Un megaoleoducto para vender petróleo a China, India y Japón. El truco de 25.000 millones con el que Canadá va a sortear los aranceles de EEUU

Un megaoleoducto para vender petróleo a China, India y Japón. El truco de 25.000 millones con el que Canadá va a sortear los aranceles de EEUU
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En medio del nuevo clima de tensión comercial y proteccionismo impulsado por los aranceles de Donald Trump, Canadá podría tener en el oleoducto Trans Mountain su mejor baza para defender su soberanía energética. El megaproyecto, que costó más de 25.000 millones de dólares, podría permitir que el petróleo canadiense fluya directamente a Asia sin pasar por EEUU.

Tras décadas de dependencia casi total del mercado estadounidense, el país se enfrenta al dilema de diversificar sus exportaciones… o pagar un 10 % más por vender su oro negro al sur de la frontera. Sea como fuere, los aranceles de Trump podrán afectar al precio final del petróleo.

El oleoducto Trans Mountain: la nueva puerta canadiense al Pacífico

La expansión del oleoducto Trans Mountain, inaugurada en mayo de 2024, ha irrumpido como un recurso estratégico de primer orden en el tablero energético global. El proyecto, financiado por el gobierno de Justin Trudeau en 2018 tras la retirada de inversores privados, ha triplicado la capacidad de transporte de crudo desde las arenas bituminosas de Alberta hasta la ciudad portuaria de Burnaby, en la costa del Pacífico.

Con esta ampliación, Canadá ahora puede enviar hasta 900.000 barriles diarios, frente a los 300.000 que fluían antes. Un salto cualitativo y cuantitativo que permite acceder a mercados clave en Asia como Japón, India o China, esquivando por completo la dependencia del vecino estadounidense.

Se trata de una obra con un coste político y económico altísimo: más de 25.000 millones de dólares y más de una década de desafíos técnicos, judiciales y sociales. Activistas climáticos, comunidades indígenas y líderes locales protagonizaron intensas protestas, como los bloqueos ferroviarios de 2020, en contra de la expansión de los combustibles fósiles.

Pese a ello, Ottawa mantuvo el rumbo. Según datos oficiales, el impacto económico del proyecto se calcula en más de 83.000 millones de dólares, entre beneficios para productores y contribución fiscal.

Durante décadas, Canadá y EEUU disfrutaron de una sinergia energética casi perfecta. El 98 % del petróleo canadiense tenía como destino el mercado estadounidense, abasteciendo refinerías del Medio Oeste, las Montañas Rocosas y la Costa del Golfo. Sin embargo, esta dependencia extrema ha derivado en una vulnerabilidad estratégica.

Más aún, varios oleoductos que abastecen de crudo al propio Canadá pasan por territorio estadounidense. Es decir, provincias como Ontario o Quebec dependen de rutas energéticas que cruzan la frontera. Esta situación se vuelve insostenible si Trump cumple su amenaza de imponer aranceles del 10 % sobre el crudo canadiense.

Como explica Mark Rendell, periodista económico en The Globe and Mail, “aunque formalmente quien paga el arancel es el importador, el coste termina repartiéndose: lo asumen los exportadores, se reduce el margen de beneficio o, con frecuencia, lo acaba pagando el consumidor final”.

Un golpe directo a la economía… y al precio del petróleo

Grafico
Fuente: The Globe An Mail (Canadá)

Pero el posible impacto de esta guerra arancelaria va más allá de una simple disputa bilateral. Según el analista energético Rory Johnston, fundador de Commodity Context, una reducción drástica de las exportaciones canadienses a EEUU podría provocar una fuerte disrupción en el suministro norteamericano.

Las refinerías estadounidenses, especialmente diseñadas para procesar crudo pesado canadiense, se verían obligadas a buscar fuentes alternativas más caras. Esto podría encarecer el petróleo de la OPEP y de otros países productores, forzando incluso a Washington a restringir sus propias exportaciones para abastecer su mercado interno.

“Una interrupción prolongada podría derivar en escasez de gasolina, gasóleo y combustible para aviones en algunas regiones de EEUU, haciendo subir los precios y generando descontento social”, explica Johnston. En paralelo, Canadá también sufriría: el volumen que podría redirigir hacia Asia vía Trans Mountain tiene un límite, y sin nuevas rutas internas o externas, la sobreproducción colapsaría los precios del crudo canadiense en origen.

Alternativas al oleoducto de Trans Mountain que podrían volver al tablero

Oleo

Ante este contexto incierto, han vuelto a sonar con fuerza dos proyectos congelados hace años: Energy East y Northern Gateway.

  • Energy East: una megaestructura de 4.600 kilómetros, diseñada para transportar más de un millón de barriles diarios desde Alberta y Saskatchewan hasta el Atlántico, cruzando el corazón de Quebec y terminando en Nuevo Brunswick. Fue cancelado por la fuerte oposición local y por su impacto ambiental.
  • Northern  Gateway: de 1.173 kilómetros, pretendía llevar 500.000 barriles diarios hasta el puerto de Kitimat, en Columbia Británica, para su exportación a Asia. También fue rechazado por razones similares.

Ambos proyectos reforzarían la autonomía energética de Canadá, pero requerirían inversiones astronómicas: en torno a 25.000 millones de dólares en el caso de Northern Gateway y más de 100.000 millones para Energy East. Además, las empresas privadas implicadas, como Enbridge, han descartado retomarlos sin garantías.

“La única vía para revivirlos es la intervención directa del gobierno federal”, apuntan desde el canal especializado Historia Geopolítica. Pero esto implicaría un consenso político nacional que lleva años sin materializarse.

¿Un nuevo orden mundial en torno a la energía?

Oleoducto2

Irónicamente, Trump podría acabar siendo el catalizador del renacimiento energético canadiense. Los cinco primeros ministros provinciales firmaron recientemente una carta conjunta invocando un “nuevo orgullo nacional” frente a la agresividad comercial estadounidense.

“La hostilidad construye oleoductos más rápido que la diplomacia”, declaró un asesor del Parlamento canadiense, resumiendo el sentimiento emergente en el país. Incluso el debate sobre utilizar el crudo como arma geopolítica ha llegado a la esfera pública, con opiniones encontradas dentro del propio gobierno federal.

La ministra de Exteriores, Mélanie Joly, ha declarado que “todo está sobre la mesa”, aunque la primera ministra de Alberta, Danielle Smith, rechaza tajantemente esta opción por sus efectos devastadores sobre la economía de su provincia. Así, Trump ha reactivado un viejo debate en Canadá: el de si es hora de dejar de mirar al sur… y construir su propio destino energético.

Imágenes | The Globe and Mail, Historia Geopolítica, Trans Mountain web

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