Primero los conductores, y ahora las marcas. Nadie ve el sentido a "pagar más por algo que sé que ya tiene el coche"

Primero los conductores, y ahora las marcas. Nadie ve el sentido a "pagar más por algo que sé que ya tiene el coche"
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Muchos fabricantes de coches llevan tiempo explorando los servicios de suscripción y las tecnologías conectadas como una vía más de ingresos. Funciones como el volante o los asientos calefactados, o incluso mejoras en la suspensión han llegado a estar disponibles previo pago, a pesar de que los vehículos ya cuentan con el hardware.

Sin embargo, los consumidores no parecen estar de acuerdo con este modelo. Según el informe 2025 State of Connected Car Apps de Smartcar, el 76 % de los conductores encuestados en EEUU y Europa no está suscrito a los servicios conectados de su coche ni se lo plantea.

Tecnología conectada: presente, pero poco utilizada

El estudio también revela que, para 2030, se espera que el 96 % de los vehículos nuevos sean coches conectados con acceso a servicios digitales. Sin embargo, hay una gran desconexión entre la oferta y la adopción real de estos servicios. Muchos propietarios desconocen las capacidades de sus vehículos o simplemente no encuentran suficiente valor en ellas como para pagar una suscripción.

Entre los que sí utilizan los servicios conectados, el 49 % paga por ellos mientras que el 51 % los obtiene de forma gratuita a través del fabricante. Sin embargo, el 67 % de los suscriptores actuales desearía más funciones incluidas en el precio y un 65 % señala el coste como la principal barrera para no usarlos.

Así, la resistencia a pagar por funciones que antes venían incluidas en el precio es evidente, y aunque algunos estarían dispuestos a probar estos servicios, la mayoría solo lo haría si el coste fuera menor. En los últimos años, varios fabricantes han intentado implementar suscripciones o servicios de pago por uso con resultados muy dispares.

Asientos

En 2022, BMW fue uno de los primeros en generar polémica al explorar cobrando por elementos como los asientos calefactados, aunque acabó rectificando por la escasa adopción del público. Audi, por su parte, también ofrecía servicios de suscripción como el climatizador bi-zona.

Otro ejemplo es Mazda, que también enfrentó críticas cuando su arranque remoto pasó de ser gratuito a ser de pago. Sin embargo, General Motors sigue apostando por este modelo, convencido de que los consumidores pagarán hasta 135 dólares (unos 123,6 euros) mensuales por sus servicios de suscripción.

En contraste, Volvo se ha posicionado en contra de esta tendencia. Anders Bell, director técnico de Volvo, ha manifestado su escepticismo sobre cobrar por desbloquear funciones ya integradas en el vehículo: “Me costaría mucho pagar para desbloquear un hardware que sé que ya está instalado en el coche”. Además, Bell asegura que en el futuro se buscarán modelos más aceptables sin depender en exceso de los ingresos por software.

Más allá de las suscripciones: el valor percibido

El informe de Smartcar, empresa especializada en tecnología para coches conectados, también revela que los conductores estarían dispuestos a pagar más si las funciones ofrecidas fueran realmente valiosas. Entre las opciones mejor valoradas están la asistencia de emergencia, el mantenimiento del vehículo y los sistemas de navegación más punteros.

En cambio, funciones como las llaves inteligentes apenas despiertan interés. Además, el 56 % de los conductores prefiere utilizar aplicaciones de terceros para tareas como el seguro, el mantenimiento o la carga del vehículo eléctrico, en lugar de recurrir a los servicios de suscripción de los fabricantes. Esto sugiere que los usuarios buscan soluciones más accesibles y con una mejor relación calidad-precio.

Un estudio revelador… pero con limitaciones

Vw

No obstante, a pesar de los datos reveladores, lo cierto es que el estudio de Smartcar no ofrece información desglosada por marcas o modelos, lo que impide conocer cómo varía la percepción de los usuarios según el tipo de vehículo o el segmento al que pertenece.

En este sentido, sería interesante poder analizar si los propietarios de coches premium son más propensos a pagar por suscripciones en comparación con quienes compran modelos más baratos. Tampoco se profundiza en cómo influyen factores como la edad o el perfil del conductor en la decisión de pagar por estos servicios, por ejemplo.

En conclusión, los servicios de suscripción en los coches siguen sin convencer a la mayoría de los conductores. El coste y el valor percibido son las principales barreras, y mientras algunas marcas insisten en esta estrategia, otras como Volvo apuestan por un enfoque más equilibrado. Lo que está claro es que los fabricantes deberán replantearse estos modelos de pago por uso si quieren que los usuarios adopten estas suscripciones de forma masiva.

Imágenes | BMW, Getty Images

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