El año pasado BMW presentó dos turismos cargados de innovación, al menos para lo que estamos acostumbrados a ver habitualmente hoy en día por la calle: el BMW i3, un utilitario casi monovolumen 100% eléctrico que verá la luz a finales de 2013, y el BMW i8, una berlina deportiva de tamaño medio híbrida enchufable, que llegará un poco más adelante, en 2014.
Entre otras cosas, y además de dar protagonismo a la electricidad, en ambos modelos BMW ha apostado por una construcción ligera y resistente con aluminio, acero de ultra-alta resistencia y plásticos reforzados con fibra de carbono. Este último material supone cierto reto tecnológico en un coche que pretende ser un coche de producción en serie y no uno hecho a mano.
Además BMW busca utilizar la mayor cantidad posible de material reciclado en la construcción de estos coches, y de la misma manera que una vez lleguen al final de su vida útil sean lo más reciclables posible. Para ello ha llegado a un acuerdo de colaboración con el constructor de aviones Boeing, con amplia experiencia en el uso de este material.
El objetivo es investigar conjuntamente el reciclaje de materiales compuestos de fibra de carbono, pero también entender mejor la fabricación y explorar posibilidades de automatización de la misma, sobre todo orientado hacia la producción en serie de piezas de fibra de carbono, pensando también cómo se pueden abaratar costes.
Como fruto de este acuerdo, y pensando ya en la fabricación del BMW i3 y BMW i8, Grupo BMW ha creado la nueva factoría de producción de fibra de carbono en Moses Lake, en Washington (EE.UU.). Con esta fibra las piezas se fabricarán en la planta de Landshut y finalmente el BMW i3 será ensamblado en la planta de Leipzig (ambas en Alemania).
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