Las gasolinas y los gasóleos que repostamos en nuestras gasolineras disponen de una cantidad de biocombustible que debe situarse en un objetivo de un 10% de la mezcla del combustible. Hasta ahora, la mayor parte de estos biocombustibles se obtenían directamente de la producción agrícola, transformando cultivos en biocombustibles.
Pero la Comisión Europea ha establecido una nueva normativa por la cual se limita el uso de biocombustibles procedentes de cultivos a un máximo del 5% en la mezcla final. Esto no significa que el biocombustible vaya a ser reducido en nuestras gasolinas y gasóleos, sino que el 5% restante ha de ser sustituido mediante biocombustibles de segunda generación.
Estos combustibles de segunda generación son aquellos que no proceden directamente de cultivos, sino de residuos. Estos residuos, tanto animales como vegetales, se transforman en biocombustibles, mejorando así la eficiencia de nuestros procesos. Estos biocombustibles de segunda generación pueden obtenerse desde peladuras de naranjas a excrementos de animales; todos productos de desecho que no serían utilizados en ningún otro proceso.
De esta manera, se pretende reducir las emisiones de CO2 por parte de los biocombustibles hasta un 60% pero sin aumentar el uso de la tierra destinado a su producción ni afectar a los cultivos que se destinan al consumo alimenticio. La propuesta de la Comisión Europea no anula la posibilidad de que los Estados miembros den incentivos financieros a los biocombustibles.
Aún así see considera que, después de 2020, los biocombustibles únicamente deben recibir ayuda financiera si reducen notablemente las emisiones de gases de efecto invernadero y no se producen a partir de cultivos que se utilizan para producir alimentos o piensos.
Fuente | Comisión Europea En Motorpasión Futuro | Audi participa en un proyecto para desarrollar biocombustible de algas, Los precios del bioetanol: ¿compensa abandonar la gasolina?, UOP esta desarrollando catalizadores pirolíticos para expandir el volumen de hidrocarburos renovables
