El calendario automovilístico norteamericano está marcado por cuatro eventos principales: (aquí cada uno quitará o pondrá según sus predilecciones) las 24 horas de Daytona de las Grand-Am Series, las 12 horas de Sebring de las American Le Mans Series, la Daytona 500 de la NASCAR y por último el evento por excelencia de los monoplazas, la Indy 500.
Un evento que no sólo aglutina un fin de semana de carreras, se trata de casi un mes dedicado a una sóla prueba. A la PRUEBA. En la carrera, Helio Castroneves aprovechó su pole para comenzar mandando en la prueba. El brasileño junto a su compañero de equipo en Penske, Ryan Briscoe se enzarzaron en un bonito duelo con los hombres de Chip Ganassi, Dario Franchitti y Scott Dixon, pero los diversos accidentes y la presencia del safety-car recortaba las opciones del brasileño.
La carrera siguió accidentada impidiendo que nadie tomara la ventaja suficiente, hasta que tras el último incidente a falta de 17 vueltas dejó las cosas más claras. Una última parada en boxes devolvía a Castroneves al frente del pelotón y condenaba tanto a Franchitti como a Dixon por posiciones menos relumbrantes. El brasileño se escapaba y se hacía con la victoria por delante de Dan Wheldon y Danica Patrick, consiguiendo su tercer entorchado en el mítico Indianápolis.
Por suerte para los españoles, Oriol Serviá finalmente consiguió un asiento para disputar la prueba. Vigésimo quinto en la parrilla, su remontada le llevó hasta el Top 10 mediada la carrera. Pero la suerte le dio la espalda en forma de avería diciendo adiós a la prueba. El catalán demuestra que se merece un volante, año tras año, pero cada vez le cuesta más encontrar quien confie en él.
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