Fernando Alonso, bicampeón del mundo de Fórmula 1. El nombre con esa coletilla lo hemos oído por lo que parece una eternidad. De hecho, el último título del asturiano llegó hace ya siete años y medio. Siete temporadas han pasado. Siete, que le han servido para ganarse el respeto y la admiración del mundo de la Fórmula 1. Debería haber ganado más títulos a estas alturas, dicen muchos. Seguramente sea cierto. Pero no fue el piloto que obtuvo más puntos cuando se cerró el telón en 2007, ni en 2008, ni en 2009 y ni una de las veces que ha pilotado para Ferrari.
De la misma forma, muchos sintieron en su día que Alonso no merecía los títulos de 2005 y 2006. ¿Es eso cierto? Para valorarlo en su justa medida, hay que hacer dos cosas. Primero, olvidarnos de la nacionalidad y de la simpatía (y antipatía) que pueda despiertar. Luego, reconocer que el piloto que termina la última carrera del año con más puntos va a ser siempre el justo vencedor, siempre que no haya trampas de por medio. Con esto dicho, podemos soltar la perla de que Fernando Alonso es un campeón de entretiempo que se coronó demasiado pronto.
Pero me preguntaréis, ¿significa esto que Fernando Alonso es un mal piloto de Fórmula 1? ¡Ni hablar! El español es uno de los mayores talentos que la categoría reina ha visto en los últimos veinte años y que nada tiene que envidiarle a los mejores de la historia de la categoría reina. También es cierto que Alonso se ha encontrado con una "quinta" muy capacitada que le habría puesto las cosas muy difíciles en igualdad de condiciones. Pero a esto llegaremos luego, ya que las buenas historias hay que empezarlas siempre por el principio, para que se entiendan bien.
En 2001, un joven asturiano con un inglés que dejaba bastante que desear pero con muchas manos al volante debutó en la Fórmula 1 con Minardi. No tardó en dar una impresión fantástica y muchos soñaban ya con verle en Ferrari, equipo dominador del momento. Llegó a tener la oferta sobre la mesa para hacer un progreso parecido al que acabaría haciendo Felipe Massa, empezando como piloto de pruebas de la marca. Luego llegó Flavio Briatore y lo demás es historia. En 2003 se producía el debut con Renault tras un año realizando esa misma labor para los franceses.
Un prometedor primer año con Renault dejaba claro que tenía madera de campeón del mundo. Como también la tenían Kimi Räikkönen y Juan Pablo Montoya. El hecho que ninguno de estos dos ganara la temporada 2003 parece casi un capricho del destino en el que fue el título más justo de la "era Schumacher". En 2004, Renault realizaba un cambio en pos de buscar una estructura capaz de llevar a su piloto estrella al título. Eso era importante; Alonso era el piloto estrella. Jarno Trulli podía ser tan rápido como él e incluso superarle a veces pero Flavio Briatore tenía la corazonada de que el italiano no podía liderar un proyecto campeón.
Un 2004 difícil sirvió para confirmar el talento de Alonso, que aunque sin victorias, llevaba a Renault hasta la tercera posición del campeonato de constructores. Y aparecía otro talento del momento; Jenson Button. Otro con madera para ser campeón. Mucha madera entre varios pilotos, sí, pero pocas casas donde repartir los muebles que se construirían con ella. Schumacher seguía ganando y no había nuevos campeones. Haría falta un gran talento para batirle. Un gran talento o una conjunción de elementos que seguramente algún día acabaría por llegar. Y evidentemente, acabó llegando.
En 2005, los neumáticos Bridgestone no estuvieron a la altura y los coches con las gomas Michelin arrasaron (también es justo decir que a parte de Ferrari, los únicos equipos con los neumáticos japoneses eran los coleros de Jordan y Minardi así que tampoco podrían impedir el dominio Michelin). McLaren y Renault se jugaron el título con sus principales pilotos y al final, caprichos del destino, el más joven y menos experimentado se llevó el gato al agua. No solo eso, sino que en 2006 Räikkönen no tendría coche capaz de ganar y Alonso sí. Gracias a la misma capacidad de gestión de los puntos que había demostrado en 2005 y a un poco de mala suerte en Ferrari, España ganaba con Alonso su segundo título.
Merecidos, claro estaba, por la madurez que mostraba Fernando. Evidentemente y con el dominio de Schumacher tan presente, todo el mundo esperaba que Alonso dominaría tras irse a McLaren. Más no fue así. La personalidad de Alonso no terminó de cuajar en un equipo que nunca le priorizó sobre su compañero de equipo tal y como sí habían hecho en Renault y lógicamente, la unión se rompió tras solo un año. Con la vuelta a Renault, se podía entender que las victorias fueran pocas y los títulos no llegaran. Esto solo alimentaría el hambre (nunca mejor dicho) de victorias del piloto y de sus seguidores.
Lo siguiente tenía que ser el gran paso. Un salto incluso, más que un paso, llegando a Ferrari. Estaba claro. Tenía que ser Ferrari; debía ser el equipo con el que Schumacher ganó los cinco títulos seguidos. Solo ellos podían proporcionarle a Alonso el soporte técnico necesario para marcar una era, ya que McLaren no era una opción. Pero entonces apareció Red Bull de la nada y ellos fueron quienes marcaron una era. Esto trajo luchas con pasión, victorias emocionantes pero ningún título y la sensación de que Alonso merecía ganar más. Hasta aquí, la historia conocida. Nada nuevo.
Pero, ¿por qué decimos que merecía ganar más, si habíamos llegado a la conclusión de que el máximo merecedor del título es siempre quien más puntos tiene al final del año? Esta pregunta, por una vez, es fácil de responder. Porque ha luchado con inferioridad de condiciones y se ha quedado cerca del título. Sí, es cierto. Innegable, de hecho, que Sebastian Vettel ha tenido mejor coche con la excepción de determinados momentos de 2010. Por lo menos un par de títulos de estos cuatro deberían haber sido suyos... ¿no?
Si hablamos de méritos, sí. Pero, ¿acaso no lucharon Kimi Räikkönen y Juan Pablo Montoya en 2005 con un McLaren que era más frágil que el Renault? ¿No constituye esto una lucha en inferioridad de condiciones, aunque no sea en el sentido convencional? De ser así, Alonso habría ganado su primer título con el mejor coche de la temporada 2005, que no el más veloz. Más complicado de debatir es el de 2006, aunque de nuevo la fiabilidad jugó en contra del rival de Alonso. En este caso, es difícil decir que un coche fuera mejor que otro.
Si bien el Ferrari tenía momentos de más velocidad en la segunda mitad de temporada, el Renault tuvo un gran momento de forma en primavera. ¿Merecidos, los títulos de 2005 y 2006? Totalmente. Aunque quizás desde una óptica menos implicada, diríamos que otros pilotos lucharon y los merecieron tanto como nuestro paladín o incluso más en algún caso, igual que él pudo merecerlo más en 2012. En el mejor de los casos, el que vivimos, Alonso llegaba a McLaren como bicampeón. En el peor de los casos, pudo haber llegado sin coronarse ninguna vez pero como el indiscutible favorito en McLaren.
Kimi Räikkönen habría ganado un título "extraño" en 2005 y Michael Schumacher habría recobrado el trono antes de retirarse. Y Alonso, por su parte, habría demostrado que estaba a la altura de los más grandes en sus años mozos. Ahora, con más experiencia, estaría listo para ganar. Y en el mejor de los casos, habría podido ganar en 2007 un título que habría sido más que merecido. Dejemos de lado suposiciones sobre si habría seguido en McLaren o no y asumamos que el paso a Renault y luego a Ferrari sucediera igual. Imaginemos que el título de 2012 es para él.
Dos títulos; un bicampeón. Igual que ahora. Pero nadie tendría esa sensación de que Fernando merecía más. Habría seguido una evolución paulatina y tras perder sus primeras luchas por ser campeón, habría acabado triunfando. En su lugar, tenemos al segundo bicampeón más joven, que ganó su tercera y cuarta temporada completa. Ganar joven nunca es algo malo (y que se lo pregunten a Vettel) pero para los aficionados, es fácil distorsionar los hechos según las preferencias. Alonso fue y es un gran piloto, seguramente aún el más completo de la actualidad.
Pero cuando se coronó como campeón del mundo, había otros que tenían más experiencia, más velocidad o ambas cosas. Juan Pablo Montoya salta como el caso del campeón que nunca fue, mientras que Kimi Räikkönen parecía más preparado que el asturiano para ganar, con una temporada más a sus espaldas. Tan solo una más, pero eso podía marcar la diferencia. Además, Alonso tuvo la "desgracia" de ganar justo después de Michael Schumacher, lo que hacía que se esperara lo mismo de él. Y luego llegó Vettel, quien con un coche superior no nos dio opción de ver una lucha igualada.
Pero que nadie sufra. Puede que Fernando Alonso ganara demasiado pronto y que luego nos hayamos dado cuenta de que obtener un título de campeón del mundo no es "moco de pavo", que suele decirse. Dos, menos aún. "Solo" ocho pilotos además de Alonso han ganado dos (o más) seguidos. A los españoles nos dieron el mejor caramelo del mundo la primera vez y no nos dimos cuenta de que crearlo de nuevo era algo casi imposible. Nos hemos pasado siete años buscando replicar algo que es casi imposible de conseguir. Fernando Alonso es un hombre de dos títulos. Quizás pudo ganar tres, o quizás cuatro. De la misma forma que Vettel podría tener cinco, Schumacher ocho, Räikkönen dos o Massa uno.
¿Que habría pasado si los hubiera ganado más tarde? ¿Habrían sido nuestras expectativas distintas, en caso de ser así? ¿Puede que el hecho de convertirse en el bicampeón más joven del momento nos hiciera creer que debería dominar el mundial de Fórmula 1? ¡Que inocentes fuimos, entonces, de ser así! La Fórmula 1 es como un ser vivo que cambia temporada tras temporada. Lo que vale dos años, puede no valer los dos siguientes. Dos títulos de campeón solo aseguran una cosa; dos títulos de campeón. Todo lo demás, está por llegar y no hay "galones" que valgan. Esta es una pregunta válida para la reflexión.
Sí. Fernando Alonso pudo haber ganado dos títulos. Como también pudo haber ganado menos o incluso ninguno. Pero para la afición, los venció demasiado pronto. Llegó a la cima deportiva antes de llegar a la cima mediática. Es posible que tanto España como la historia del automovilismo le recordaran en el futuro con más gloria de haber vencido un poquito más tarde. Pero el número de títulos no lo es todo y a veces, los campeones de entretiempo son laureados. Veamos sino el ejemplo de Emerson Fittipaldi, percibido por muchos como el hombre que pudo con Jackie Stewart pero que no pudo con Niki Lauda.
Un latino que llegó como un rayo, tocó los corazones de los aficionados del mundo y ganó fama internacional. Más tarde, llegó un piloto que aún venció más. ¿Nos suena la historia? Posiblemente, imagino. Pero no hay que olvidar que un título de Fórmula 1 es algo extremadamente difícil. No por ser las uniones Schumacher-Ferrari y Vettel-Red Bull excepcionales, van a ser menos los títulos de Alonso. Basta de complejos de inferioridad. Fernando Alonso ganó dos títulos de Fórmula 1. Los ganó pronto y lo hizo antes de que muchos de los aficionados actuales empezaran a mirar las carreras.
Es una lástima, sí. Pero así es la historia. Y aún así, conseguir dos títulos de campeón del mundo de Fórmula 1 no es un logro pequeño, precisamente. Pero hay que insistir en ello. No porque haya pilotos con mayores dotes de pilotaje, mayor fortuna o el don de la oportunidad van a valer menos los títulos del pasado. Fernando Alonso es, "como siempre", el bicampeón del mundo que busca su tercera corona. Ha hecho suficiente como para que se le apoye con fe ciega. Su talento e inteligencia le avalan. Pero también ha hecho lo suficiente como para que se le apoye con clase, sin "futbolerismos".
Si el dominio de Mercedes sigue este año, el título será para uno de sus pilotos y con los años que pasan, cada vez será más complicado que Fernando Alonso vuelva a ser campeón. Niki Lauda es el hombre con más años en tre títulos; seis. Alonso lleva siete; ocho si contamos el presente 2014. Si no vuelve a ganar un título, la historia le recordará como un hombre que ganó pronto. Que se coronó primero y se consagró después. Pero en España, habrá que glorificar esos dos títulos en lugar de anhelar el tercero que nunca llegó... o añadirle un tercero honorífico; el de motivar el verdadero despertar de la Fórmula 1 en España. No dejemos que se pierda todo lo construido hasta ahora. Que el legado valga para crear seguidores "de verdad". Es lo mínimo que debemos hacer los aficionados. Los veteranos, y los novatos.