Nos llegan más noticias polémicas de la plataforma de transporte privado estadounidense, y como suele ocurrir, no son buenas. Al menos no la mayoría. La jefa de Comunicación de Uber, Rachel Whetstone, ha anunciado su dimisión. Los motivos aún de desconocen, pero las acusaciones de sexismo y de acoso a las que se enfrenta la empresa han podido influir en su marcha.
Por otra parte, San Francisco podría imponer una multa de 1,13 millones de dólares a Uber por no deshacerse con la suficiente rapidez de los conductores ebrios, mientras que las autoridades municipales podrían tomar medidas legales contra el estado de California por no liberar información que pruebe que realmente los servicios de Uber y Lyft descongestionan el tráfico.
Fuga de cerebros
Tras la reciente dimisión del presidente de Uber, Jeff Jones, después de solo seis meses en el cargo, se vuelve a producir una espantada, esta vez de una veterana, con la marcha de su jefa de Comunicación.
Rachel Whetstone, que salió en 2015 de Google tras siete años, se va en medio de graves acusaciones a la empresa relacionadas con sexismo y acoso sexual. A esto hay que sumarle unas estadísticas con perspectiva de género nada alentadoras a nivel interno: en 2015 el 25% de la empresa eran mujeres, y un año después este porcentaje se redujo a un 6%.
El director general de Uber, Travis Kalanick, ha elogiado el trabajo de Whetstone, y ha confirmado que tras su salida, las riendas del ahora complicado puesto de Comunicación las tomaría la hasta ahora subdirectora del departamento, Jill Hazelbaker. En febrero, un alto ejecutivo de ingeniería, Amit Singhal, dejó la compañía tan solo cinco semanas después de su contratación.
El vicepresidente de Uber para productos y crecimiento, Ed Bakery, también renunció este año, al igual que el principal investigador de seguridad de Uber, Charlie Miller, quien se fue para irse con la competencia china, Didi.
Demasiado lentos
California tiene una ley que insta a las compañías de transporte privado como Uber y Lyft a tener tolerancia cero con conductores bajo la influencia del alcohol y otras sustancias. Según informa San Francisco Gate, Uber es demasiado lento en aplicar este umbral de tolerancia.
Los reguladores californianos quieren multar a Uber con 1,13 millones de dólares por no investigar y /o suspender a conductores ebrios. Y es que según la orden, en 64 ocasiones los conductores continuaron conduciendo hasta una hora después de que los pasajeros informaran de que conducían bajos los efectos del alcohol.
Al parecer Uber no solo es lento en detener conductas peligrosas al volante, también en lo que se refiere al tráfico. Las autoridades municipales podrían tomar medidas legales contra el estado de California por no liberar información que pruebe que realmente los servicios de Uber y Lyft descongestionan el tráfico.
Si empresas como Uber y Lyft deberían ayudar, en teoría, a que se reduzca el número de vehículos rodando por las ciudades, San Francisco no lo esta viendo, y quiere información de los viajes de miles de conductores de estas plataformas para averiguarlo.
Vuelta a Taiwán
Y como no todo podía ser malo, la multinacional estadounidense ha encontrado un modelo aceptable para el gobierno de Taiwán y volverá a funcionar tras dos meses de parón. Uber tuvo que abandonar Taiwán ya que el estado no le permitía ofrecer servicios de transporte y además le impuso 2,23 millones de dólares en multas.
Uber, que hasta hace poco estaba registrada como una empresa de servicios informáticos, debe registrarse en Taiwán, donde lleva desde 2009, como compañía de transporte y superar los obstáculos impuestos por la legislación taiwanesa.
Hace un mes tenía que decir adiós a Dinamarca tras haber fallado en su intento por persuadir al gobierno danés.
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