Han pasado 60 años desde la primera victoria de Ferrari en las 24 horas de Le Mans y más de 40 años desde que lo hiciera por última vez. Desde 1965 muchas cosas han cambiado en el mundo del automovilismo. Por aquel entonces la marca del Cavallino estaba forjando el mito que hoy en día es una realidad.
Pero tras tener mantener una gran relación con la prueba de resistencia por excelencia, Ferrari decidió poner toda la carne en el asador de la Formula 1, el máximo exponente de la competición. Ahora tras muchos años en la F1, el tope presupuestario puede ser una piedra en la relación entre la FIA y la Scuderia.
Ferrari se deja querer por Le Mans en un intento claro de dar celos a la FIA. La relación entre la federación internacional y los italianos está pasando por su punto más bajo en muchos años y Ferrari no ha dudado en lanzar un órdago a Max Mosley y compañia. Un movimiento semejante al del mismísimo Enzo Ferrari, cuando a mediados de los ochenta presentó un Ferrari para la Indy 500.
El primer paso para ello lo ha dado Luca Cordero Di Montezemolo. El presidente de Ferrari ha solicitado a su equipo un estudio de viabilidad del proyecto y otro en relación al vehículo y motorización a usar en la mítica prueba. Proyecto real o medida de presión, para cualquier aficionado a la resistencia, el mero hecho de pensar en un LMP1 originario de Maranello pone los pelos de punta.
La principal “ventaja” de la prueba francesa es que se encuentra fuera del abanico FIA. En todo lo que lleve la palabra Le Mans, la federación internacional no puede meter la mano, algo que muchos agradecen. Además A.C.O, organizadores de las 24 horas de Le Mans y Le Mans Series, a buen seguro que harían lo que estuviese en sus manos para contar con los italianos entre los participantes.
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