24 años hacía desde la última carrera de monoplazas disputada en el peculiar trióvalo de Pocono, pero al fin y tras muchos años de rumores, se consumó la vuelta (o la primera cita, según cómo vea cada uno la escisión CART/IRL) de la IndyCar Series a Pocono. Por desgracia, más allá de la anécdota no fue una carrera para recordar la ganada por Scott Dixon.
Lo cierto es que la prueba fue más bien aburrida, decidiéndose por consumo de combustible, lo que permitió un auge sorprendente de los motores Honda en la última parte de la carrera que benefició a los monoplazas de Chip Ganassi: de no lograr una victoria en todo el año, Dixon, Charlie Kimball y Dario Franchitti pasaron a copar el podio.
Sin embargo uno a uno los favoritos fueron cayendo: James Hinchcliffe tras su victoria en Iowa acabó contra el muro en la primera vuelta; Ryan Hunter-Reay veía cómo Takuma Sato le embestía en el carril de boxes de forma absurda, en una desconexión mental en toda regla del nión; el propio Tony Kanaan dañaba su alerón delantero al adelantar a Scott Dixon por el liderato; y Marco Andretti, poleman y el hombre más en forma en Pocono, se venía abajo por excesivo consumo en la parte final de la prueba, acabando tan sólo décimo.
De este modo, Helio Castroneves, gris en Pocono (octavo, mientras Will Power acababa cuarto con el otro Penske) lograba casi sin querer aumentar su ventaja al frente del campeonato, que ya lidera con 23 puntos de ventaja sobre Ryan Hunter-Reay, seguido de Andretti, Dixon y Hinchcliffe.
Este fin de semana la IndyCar no para y disputará su segunda cita doble de la temporada, en las calles de Toronto.