El equipo británico del Bloodhound LSR (antiguo Bloodhound SSC), que debutó en septiembre de 2015, tiene por objetivo alcanzar el récord absoluto de velocidad sobre tierra y superar la barrera psicológica de las 1.000 mph, es decir, 1.600 km/h.
El año pasado casi termina en bancarrota, antes de que el coche-cohete pudiese rodar tan siquiera unos metros. Con energías y financiación renovadas, el Bloodhound LSR pilotado por Andy Green ya ha superado los 800 km/h en el desierto sudafricano del Kalahari.
Ha alcanzado los 501 mph (806 km/h), lo que le deja a medio camino de su objetivo y, de paso, lo cuela entre los 10 coches más rápidos de todos los tiempos. El equipo va subiendo con cada salida el objetivo. Y es que intentar ir a por el récord el primer día sería poco más que un suicidio. Con nueva marca, cada vez más alta, el equipo va afinando el coche, comprobando que todo funciona y que el piloto se va acostumbrando a la velocidad cada vez más alta.
Por ejemplo, en una de las primeras salidas, a la hora de apagar el motor se declaró un incendió en el motor. Andy Green avisó del incendió al ver la alarma en su cockpit y salió del coche. Los bomberos del equipo acudieron en segundos. Tras inspeccionar el coche se dieron cuenta de que no hubo ningún incendio.
Una de las sondas de alarma, diseñadas para romperse cuando alcanzan temperaturas de 160ºC -es así como dan la alarma- se rompió debido al calor exterior (36ºC) y al propio calor del motor. Es ese tipo de incidentes que se buscan subsanar con la subida paulatina de la velocidad antes de intentar ir a por el récord.
Bloodhound LSR: una hazaña técnica y empresarial
La hazaña del Bloodhound no es solo deportiva y técnica, también lo es de supervivencia. A pesar de haber generado un inmenso interés, especialmente en el Reino Unido, el equipo se quedó sin fondos en 2018. En octubre del año pasado entró en concurso de acreedores y todo apuntaba a que la aventura terminaría antes de haber empezado. Sin embargo, al último momento un empresario inglés (Ian Warhurst, dirigente de Melett, un fabricante de componentes para turbos) compró el equipo Bloodhound.
Andy Green, ex piloto de la RAF y a los mandos del Bloodhound SLR, detiene actualmente el récord absoluto de velocidad. Alcanzó la escalofriante velocidad media de Mach 1,02 (1.233,704 km/h) en el desierto de Nevada, en 1997. Por cierto, en la última pasada llegó a alcanzar en punta los 1.240 km/h.
Técnicamente, el Bloodhound cuenta con la propulsión de un motor a reacción (Rolls-Royce Eurojet EJ200 tomado prestado de un Eurofighter Typhoon) y de un motor de cohete diseñado ex profeso para el Bloodhound.
Mide 13,47 metros de largo por 3,66 metros de ancho pesa 7,8 toneladas. Con una potencia total estimada de 136.000 CV (212 kN o 23.000 kp), el Bloodhound debería tardar 3,6 segundos en recorrer una milla (1,6 km) cuando esté a pleno gas. Antes de eso, tiene una distancia de 9 km para ir acelerando. El equipo calcula que tardará tan sólo 55 segundos para alcanzar las 1.000 mph. Pero eso, si todo va bien, será el año que viene.
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