Aunque poco a poco las baterías de los coches eléctricos van equiparando sus autonomías a lo que puede conseguir uno de combustión, aún queda un obstáculo a superar: el de la velocidad de sus recargas.
Sin embargo, dicho obstáculo en teoría no es un problema para las baterías cuánticas. Hablamos de una tecnología que prácticamente acaba de nacer, pero que ya está siendo profundamente investigada en universidades de todo el mundo como, por ejemplo, la de Adelaida en Australia.
Recargas al máximo de velocidad
La batería común de un coche eléctrico está compuesta por un cierto número de celdas más pequeñas (habitualmente, unas 200) cuyo aspecto no dista mucho del de una 'pila' convencional. Esto permite que cada una de ellas pueda funcionar individualmente como fuente de energía.
Pero al mismo tiempo, dentro de la batería principal del coche estas celdas se alinean a lo largo de varios hilos de corriente dispuestos en paralelo. Estos hilos son los realmente encargados de portar la electricidad que emana de la batería.
Ello plantea un 'cuello de botella' por el cual el tamaño de dichos hilos limita la rapidez con que los electrones se desplazan por ellos. Así, en el momento de la recarga, los electrones necesitan un periodo de tiempo para rellenar todas las celdas que puede variar entre las horas o los minutos según la velocidad (o intensidad) de la corriente empleada en la operación.
La teoría que las baterías cuánticas proponen es conseguir que los electrones se distribuyan libremente por todo el espacio de la batería, llenando las celdas a la máxima velocidad (marcada por la intensidad de la corriente utilizada) sin la limitación física impuesta por los hilos conductores y su tamaño.
En el caso de la Universidad de Adelaida sus investigadores plantean el uso de la 'superabsorción'. Se trata de un principio de la física cuántica el cual sostiene que todos los materiales pueden ser traspasados por partículas, en mayor o menor medida en función de su densidad.
Tal y como han publicado en Science.org, la idea de estos investigadores es crear celdas con un material traspasable por los electrones, que garantice la rápida retención de la energía. En la práctica, esto permitiría recargar un coche eléctrico con un cargador doméstico (de corriente alterna) en apenas 30 minutos, lo mismo para lo cual actualmente hace falta un cargador rápido de corriente continua.
De hecho, en uno de estos últimos (como los que posee la red Ionity) la misma recarga podría efectuarse en apenas unos segundos. Ello marcaría el fin de las diferencias entre el punto de carga eléctrico y el surtidor de combustible.
Sin embargo, la tecnología de baterías cuánticas aún está lejos de conseguir un prototipo funcional. Habrá que dejar pasar el tiempo para que estas primeras teorías se traduzcan en algo de lo que se puedan beneficiar los vehículos eléctricos de las próximas décadas.
Foto | University of Adelaide |