El almacenamiento de energía es un pilar clave en la transición hacia sistemas energéticos más sostenibles. Entre las opciones disponibles, el almacenamiento de aire comprimido (CAES, por sus siglas en inglés) está ganando protagonismo por su capacidad de integrar fuentes de energía renovables en la red.
En China, un ambicioso proyecto CAES desarrollado en la provincia de Hubei está marcando un antes y un después en este campo. Firmada por el Grupo Huaneng, esta “batería de aire” no solo es la más grande del mundo, sino también un ejemplo de eficiencia e innovación tecnológica. El proyecto, acabado en abril, tiene una capacidad de almacenamiento de 300 MW/1500 MWh y un coste de 270 millones de dólares.
Proyecto piloto: un laboratorio masivo para la innovación
Ubicado en las minas de sal abandonadas de Yingcheng, el proyecto fue construido en solo dos años, un tiempo significativamente menor en comparación con sistemas hidroeléctricos por bombeo, que suelen tardar entre seis y ocho años.
Con una eficiencia de ida y vuelta del 64 %, que podría incrementarse hasta el 70% gracias a futuras optimizaciones, este proyecto contribuirá a equilibrar la red eléctrica regional durante los picos de demanda y facilitará la integración de energías renovables como la solar y la eólica.
Hablamos de una eficiencia de ida y vuelta muy elevada (término que hace referencia a cuánta de la energía almacenada puede recuperarse después de haber pasado por el proceso de almacenamiento y recuperación), pues un valor del 64 % significa que, por cada 100 unidades de energía almacenada, se pueden recuperar 64 unidades útiles. El resto (36 %) se pierde debido a las limitaciones inherentes al sistema, como la disipación de calor o la fricción.
En paralelo al proyecto principal, se llevó a cabo en la misma región un proyecto piloto de 60 MW impulsado por la Universidad de Tsinghua, con tecnología que promete revolucionar el sector. Este sistema, diseñado para eliminar la necesidad de combustibles externos, reutiliza el calor generado durante la compresión del aire, logrando cero emisiones de carbono y una eficiencia nuevamente superior al 60 %.
Además, incorpora avances como compresores centrífugos de alta carga, intercambiadores de calor avanzados y turbinas de gran escala, todos desarrollados y fabricados en China. Una de las innovaciones más destacadas es su capacidad para iniciar operaciones en cinco minutos, gracias a un sistema de arranque ‘de un sólo clic’ y turbinas neumáticas de respuesta rápida.
Segunda fase: hacia el futuro del almacenamiento energético
Con el éxito del piloto, el Grupo Huaneng lanzó la segunda fase del proyecto en Jintan. Este incluirá dos unidades adicionales de 350 MW con una capacidad de almacenamiento combinada de 2,8 GWh, lo que la convertirá en la instalación CAES más grande del mundo.
Diseñado para 330 ciclos anuales de carga y descarga, el sistema no solo superará las tecnologías actuales en eficiencia, sino que también establecerá un estándar en soluciones energéticas sostenibles. La colaboración entre el Grupo Huaneng, China Salt Group y la Universidad de Tsinghua ha sido clave para el éxito del proyecto.
Cada entidad aporta recursos únicos: infraestructura para almacenamiento subterráneo, inversión y las innovaciones tecnológicas necesarias para alcanzar este ambicioso objetivo. Además, el proyecto representa un hito en la utilización de cavernas de sal para almacenamiento energético, posicionando a China como un líder en el sector.
Más allá de China: una tecnología global
El almacenamiento de energía mediante aire comprimido está despertando interés a nivel mundial. Empresas como Hydrostor, con sede en Toronto, están desarrollando proyectos en Australia y California que podrían expandir las aplicaciones de esta tecnología en zonas sin cavernas de sal. Aunque estas alternativas están en etapas iniciales, subrayan la creciente importancia del CAES como complemento a las baterías tradicionales.
Por el momento, el proyecto de Jintan no sólo demuestra el potencial del aire comprimido como herramienta para abordar la intermitencia de las energías renovables, sino que también destaca la capacidad de la innovación tecnológica para avanzar hacia un futuro energético más limpio. La diversificación de soluciones de almacenamiento es crucial para acelerar la transición hacia una red eléctrica sostenible, y esta “batería de aire” podría ser el modelo a seguir en los próximos años.