En la temporada pasada, el equipo de Fórmula 1 de Ferrari estrenó un “novedoso” sistema de semáforo electónico en los repostajes. La idea era sustituir a la tradicional paleta en la tarea de indicar al piloto cuándo es el momento de salir de boxes.
Un error, posiblemente humano, en Singapur provocó que Felipe Massa saliese antes de tiempo tal y como se lo indicaba el semáforo, con el resultado de un mecánico magullado y la pérdida de unos puntos que al final pudieron suponerle la pérdida del campeonato.
Ahora Ferrari dice que ha perfeccionado el sistema y que se aseguran de que no será posible que se ponga en verde si la manguera todavía permanece conectada a la boca. Ellos sabrán, si yo no soy ingeniero de Ferrari por algo será.
Pero sí veo en esta historia una moraleja aplicable no sólo a los coches, también a cualquier tipo de tecnología. Úsala sólo si te va a resolver un problema. La tecnología es un medio, no un fin.
Y, utilizándolo en modo manual, la desventaja es clara: pulsar un botón es más complicado que levantar una pala. Es menos intuitivo, tienes más probabilidades de equivocarte sin querer, y sobre todo si te equivocas no hay forma de volver atrás: puedes parar tu brazo si lo has levantado sin querer, pero si has pulsado el daño completo ya está hecho al momento.
Recordad esto cuando estéis eligiendo los extras de vuestro próximo coche.
Vía | Racingpasión
Más información | Autosport
