Contundente contra el veto al coche de combustión. Así se ha mostrado la alemana Bosch en su presentación anual de resultados, plantando cara a las últimas medidas propuestas por Bruselas dentro del debate mundial sobre las posibles soluciones que puedan capear el cambio climático.
Y ha sido su director ejecutivo, Volkmar Denner, quien ha criticado las acciones de la Comisión Europea. "La acción climática no consiste en acabar con el motor de combustión, sino en decir adiós a los combustibles fósiles", ha precisado Denner
El directivo se muestra partidario de una combinación de tecnologías en el horizonte más próximo: "Mientras que la electromovilidad y la energía de carga ecológica consiguen que el transporte por carretera sea neutro en carbono, lo mismo hacen los combustibles renovables".
Según el máximo responsable de Bosch, la movilidad climáticamente neutra es un reto comparable al que emprendió Estados Unidos en la década de 1960, al conseguir que el ser humano pusiera un pie en la luna. Para Denner, aquel éxito fue posible porque Kennedy permitió que los ingenieros decidieran cómo lograrlo, mientras que la Comisión Europea está haciendo ahora lo contrario: "cortar caminos alternativos a la acción climática".
"No tiene sentido", según Denner, imponer límites de emisiones estrictos "en situaciones que no tienen nada que ver con la contaminación en las ciudades", ya que "a fin de cuentas, los motores diésel y gasolina modernos ya no tienen un impacto apreciable sobre la calidad del aire", en palabras del directivo.
Bosch apuesta fuerte por la pila de combustible
De cara a 2024, Bosch invertirá más de mil millones de euros en el desarrollo de la tecnología de pila de combustible, un mercado que cifra en "casi 40.000 millones en 2030", con un crecimiento anual del 65 %. Esto contrasta con la apuesta del principante fabricante alemán de automóviles, el Grupo Volkswagen, que enfocará su acción en los coches eléctricos de baterías.
"Bosch ya está lista para el hidrógeno", defiende Denner, explicando que piensa poner en funcionamiento 100 plantas estacionarias de celdas de combustible para suministro eléctrico. Además, la alemana mantiene una joint venture con la automotriz china Qingling para producir vehículos con pila de combustible, y prevé tener este mismo año una flota de 70 camiones circulando, como prueba piloto antes de arrancar la fase comercial en 2022.
El fabricante de componentes de Stuttgart cerró el fatídico 2020 con una ajustada pérdida de facturación del 6,24 %, frente a unas caídas de ventas de coches del 24,3 % en Europa. Sin embargo, sus beneficios cayeron en picado, con 749 millones de euros que frente a los 2.060 millones del ejercicio anterior se traducen en un 63 % de batacazo industrial.
Con todo, Volkmar Denner considera que "Bosch ha superado bien el primer año de la pandemia de coronavirus", advirtiendo sin embargo de los recortes que va a seguir realizando todo el grupo, desde la directiva hasta las plantas de producción. El más reciente y más conocido en España no afecta a la automoción, sino a la división de electrodomésticos, con el cierre de dos factorías en Barcelona.
Un momento de crisis y transformación
De cara a 2021, Bosch espera que la economía mundial crezca algo menos de un 4 %, ya que la pandemia seguirá planteando "riesgos importantes", en palabras de su director financiero, Stefan Asenkerschbaumer. En estos momentos, uno de los puntos que más preocupan a Bosch es la crisis de los semiconductores, que crea cuellos de botella en todo el sector del automóvil.
Por otra parte, Denner admite que la transformación de Bosch costará puestos de trabajo, pero que abrirá "nuevas perspectivas" con la transformación de la empresa matriz aplicando sus conocimientos en desarrollo y producción de sistemas gasolina y diésel a tecnologías como la pila de combustible.
A 31 de diciembre de 2020, el Grupo Bosch empleaba a unos 395.000 trabajadores en todo el mundo, unas 3.100 personas menos que el año anterior, con la región Asia-Pacífico como principal damnificada por los recortes, mientras que la plantilla se mantuvo en Alemania y aumentó considerablemente el número de investigadores, ingenieros y desarrolladores de software.
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