Los pequeños coches deportivos y relativamente asequibles no son legión. Tenemos al Hyundai i20 N, al Mazda MX-5, al Toyota GR Yaris y poco más. El GR Yaris tiene además el aliciente de ser un auténtico homologation special, como lo fueron en su día los Lancia Delta HF Integrale o los primeros Subaru Impreza STI.
Recientemente objeto de un restyling, el Toyota GR Yaris es un modelo aclamado por ser un peso pluma, por sus prestaciones y sobre todo por destilar un placer de conducción sin igual en su gama de precio, cuesta menos de 39.000 euros (43.250 euros si se opta por el GR Yaris con Circuit Pack).
Cuando probó la versión de 261 CV, nuestro compañero Jesús decía de él que era “un unicornio nacido para el WRC con 261 CV que rebosa sensaciones en carretera”. Y es exactamente eso. Eso sí, lo de unicornio nuestros vecinos franceses se lo van a tomar de forma literal.
Y es que al norte de los Pirineos, el nuevo Toyota GR Yaris va a costar casi 100.000 euros la unidad. Está claro que no van a ver muchos por sus carreteras. De hecho, es tan caro, que la marca ha optado por proponerlo en serie limitada a 300 unidades, en un intento de que el precio no duela tanto.
Cuando pagas más impuestos que coche
El Toyota GR Yaris ha sido objeto de una actualización recientemente, con una potencia que sube ahora hasta los 280 CV conservando la tracción integral y todo lo necesario para homologar el Yaris en el WRC. En España, todavía no se conocen los precios de la pequeña bomba, pero sí en otros mercados, como Francia. Y el precio al que se venderá la pequeña joya nipona es deprimente.
La razón de ese precio desorbitado no tiene nada que ver con Toyota, sino con la durísima fiscalidad francesa que penaliza los coches con elevadas emisiones de CO₂ homologadas y que tienen sobrepeso.
De hecho, el precio antes de esos dos impuestos adicionales, es decir, incluyendo IVA y entrega, es de sólo 46.300 euros con cambio manual de 6 marchas y de 48.800 euros con cambio automático de 8 relaciones. Y la verdad, un auténtico coche de rallys por lo que cuesta un CUPRA Ateca de 190 CV, es una ganga.
El peso, en el caso del Toyota, no es lo que más le saldrá caro al comprador galo, sino las emisiones de CO₂, que suben a 190 g/km con cambio manual y 210 g/km con el cambio automático.
Resultado, el comprador de un GR Yaris 280 CV con cambio manual tendrá que abonar además 45.990 euros en impuestos si quiere matricular su coche y 60.000 euros, si opta por el cambio automático. Sí, según la transmisión escogida se pagará prácticamente dos veces el coche, o incluso se pagará más impuestos que coche.
Al final, el nuevo GR Yaris puede costar en Francia un mínimo de 92.290 euros y 108.800 euros, según la caja de cambios escogida. Eso sin contar las posibles opciones. Viendo estos precios, las 300 unidades que tiene previsto vender Toyota France hasta parece una cifra optimista. Claro que Toyota France también vende en Mónaco donde, si bien se aplica el IVA francés, el impuesto sobre el CO₂ no existe.
El Toyota GR Yaris es sólo el nuevo ejemplo de un país que ha decidido matar al coche pasional. Y casi que a cualquier coche. Entre las tarifas de estacionamiento en función del peso y el impuesto al CO₂, que hace que un Cupra Formentor de 310 CV cueste entre 105.386 euros y 111.618 euros o que un Ford Tourneo diésel de 150 CV cueste más de 100.000 euros, hay que estar muy motivado para comprar según qué vehículos.
Curiosamente, el Alpine A110, modelo francés, es el único deportivo que se libra de ser gravado con decenas de miles de euros de impuestos. Según las versiones, el cliente tendrá que pagar entre 2.544 y 4.279 euros más. Parece hasta razonable para una de las mejores y más divertidas berlinetas disponibles en la actualidad.
