Esta es la primera prueba que escribo para Motorpasión, de modo que también empiezo a lo grande. He probado el Audi TT Coupé en toda su variedad: 2.0 TFSI con cambio manual y 3.2 V6 quattro con cambio S Tronic. El TT destaca por ser un coupé deportivo extremadamente divertido y pensado para disfrutar de la carretera, compatible con el uso diario sin ser excesivamente caro.
Exterior
Respecto a su predecesor de 1998, el TT Coupé ha crecido en todas las cotas, y eso se traduce a un interior ligeramente más espacioso, aunque para cuatro personas se queda muy justo. Su apariencia no deja indiferente a nadie, es todo un “partecuellos”, seductor y atractivo al extremo. Lo primero que uno piensa al verlo es “¡lo quiero!”. El diseño en aluminio y acero hace que la carrocería pese tan sólo 207 Kg.
La línea elevada de la carrocería le embellece, pero deja poca superficie para las ventanas, disminuyendo la luminosidad. Un detalle que no me convence es la posición de los retrovisores (retrasada, como en el Peugeot 207), que no es la mejor solución de cara al ángulo muerto. También resta un poco de visibilidad en la diagonal delantera.
En la parte posterior sigue siendo precioso. Posee un alerón que se despliega a 120 Km/h y se guarda por debajo de 80 Km/h, para dotar al TT de mayor estabilidad, pero también manipulable a voluntad. No busquemos anagramas de motorización por que no vamos a encontrarlos. La única forma fácil de identificar al 2.0 TFSI es por la salida doble de escape en el lateral izquierdo, mientras que el 3.2 tiene dos tubos, uno a cada lado, por lo menos el doble de gruesos. Esta característica del 3.2 le hace un poco más seductor por el sonido de escape. El anagrama quattro también delata al 3.2.
Un apunte sobre los neumáticos. La versión “básica” del TT 2.0 TFSI monta gomas de medidas 225/55 R 16, y como se trata de un tracción delantera muy vivo, el desgaste de las ruedas delanteras será notablemente superior al de las traseras. El modelo 3.2 calza de serie neumáticos 245/45 R 17, pero su desgaste por los flancos es totalmente neutro debido a la tracción quattro. Tras haber probado el coche con Continental SportContact 2 y Michelin Sport, me quedo con las segundas.
Interior
El TT es un deportivo puro y duro, con pocas concesiones al confort. Está pensado más que nada para dos adultos, aunque midan 2 metros entran bien, otra cosa es salir, y más en un aparcamiento estrecho. Las plazas traseras están para salir de un apuro puntual por varios motivos.
En primer lugar, no hay reposacabezas, ni en opción. En segundo lugar, una persona que alcanza 1,60m de estatura ya toca con la cabeza el cristal, y en tercer lugar, hay que abrirse de piernas para que quepan los ocupantes delanteros. Cuatro ocupantes de estatura media (1,60-1,70) ya irán apretados, incluso dos niños de corta edad van a ir muy justos. En un viaje de más de 100 Km. la experiencia puede ser incómoda para todos.
Como deportivo que es, el puesto de conducción está muy pensado para ofrecer las máximas sensaciones al conductor, por eso vamos prácticamente rozando el suelo con el culo, a 11 cm en la posición más baja. Al asiento sólo se le puede reprochar que la inclinación de la zona destinada a piernas y nalgas no es posible, limitando un poco el ajuste perfecto.
La posición natural es bien baja, aunque un conductor que mide 1,70 no puede ir totalmente bajo o no va a ver bien el asfalto. Como colofón, los pedales están en la posición ideal y permiten sin problemas las técnicas de punta-tacón por la cercanía entre los pedales.
El volante, recortado por la parte inferior, facilita un poco el acceso y salida del coche, y requiere acostumbrarse un poco a él. Por ejemplo, en zona urbana, su manejo resulta un poco extraño al principio, sobre todo los aficionados al “bayetazo”. El tacto es exquisito e integra los mandos del equipo de audio necesarios. Evidentemente en un Audi, el volante se regula en altura y profundidad. Todos los mandos son fáciles de manipular sin necesidad de mover el cuerpo ni un milímetro.
El acabado tiene un gran nivel de calidad, aunque se le puede sacar algún lunar, como un descosido apreciable en la caña de la dirección, bajo el tablero de instrumentos. Los detalles prácticos son los justos: únicamente la guantera (con llave) y unos cajones bajo los asientos (mínimos) ocultan las pertenencias del exterior. El confort se sacrifica un poco por la deportividad, pero sin exagerar. La sonoridad es contenida a ritmos legales con ambos motores, y cuando se les pide que chillen, lo hacen, y en ningún modo es algo molesto. Y si alguien se siente molesto, es que no quiere un coche de este tipo.
Termino con el maletero, cuyo enorme portón debe ser vigilado en aparcamientos estrechos por la altura que alcanza. Hay poquito sitio, 290 litros de volumen, ampliables si abatimos los asientillos traseros. Para equipaje de cuatro personas, claramente insuficiente, para dos… suficiente. Un detalles que no me ha gustado nada es que no tenemos rueda de repuesto, es un kit antipinchazos; reventón=grúa. Un último consejo respecto al portón, a la hora de bajarlo, ¡mucho cuidado con las cabezas de los ocupantes traseros! Se avisa de esta peculiaridad con advertencias gráficas.
Continua leyendo la parte 2.