Sobre todo en los últimos dos años, tanto el precio de los coches nuevos como el de los usados han alcanzado niveles sin precedentes, y no parece que la tendencia vaya a mejorar a corto plazo. También pasa en EEUU, donde el mercado está en un momento tan convulso que en ocasiones se llega a pagar más por un coche usado que por uno nuevo.
Para muestra un botón. Y compañías como Carvana, que en lugar de concesionarios tiene “máquinas expendedoras de coches” y basan su modelo de negocio en la compra venta online, están viendo cómo los algoritmos en los que confían para determinar el valor de los vehículos a veces se vuelven tan locos que podrían llevarles directamente a la quiebra.
Cuando un bot compra tu coche de nueve años más caro de lo que costó nuevo
Imagina que en su día compras un sencillo Honda Fit -equivalente a un Jazz- de 2014 (nada de versiones especiales ni extras costosos) y que después de años de uso, lo puedas vender por 20.905 dólares (unos 19.800 euros al cambio actual). Es decir, 90 dólares (85 euros) más caro de lo que te costó. Y todo en apenas media hora por Internet.
Sin tener que regatear, ni esperar tediosos procesos que se alargan en el tiempo. Solo tienes que limitarte a concertar una cita para que recojan el coche en tu puerta y te den el cheque correspondiente. Idílico, ¿verdad? Pues hay a quienes les pasa hoy en día... gracias a los bot que hay detrás de imperios de la compra venta online como el de Carvana.
Una máquina de vending de coches: qué es Carvana y cómo funciona
La compañía de compra-venta online de coches usados Carvana nace en 2012 y pronto se hace famosa por sus curiosas máquinas expendedoras de coches de varios pisos. Una vez que el comprador ha elegido el suyo, solo tiene que introducir “una moneda” en el concesionario automatizado y voilá, el coche en cuestión sale solo directo a las manos de su propietario.
La compañía, por ahora, tiene hasta 34 de estos peculiares concesionarios automatizados repartidos por EEUU. Y es que a pesar de que los precios de los coches de segunda mano han estado disparados en los últimos meses en EEUU, a finales de 2022 pegó un batacazo considerable en bolsa, que ha puesto sobre la mesa la debilidad de su modelo de negocio.
Pero Carvana no se convirtió en la empresa de su sector que más rápido creció en su día en EEUU (y la tercera compañía más rápida en llegar a la lista Fortune 500) consultando a vendedores a qué precio compraban y vendían sus coches. En su lugar, construyó todo un sistema informático alrededor de un algoritmo en el que confían tan ciegamente que ningún empleado lo cuestionaba.
Ahora, y pese a que la empresa asegura en sus últimas cuentas de resultados que obtiene “una media de más de 4.000 dólares de beneficio por cada coche” según afirmaba Tom Taira, de Carvana en una entrevista, “cada mes cometemos errores de entre 3.000 y 5.000 dólares”.
¿Cómo es posible? En esencia, porque el algoritmo no es perfecto, ni mucho menos en un momento tan convulso como este para el mercado de compra venta de coches en el que oferta y demanda no parecen ponerse de acuerdo.
Pero además, hay casos concretos que ‘se le escapan’, como el de comprar un Honda Fit (equivalente a un Jazz) de 2014 por 20.905 dólares (unos 19.800 euros al cambio actual), cuando nuevo costó casi 100 dólares menos. El margen puede parecer poco, pero nada más lejos de la realidad.
Por qué confiar el valor de un coche a un algoritmo no es una buena idea
Carvana recorded a net loss of $806 million in the fourth quarter. The company's rising tide of red ink caps off a year of inflationary pressures, rising interest rates, reductions in profit per vehicle and fluctuations in consumers' used-vehicle demand.https://t.co/TqxrS3uJga
— Automotive News (@Automotive_News) February 24, 2023
La pandemia trajo años de bonanza en EEUU a empresas como Carvana y algunos de sus competidores más fuertes como Vroom, TrueCar o CarMax.
Estos modelos de negocio online aprovecharon el momento ante una industria herida gravemente por los cuellos de botella logísticos, y después casi “rematada” por la que parece una escasez de microchips eterna.
Cuando se levantaron las restricciones, los compradores apenas encontraban coches nuevos (y mucho menos de forma inmediata o con determinadas especificaciones), por lo que la gallina de los huevos de oro no dejaba de engordar.
Ahora parece que la fiesta podría estar a punto de terminar y el fundador de Carvana, Ernie García III, quizá necesite tener a mano un par de aspirinas para sobrellevar la resaca.
En noviembre del año pasado empezó su peor pesadilla, y a finales de año vio a su firma perder hasta 6.700 millones de dólares.
Más allá del contexto en el que nos movemos está claro que su algoritmo no siempre acierta, aunque traten de compensar ventas menos lucrativas con otras que les reporten más beneficios, se mueven con márgenes tan pequeños que así es difícil que sobrevivan pese a haber reducido sus empleados físicos al mínimo para recortar gastos.
Por qué peligra la viabilidad de las empresas que empiezan a pagar tanto por los coches
El caso del Honda Fit es un claro ejemplo, pues un coche que ya no se fabrica, con pocos kilómetros en su haber y un historial limpio de accidentes tiene muchos puntos a su favor para perder poco valor en el mercado pese a su equipamiento sencillo, pero “un tasador humano” difícilmente podría darle a un coche de nueve años un valor superior al que tenía nuevo.
El sistema de Carvana rastrea las bases de datos públicas que registran seguros, matriculaciones, kilometraje, accidentes, etc. antes de emitir el presupuesto para cada coche, pero por ejemplo depende del momento en que lo consultes, estas cifras pueden variar.
Es decir, puede que quieras vender tu coche hoy. Te metes en el sistema, introduces sus características y la poca información que te pide Carvana, y al cabo de unos minutos tienes el precio por el que la empresa está dispuesta a comprarlo. Si no te convence, no lo guardes, y puede que si vuelves a probar dentro de un mes, este varíe a tu favor. Así, hasta que te cuadre.
El valor del cheque final gira principalmente en torno a tres factores: “el precio al que se vendería el coche en el mercado mayorista hoy en día, lo que Carvana prevé que valdrá a corto plazo y los coches que necesitan tener en su inventario”, dicen desde la propia compañía.
Además, sus márgenes “no dependen ni de financiación ni del seguro”, y nunca mandan revisar el coche a nivel mecánico antes de comprarlo a su propietario. El proceso de venta de un coche a la plataforma puede llevar menos de media hora, y te recogen el coche en la puerta de casa.
Propietarios como el del pequeño Fit estarán felices con la transacción, pero un modelo de negocio como el de Carvana podría tener los días contados si no revisa ‘la forma de pensar’ de sus ordenadores.