Theresa May tiene un buen pastel encima de la mesa. A la espera de conocer los términos de la ruptura con el bloque europeo, Reino Unido vive un momento de caos político, con dimisiones de euroescépticos indignados que abogan por una salida dura y con una población que quiere volver a votar en un segundo referéndum.
Quedan ocho meses para que el país se vaya definitivamente de la Unión Europea, y la industria automovilística británica se ha pronunciado en contra de la 'eurofobia' que se respira y advierte que un Brexit sin trato no es una opción: serán los fabricantes y los consumidores los que paguen el portazo. Por poner un ejemplo, los MINI que reciba Europa del Reino Unido podrían enfrentar un arancel del 10 %.
Caída de la producción nacional y descenso de las exportaciones: primeros síntomas del divorcio
Según recoge Autonews Europe, el director ejecutivo de la Sociedad de Fabricantes y Comerciantes de Motores (SMMT), Mike Hawes, ha transmitido la creciente preocupación del sector por la falta de claridad sobre la forma en que Gran Bretaña se retira de la Unión Europea.
Los fabricantes y sus proveedores ya se preparan para la salida abasteciéndose de componentes y modelos y reforzando la cadena de suministro ante los controles aduaneros. Una salida dura implicaría caer bajo la regulación de la Organización Mundial del Comercio, con un probable caos regulatorio a corto plazo.
Según datos de Financial Times, más de la mitad de los componentes montados en los vehículos fabricados en el Reino Unido provienen del extranjero, mientras que el 80 % de los automóviles fabricados en plantas británicas se venden en el extranjero, y más de la mitad van a la Unión Europea.
Además, la industria automovilística emplea a más de 850.000 personas directa e indirectamente en Gran Bretaña y quedan grandes duda acerca los costos de cualquier nuevo acuerdo aduanero. Y es que la incertidumbre ya se está haciendo notar.
La producción británica de automóviles en los primeros seis meses de 2018 cayó un 3,3 % anual a 834.402 unidades, mientras que la producción para el mercado nacional ha disminuido un 47 %, con una demanda doméstica "decepcionante", según la SMMT.
La industria observa con cautela y parte de esperanza la reunión del Presidente de la Comisión Europea y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que puede que elimine los aranceles en los bienes industriales y revise los temidos gravámenes al acero y al aluminio. Pero aún no hay nada firme acerca de las importaciones de coches europeos.
Comercio libre y sin fricciones es lo que ya han reclamado importantes gigantes como Jaguar Land Rover o BMW, que han amenazado con abandonar Reino Unido ante una salida del mercado único.