Hace 26 años, un motor turbo ganó por última vez en la Fórmula 1. Hace 26 años, un motor V6 ganó por última vez en la Fórmula 1. De hecho, hace 26 años un motor turbo V6 ganó por última vez en la Fórmula 1. Fue con motivo del Gran Premio de Australia de 1988, cuando el McLaren MP4/4 que usaba el poderoso motor Honda RA168E V6 de 1500 centímetros cúbicos cruzó la línea de meta de una carrera en primera posición en la última carrera de la llamada "era turbo" con Alain Prost al volante.
Fueron 109 victorias en diez temporadas; de 1979 hasta 1988, siendo 88 de ellas consecutivas desde el Gran Premio de Canadá de 1983 con victoria de René Arnoux con un Ferrari hasta este Gran Premio de Australia de 1988 con victoria de Alain Prost con un McLaren-Honda. Los V6 turbo vencieron en 90 de estas 109 carreras gracias a los propulsores Renault, Ferrari, TAG-Porsche y Honda (tres de estas marcas estarán en 2015 en la Fórmula 1; el otro podría haber estado pero en su lugar tenemos... ¡a otra marca alemana!), con las otras 19 siendo propiedad de BMW y su 4 cilindros en línea. Cuando se terminó el Gran Premio de Australia, eran 33 victorias seguidas, las que llevaban los V6 turbo.
Pero todas las cosas tienen un final y tras una de las consideradas épocas doradas de la Fórmula 1, la "era turbo" llegaba a su fin y lo hacía en Australia; lugar donde precisamente renacerá el turbo en la Fórmula 1 con los V6. Cierto es que serán de 1600 centímetros cúbicos en lugar de los 1500 de los años 80 pero el nombre evoca tiempos en los que la potencia llegó a estar por las nubes y la Fórmula 1 se modernizó y alcanzó cotas de popularidad increibles. Pero volvendo a lo deportivo, el Gran Premio de Australia de 1988 sirvió para que Alain Prost demostrara que no era segundo piloto de nadie.
El piloto francés había visto como su compañero de equipo se coronaba como campeón del mundo de Fórmula 1 en Suzuka, en casa de Honda. El espectacular y siempre popular Ayrton Senna, mientras que él, calmado y poco espectacular, no se llevaba ni los triunfos ni los vítores de los aficionados. Además, el brasileño firmó una nueva pole position que le dejaba en una situación óptima para el domingo. A pesar de todo, fue el francés quien reaccionó de forma más ágil en la salida y tomó el liderato. Aunque no fue ninguno de los McLaren, quien dio espectáculo en los primeros compases de carrera.
Gerhard Berger con el Ferrari, tras una salida fulgurante, pasaba de la cuarta posición de la parrilla a la tercera, por delante de Nigel Mansell con el primer coche con motor aspirado y perseguía a los McLaren con un vigor que raramente se había visto durante la temporada. Pero todo tenía una explicación. Tanto el austríaco como Michele Alboreto llegaron a un acuerdo con el equipo mediante el cual subieron la presión del turbo hasta el máximo a pesar de saber que eso les consumiría demasiado carburante y no llegarían a la línea de meta. Siendo la última carrera de los turbo, en Ferrari sintieron que era mejor terminar la temporada con un abandono luchando con los McLaren en lugar de terminar lejos de cabeza.
Michele Alboreto no pudo llevar a cabo la estrategia a causa de un toque en la salida con el Dallara de Alex Caffi que le hizo abandonar en el primer giro. Berger, por su parte, alcanzó y superó a Ayrton Senna primero y a Alain Prost luego, escapándose de ambos. Los aficionados no podían creer lo que estaban viendo, con Berger a velocidad de crucero hacia la victoria. Habría abandonado de todas formas pero un toque con René Arnoux al momento de ser doblado terminó con ambos fuera de carrera en la vuelta 23, tras "solo" siete giros en cabeza.
Alain Prost lideraba con firmeza mientras que Senna tenía que pilotar de forma contenida para compensar los problemas de la caja de cambios de su McLaren. Poco a poco, el francés se fue escapando e incluso cuando un toque entre dos doblados terminó con piezas sueltas golpeando y dañando su coche, siguió marcando buenos registros e incluso la vuelta rápida de la carrera. Al final, Prost cruzó la línea de meta con 36 segundos de ventaja sobre su compañero de equipo, con Nelson Piquet en tercera posición. Esto dio a Honda un final fantástico a la "era turbo", con tres coches en el podio.
Tras los coches turbo, Riccardo Patrese defendía el honor de los coches "del futuro" (o del pasado, según se mirara) con su Williams-Judd en cuarto puesto. Thierry Boutson con el Benetton-Ford e Ivan Capelli con el March-Ford heredaban la quinta y sexta plaza después del dramático abandono de Andrea de Cesaris. El italiano, irregular como siempre había pasado de una carrera terrible en Suzuka a una demostración de talento increible, remontando desde la décimoquinta posición en parrilla hasta la quinta en carrera con un Rial-Ford que con el depósito de gasolina más pequeño del mundial, se quedó sin carburante a cinco vueltas del final.
Fue clasificado en octava posición por haber disputado más del 90% de vueltas y a causa del gran número de abandonos. De hecho, aunque se clasificaron once pilotos, solo siete cruzaron la línea de meta, con Pierluigi Martini siendo séptimo y último con su Minardi, detrás de Capelli. Una carrera particularmente dura para las mecánicas en un circuito urbano que no perdonó los errores de los varios pilotos, con un motor dominante y los otros intentando llegar a su nivel con medidas desesperadas e incluso algún problema de carburante. Casi parecería que, 26 años después, el guión para un Gran Premio de Australia con motores turbo podría ser el mismo.