Seguramente, cuando uno piensa en una temporada perfecta, piensa en un equipo que obtiene el doblete en todas las carreras. El máximo de puntos disponibles; una imposibilidad estadística. Pero poniéndonos filosóficos, ¿es realmente eso una temporada perfecta? Podemos definir como temporada perfecta aquella que brinda más felicidad en términos generales. Por ello, seguramente la temporada 2000 se queda bastante cerca de obtener ese título. Una temporada estereotípica con un montón de emociones para todos los gustos con el Gran Premio de Malasia del año 2000 como broche de oro para Ferrari.
Un título más que merecido para los italianos, que tienen en McLaren a un rival a su misma altura técnica en la temporada 2000 con dos pilotos que están también prácticamente al mismo nivel. Si Mika Häkkinen no es quizás tan eficiente como Michael Schumacher, eso lo compensa el segundo piloto de la escudería británica; David Coulthard con más experiencia en un coche ganador que su homónimo ferrarista Rubens Barrichello, que justo acaba de llegar al equipo de Maranello esa misma temporada. Dos grandes primeros pilotos y dos segundos pilotos excelentes, todos ellos a bordo de las dos mejores máquinas del mundial que además están igualadas.
Solo estos dos equipos ganan carreras, lo cual nos resta algo de "perfección" a la temporada pero aunque a todos nos guste ver ganar a un equipo inesperado... ¿quien no disfruta con una lucha titánica entre dos equipos que no consiguen imponerse al rival con claridad? Hace años que la Fórmula 1 no ve una lucha de iguales a todos los niveles y eso es algo que siempre se disfruta. Es por todo esto, que el Gran Premio de Malasia de la temporada 2000 supone el broche de oro para Ferrari, que no solo ha ganado sino que lo ha hecho con emoción, luchas cerradas y hablando en la pista.
Cuando la Fórmula 1 llegó a Sepang ese año, todo estaba decidido... en cuanto a pilotos. Michael Schumacher se había proclamado campeón del mundo en Japón pero el título de constructores aún estaba en juego. Por ello, tanto Mika Häkkinen como David Coulthard lo darían todo para intentar batir a los Ferrari en la última carrera del año. El intento no empezaba bien para ellos con Schumacher en pole position aunque las dos flechas de plata consiguieron estar por delante de Barrichello en la sesión clasificatoria.
Cuando se dio la salida, los dos McLaren superaron a un Michael Schumacher que nunca fue un gran experto en salidas fulgurantes hasta su época de Mercedes. Häkkinen lideraba por delante de Coulthard y luego el alemán de Ferrari, por delante de un Barrichello que era acosado por Alex Wurz. Mientras tanto, Pedro de la Rosa se veía obligado a abandonar en su última carrera con Arrows tras verse involucrado en un accidene junto con Nick Heidfeld y Pedro Díniz. Una mala salida del catalán le había hecho perder tiempo y causaba el encontronazo con sus rivales.
Esto causó la salida del coche de seguridad, con Häkkinen y Coulthard en cabeza. Pero la situación no duraría demasiado pues tras revisar el vídeo de la salida, quedó claro que el finlandés se había avanzado al apagado de la última luz roja y por lo tanto recibió una sanción en forma de "Stop & Go". Esto dejaba a Coulthard liderando la carrera pero una parada más pronta de lo planeado por culpa de una salida de pista que ensució los radiadores del escocés significaba que Ferrari y más concretamente Schumacher tenían el camino libre.
Rubens Barrichello, con gripe, no pudo igualar el ritmo de su compañero de equipo, que tras las paradas en boxes se encontraría en cabeza y lideraría hasta el final aunque eso sí, con Coulthard pisándole los talones. Tras el ganador, Michael Schumacher, y David Coulthard en segunda posición, Barrichello tuvo que conformarse ser tercero, lo que por otra parte fue bienvenido y permitió a Ferrari celebrar su título de constructores con sus dos pilotos en el podio. En cuanto a Häkkinen, demostró tener un ritmo endiablado y marcó la vuelta rápida camino a la cuarta posición final.
Jacques Villeneuve con el BAR-Honda y Eddie Irvine con el Jaguar-Cosworth completaron la zona de los puntos, que por aquel entonces era solo para los seis primeros clasificados. En cuanto a los nuestros, si Pedro de la Rosa se había retirado en la salida por colisión, Marc Gené no tuvo mucha más suerte. Desde la vigésimoprimera posición de la parrilla de salida aguantó 32 vueltas antes de abandonar por un problema en una rueda. Por lo tanto, ninguno de los españoles vio la bandera de cuadros en la última cita del año que por cierto jubilaba tanto al motor Fondmetal de Minardi (en realidad un Cosworth) como al Supertec de Arrows (en realidad un Renault).
Ferrari tuvo la oportunidad de celebrar el título de constructores de una forma que pasó a la historia si no por su originalidad, sí por su simpatía, con Michael Schumacher y Rubens Barrichello en el podio con sendas pelucas rojas. Una peluca que también "vistió" Ross Brawn, el representante de Ferrari en el podio de Sepang, en una imagen cuanto menos curiosa. Para Schumacher, era en cierta forma un desquite. En 1999, había demostrado ser el mejor segundo piloto. Ahora, un año después, se había vuelto a ganar el título de campeón del mundo.