonghwa Motors era de unos 20 millones de dólares. ¿Asumiría ese coste el Gobierno de Pionyang?
Obtener información fidedigna de un régimen tan cerrado como el de Corea del Norte es poco menos que una entelequia. Sin ir más lejos, aún es un misterio resolver cuántos coches sacó a la calle Pyeonghwa Motors durante los años que duró la participación de la Iglesia de la Unificación en la compañía. Según un exdirectivo de Pyeonghwa Motors, no fueron más de 2.000 vehículos entre 2002 y 2012, y eso contrasta con una información publicada que hablaba de 2.000 unidades al año en una fábrica que estaba preparada para sacar, en ese mismo periodo, 10.000 vehículos al mercado.
¿A qué mercado? Esa es una buena pregunta, teniendo en cuenta la precariedad del mercado automovilístico en Corea del Norte.
Pero ¿qué llevó a una iglesia a fabricar coches?
Pyeonghwa Motors nació del acuerdo directo entre la Iglesia de la Unificación y el Gobierno de Corea del Norte para fabricar coches bajo licencia de la italiana Fiat y de la china Brilliance, y contando con componentes de fabricantes chinos que colaboraban con marcas como Mercedes-Benz o SsangYong.
Los intentos por motorizar Corea del Norte con una marca autóctona como la Sungri Motor Plant, controlada por la Pyongsang Auto Works desde 1968 en adelante, al estilo de lo que hiciera Lada en la URSS, Yugo en Yugoslavia o Polonez en Polonia, no acabaron de funcionar. Y eso, pese a los relativos éxitos que obtuvo la marca con sus modelos Jaju y Shintaibaik.
Buscando una mayor repercusión, el Gobierno de Kim Jong-il buscó una imagen de producto que pudiera representar la exaltación de Corea del Norte y la adhesión a los principios fundamentales por los que se movía el país asiático. ¿Y quién, mejor que un líder religioso, para poner en marcha todo eso? Sun Myung Moon, nacido en lo que hoy es Corea del Norte pero instalado en Corea del Sur, tendría la respuesta.
La Iglesia de la Unificación extiende su mensaje a través de muchas y variopintas actividades, tanto empresariales como de posicionamiento político, tanto en Asia como en América y también en Oriente Medio. Posee un gran grupo de comunicación que cuenta con publicaciones en lugares tan diversos como Corea del Sur, Japón o Latinoamérica, en su día apoyó a Nixon en el escándalo del Watergate, también ayudó a que Park Geun-hye se convirtiera en la primera presidenta de Corea del Sur, y se asoció con el régimen comunista de Corea del Norte. Puro eclecticismo.
Según las últimas informaciones de las que existe constancia, Pyeonghwa Motors tiene los derechos exclusivos para fabricar y comercializar vehículos en Corea del Norte. Dicho de otra manera y parafraseando a Henry Ford: en Corea del Norte se puede comprar cualquier vehículo norcoreano... siempre que este sea un Pyeonghwa. El catálogo de modelos contempla furgonetas, SUV, berlinas... un poco de todo y nada propio en realidad.
Denominación | Año | Basado en: | Imagen |
---|---|---|---|
Hwiparam I | 2000 | Fiat Siena | |
Hwiparam II | 2007 | Brilliance Junjie/BS4/M2 | |
Hwiparam III | 2010 | Brilliance FSV | |
Ppoggugi | 2003 | Fiat Doblò | |
Ppoggugi II | 2004 | Shuguang SUV 4X2 | |
Ppoggugi III | 2004 | Shuguang Huanghai | |
Ppoggugi 4WD | 2005 | Shuguang Dawn | |
Samcheonri | 2005 | Jinbei Haise | |
Junma/Zunma | 2006 | SsangYong Chairman |
Pak Sang Gwon, presidente de Pyeonghwa Motors, anunció a finales de 2011 la intención de producir en un futuro autobuses, ambulancias y camiones, en parte con destino a la exportación. Pero, ¿qué parte de todo esto es información y qué parte es propaganda?
Pyeonghwa Motors: publicidad y propaganda
Cuando leemos el mensaje que envía Pyeonghwa Motors en un inglés algo macarrónico al resto del mundo, encontramos uno de los elementos con los que cuenta el Gobierno de Pyongyang para buscar el entendimiento con Corea del Sur. Detrás de él se puede ver la mano de la Iglesia de la Unificación, hábil en la elaboración de un mensaje conciliador.
Pero no se trata sólo de eso. Pyeonghwa Motors no es únicamente la única empresa del sector que realmente tiene capacidad productiva y comercial en Corea del Norte. Su publicidad es única en el país asiático. ¿O deberíamos hablar de propaganda al servicio del régimen? Para responder a esta pregunta, quizá nos venga bien un breve paseo que nos permita contemplar las vallas que publicitan la marca norcoreana:
No es casualidad que los anuncios de los coches Pyeonghwa se muestren vinculados a la imagen del éxito deportivo. A todos los efectos, sobre todo los efectos buscados, Pyeonghwa Motors es la imagen del éxito de todo un país, concebida para que los ciudadanos del país se sientan orgullosos de pertenecer a esa tierra en la que se producen vehículos de alta calidad y gran diseño.
Tampoco es único en el mundo, ni en la Historia, el uso propagandístico de una marca como Pyeonghwa. Pero sí que resulta curioso tanto su origen como los pírricos números en que se ha materializado su actividad. A lo largo de un decenio, la Iglesia de la Unificación invirtió 300 millones de dólares en una participación que, en 2012, valoró en 20 millones. No parece que en términos estrictamente económicos fuera el negocio del siglo. ¿Lo sería en réditos propagandísticos?