Falta de tiempo, desidia, pereza... Llámalo como quieras, pero muchos conductores no suelen visitar la gasolinera hasta el último momento, básicamente cuando están próximos a quedarse sin gasolina.
Esta práctica no es mala por sí misma, pero sí que entraña ciertos riesgos derivados. Los coches diésel o de gasolina no deberían circular más de lo estrictamente necesario en reserva, y hoy vamos a explicar por qué.
La no-economía de circular con el depósito casi vacío
Todos alguna vez hemos pensado eso de "echo 10 euros y voy tirando", aunque sea de manera puntual. Ok, está bien, no pasa nada por dejar que el coche llegue a la reserva y seguir circulando.
Si es una cuestión esporádica no hay problema, pero en contra de algunas creencias no es beneficioso ni para el coche ni para nuestro bolsillo. Repostar de 10 en 10 euros no implica gastar menos, sólo echaremos gasolina a poquitos, haremos más visitas a la gasolinera, perderemos más tiempo y al final gastaremos el mismo dinero en combustible.
Los defensores del céntimo pueden afirmar que es mejor rellenar el depósito de poco en poco porque así se carga con menos peso y eso reduce el consumo. En la otra esquina del cuadrilátero está la postura asentada sobre argumentos de física que dicen que en un depósito lleno donde hay mucho menos espacio para el aire, el combustible se evapora menos y la condensación es mucho menor.
No merece la pena el riesgo de circular con el depósito en mínimos a largo plazo por poder ahorrar algún euro.
Qué averías puede sufrir el coche por circular demasiado tiempo en reserva
Las instalaciones de las gasolineras pasan revisiones periódicas en las que se examinan desde los tanques hasta los surtidores pasando por todos los elementos intermedios. Los combustibles deberían salir limpios, pero no siempre es así.
Ya sea en el almacenaje, en el transporte o en el suministro, la gasolina y el diésel pueden adquirir impurezas que finalmente terminen en el depósito de nuestro coche. Incluso en coches veteranos estas impurezas pueden proceder de la corrosión del propio depósito. Es por eso que los coches cuentan con filtros de carburante para atrapar las impurezas antes de llegar al sistema de admisión.
Estas impurezas son más pesadas que la gasolina o el diésel, así que se acumulan a modo de sedimentos en el fondo del depósito de combustible. Apurar la reserva hará que estos sedimentos sean captados con mayor probabilidad por las bombas de admisión y enviadas hacia el motor.
Cuanto más tiempo circulamos en reserva, más impurezas pueden absorberse y su acumulación puede derivar en múltiples averías. Pueden ser problemas leves como un fallo en el aforador que nos indica el nivel de combustible hasta que el coche deje de funcionar por obstrucción de los conductos de admisión o de la bomba de combustible.
Más grave aún puede ser el caso de obstrucciones en los inyectores o desgastes prematuros en las cámaras de combustión o de las válvulas encargadas de alimentar y evacuar los gases del motor.
Sí, nos pueden multar con hasta 3.000 euros por quedarnos sin gasolina
De la misma manera que vimos en el caso de quedarte sin AdBlue, no hay una normativa expresa por la que las autoridades nos puedan sancionar en caso de quedarnos tirados sin gasolina.
En cambio sí se nos puede multar en el caso de que el coche se quede inmovilizado. Entorpecer la circulación o detener el vehículo creando una situación de peligro para el resto de usuarios de la vía puede suponernos una sanción económica de 200 euros.
Si además decidimos dejar detenido el coche y acercarnos a una gasolinera a por combustible, nos pueden multar con hasta 3.000 euros por transportar un líquido inflamable en un recimiente no homologado.
Así que, sí, lo de conducir en reserva puede salirnos bastante caro.
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