Tener un accidente de tráfico es una experiencia cuanto menos desagradable, incluso si no estábamos presentes en el siniestro (porque colisionaran con nuestro vehículo estando aparcado). Si además el vehículo es declarado siniestro total, el golpe anímico puede ser importante incluso si salimos ileso del percance.
De esta forma, podemos pasar días e incluso semanas con el susto en el cuerpo, pensando en qué podría haber sido de nosotros si el accidente hubiese sido más grave o si las circunstancias hubiesen sido peores. Pero aunque parezca difícil, son momentos en los que debemos pensar con la cabeza fría y cuidar todos los detalles, pues nos enfrentamos a una experiencia igualmente desagradable: lidiar con nuestra compañía aseguradora.
Por qué el coche es declarado siniestro total
Antes de nada, debemos saber que nuestra compañía aseguradora puede declarar siniestro total de nuestro vehículo no sólo por accidente de tráfico, sino también en caso de incendio o de sustracción del mismo. A efectos prácticos, la cuestión es que por uno u otro motivo se considere que no podemos seguir disfrutando del automóvil. También tenemos que tener en cuenta que ante esta situación, podemos ser compensados con una indemnización económica o con la reposición del vehículo por uno similar en la medida de lo posible. Todas estas posibilidades dependerán de la circunstancia del siniestro así como de los acuerdos contemplados en el seguro.
En caso de siniestro total, podemos ser compensados con indemnización o reposición del vehículo
En cualquier caso, lo más habitual es que la declaración de siniestro total se deba a un accidente de tráfico. Por lo general, esta declaración por parte de la aseguradora tiene lugar cuando los costes de reparación del vehículo supera una determinada cantidad, generalmente el 75% de la cantidad garantizada por la misma. No es que se trate de una decisión unilateral de la compañía, ya que viene especificado en el contrato del seguro. Pero la aseguradora siempre velará por sus propios intereses y a veces a nosotros nos convendrá tratar de reparar el automóvil antes de ser declarado siniestro total. Por este motivo, debemos tener claros todos los detalles del seguro en el momento de su contratación o renovación, para asegurarnos de que se ajusta a nuestras necesidades.
Cuándo se declara el siniestro total
Como hemos dicho más arriba, la declaración de siniestro total se produce cuando los gastos de reparación superan una determinada cuantía. Esta cuantía puede ser parte (normalmente un 75%) o el 100% de la cantidad garantizada en el la póliza del seguro, y que a su vez dependerá directamente del valor del vehículo. Sin embargo, este valor podrá calcularse de una u otra manera en función de las condiciones pactadas en el contrato. Así, podemos hablar de:
Valor venal: cantidad a la que podríamos haber vendido nuestro coche justo antes del siniestro. Valor de mercado: precio al que podríamos haberlo comprado también justo antes del siniestro. Valor a nuevo: Precio de venta al público de nuestro vehículo como si estuviese a estrenar, incluyendo los impuestos de matriculación y circulación.
Por otro lado, al valor asegurado por la póliza (sea cual sea la fórmula utilizada), se le suele restar una serie de conceptos que rebajan la cantidad, como los restos del vehículo (si nos los quedamos para venderlos en un desguace), las franquicias o los recibos pendientes para abonar la anualidad completa del propio seguro. La cantidad resultante es especialmente importante si, en vez de ser compensados con la restitución de nuestro automóvil, recibimos una indemnización económica, por lo que el seguro tratará de minorarla al máximo.
Cuestiones a revisar en la declaración del siniestro total
Como decimos, la compañía aseguradora va a mirar siempre por sus intereses, y las condiciones que nos propongan o la propia declaración de siniestro total no siempre van a resultar lo más adecuado para nosotros. Por ello son varias cuestiones en las que debemos extremar las precauciones:
Escoger el porcentaje de la cantidad asegurada que más nos convenga: Ya hemos dicho que lo habitual es el 75%, pero también podemos optar por el 100% si nos conviene. En general, debemos escoger el porcentaje mínimo posible cuando nuestro automóvil es relativamente nuevo o si los daños sufridos son de gravedad, ya que en este caso nos conviene sustituir el coche. En cambio, si el coche es antiguo pero funciona bien, o si los daños son leves, debemos optar por el máximo posible, pues la indemnización será a la baja y nos convendría reparar el vehículo.
Puede haber diferencias de hasta un 30% entre la indemnización propuesta y el valor real de mercado
Cotejar los distintos valores calculados por la compañía aseguradora: La compañía nos ofrecerá una serie de valores de tasación del vehículo (valor venal, de mercado…) o de la reparación de los daños. Es conveniente poder cotejar estos valores pues la peritación de la aseguradora buscará su beneficio (con diferencias de hasta el 30% entre el valor propuesto y el de mercado). De igual forma, debemos revisar si han tenido en cuenta consideraciones como la corrección por kilometraje, si han incluido los extras o accesorios añadidos a nuestro vehículo (y que aumentan su valor) o si han restado el valor de los restos del mismo (que podremos o no querer conservar).
Como vemos, no es raro que quedemos descontentos con la declaración de siniestro total o con la indemnización propuesta por la compañía aseguradora, hasta el punto de que entremos en discrepancias con ella y tengamos que reclamar para defender nuestros derechos. En este caso, no debemos descartar contar con la ayuda de empresas o profesionales expertos. Y debemos armarnos de mucha paciencia porque, como decíamos al principio del artículo, lidiar con nuestra aseguradora puede convertirse también en una desagradable experiencia.
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