En las votaciones del compacto mejor diseñado habeis otorgado al León un puesto muy alto. ¿Se lo merece? La verdad es que sí, aunque cuando aterrizó en el mercado los leoneses incondicionales preferían el diseño antiguo (entre los que me cuento) pero al final, me he dejado seducir también por su forma actual.
Este análisis es de uno de los León más deseados, el Fórmula Racing, versión de corte deportivo del compacto germano-español, adecuado sobre todo para el uso diario, menos radical que el Cupra y claramente más molón que el Sport-Up. Vamos a conocer sus detalles e intimidades:
Exterior
El FR se diferencia de sus hermanos inferiores de gama en varios aspectos. Ya echando un vistazo a la ficha técnica se aprecia que el FR es más largo que un León normal (+8 mm) y la vía delantera/trasera es diferente también por escasos milímetros. La habitabilidad y capacidad del maletero permanece inalterada.
En la parte delantera, el FR se distingue por el paragolpes sobredimensionado con tomas de aire tipo nido de abeja, algo más que una solución estética, ya que los requisitos de refrigeración son superiores a un León menos potente. La unidad que vemos en las fotos cuenta con los faros bixenón con AFS.
De un vistado al lateral, nos llama la atención la silueta casi-coupé, con las puertas traseras sin manetas visibles, como en algunos Alfa Romeo. En cuanto a neuméticos, vemos unas Pirelli PZero 225/40 ZR, ajustadas en unas llantas de aleación específicas de 18 pulgadas modelo “Andrómeda”, que son equipamiento extra. También puede montar unas Bridgestone Potenza de la misma medida, ya que una de las 3 unidades que probé calzaba ese modelo.
Los FR de serie montan ruedas de dimensiones 225/45 R17 – 7,0 x 17 (llantas modelo “Alhioth”), pero las de 18 pulgadas salen razonablemente económicas, 420 euros. Los cristales están levemente oscurecidos, y se trata de otro extra de 135 euros. Delatan también a esta versión los espejos retrovisores en color plata, como al resto de FR.
El logotipo FR se ubica en la parte trasera únicamente. Cerca tenemos una doble salida de escape de acero pulido inscrita en una pieza de color negro, un guiño a la versión WTCC. Las chapitas que discriminan la motorización TFSI o TDI hay que buscarlas en las aletas delanteras, con todas las letras en color rojo. Con todas estas claves podemos distinguir un FR de un FR de palo.
Aunque en la cultura popular el León FR puede ser considerado como un coche de flipaos, creo que no hay que encasillar a todos los propietarios según el mismo patrón. Como en todas partes, hay de todo. Si te gusta el coche, ya sabes: “ande yo caliente y ríase la gente”.
Interior
Unos pocos detalles, aunque vistosos, identifican a un auténtico FR en el interior. Descubrimos el logotipo en el tablero de instrumentos (con esferas blancas), en el volante, pomo del cambio manual (en DSG no) y en la tapicería de los asientos de corte deportivo. Los asientos delanteros pueden estar calefactados mediante un extra.
Además del impacto estético, proporcionan una buena sujección lateral a los pasajeros de los laterales, mientras que el central trasero va un poco más suelto, pero no incómodo. En la mayoría de compactos, el pasajero de esta plaza no encaja bien por las rebabas los bordes de los asientos adyacentes o por la estrechez, sin olvidar la dureza habitual del respaldo (no ocurre en el León). Siempre y cuando no sea muy alto (<1,80), un adulto viajará bien aquí. Para los que tengan niños, que sepan que en las puertas traseras no hay portaobjetos alguno.
El salpicadero está claramente diferenciado al Altea y Toledo, en posición más vertical y más compacto. El plástico predominante tiene una textura de cuadraditos que en cierto modo recuerda a la fibra de carbono, característica común de algunos SEAT. El tacto de algunas piezas es áspero, pero no hay reproches en cuando a la calidad de los ajustes y sin cables o vergüenzas fácilmente visibles.
El puesto de conducción es de los mejores de su clase, tanto por confort como en las exigencias que plantea la conducción deportiva. Vale, no tiene pedales de aluminio, y eso que es una versión de corte deportivo, aunque en el catálogo de accesorios los tenemos, también para la versión automática.
Los mandos en general están bien ubicados, aunque algunos se manejan con cierta dificultad como el reglaje eléctrico de los retrovisores o el desbloqueo de los seguros, pero también es cierto que no están pensados para manipularse en marcha. Tenemos un posavasos cerca de la palanca de cambios, poco práctico a mi modo de ver. Tras el freno de mano hay otros dos, y peor todavía, necesitamos buena flexibilidad en el brazo para alcanzar un traguito. A diferencia de muchos compactos, el climatizador es muy fácil de usar y está situado correctamente en una posición elevada.
El pomo de la palanca de cambios (con fuelle de cuero) es más grueso de lo normal, considero mejor el pomo del León FR antiguo o del León convencional, más redondo. El tacto no es tan preciso como en algunos pomos de VAG, pero las holguras son mínimas, y el accionamiento es lo suficientemente rápido y blandito, a diferencia del Focus, y con un tacto agradable, nada de mecánico ni pastoso.
El pomo del cambio DSG no tiene una miserable chapita distintiva que lo diferencie de un Tiptronic, de hecho son iguales. Las levas para cambio secuencial forman parte del equipamiento de serie del automático, un poco pequeñitas, pasan prácticamente desapercibidas.
Por otra parte, como el resto de los León, tiene una habitabilidad muy buena y es un coche agradable para viajar, aunque el tarado de suspensión más duro del FR penaliza un poco el confort en favor de una notable efectividad en curva y cambios de apoyo. La sonoridad de los motores, un 2.0 TFSI y un 2.0 TDI, no supone molestia alguna a ritmos legales y con la relación de cambio adecuada. A ritmo ágil, pues evidentemente se oyen, y es lo que se espera del carácter racing del FR.
Incluso más allá de los 140 Km/h sigue siendo relativamente silencioso, por mecánica y aerodinámica. Lógicamente, el TDI se nota más en el interior que el gasolina, pero las vibraciones son menores que las que notaríamos en un 1.9 TDI. De todos modos, sigue sin tener la suavidad de un common-rail.
Y para terminar esta parte del análisis, nos dirigimos al maletero. Las formas son regulares, las cajas de triángulos van muy bien sujetas y tenemos un pequeño compartimento con red para objetos ligeros.
La capacidad es de 341 litros, ampliables hasta a 1.166 abatiendo los asientos traseros. Bajo el plano de carga tenemos una galleta de repuesto, con la que no podremos pasar de 80 Km/h y perderemos 1 estrella de reputación visual pero no nos deja tirado en caso de reventón.
Mañana conoceremos el comportamiento de sus dos motorizaciones, 2.0 TFSI en manual y DSG y el 2.0 TDI, así como su comportamiento fuera de serie.