"Vamos a ver más muertes y más heridos graves". "A las leyes de la física no les importa la opinión pública". Un país sube a 100 km/h el límite de velocidad tras una consulta popular con el 65% a favor

"Vamos a ver más muertes y más heridos graves". "A las leyes de la física no les importa la opinión pública". Un país sube a 100 km/h el límite de velocidad tras una consulta popular con el 65% a favor
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Tocar los límites de velocidad generales, ya sea a la baja o al alza, suele ser un arma política, pues es un elemento fácilmente polarizante entre partidarios de una mayor libertad frente a los de una mayor seguridad. Mientras algunos países reducen sus límites generales de velocidad, como Irlanda, otro ha decidido subir el límite de velocidad en sus carreteras principales.

Nueva Zelanda, que apenas cuenta con autopistas, ha decidido subir el límite de velocidad general en sus carreteras de doble sentido de 80 km/h a 100 km/h. El actual gobierno, de corte conservador y promotor de esta subida, alardea de que supondrá una mayor productividad y reducirá el tiempo de los trayectos, mientras que sus detractores argumentan que habrá más siniestralidad y fallecidos.

Los límites de velocidad sometidos a consulta popular

Nueva Zelanda cuenta con muy pocas autopistas, las pocas que hay suelen estar en la isla norte y cerca de la capital, Auckland. Los ejes principales siguen siendo carreteras de doble sentido y carril único que atraviesan pueblos. Habida cuenta de la densidad de población y de la orografía del país, reducir la velocidad en estas vías a 80 km/h en lugar de 100 km/h parecía una buena idea. Salvo que al parecer la medida no gustó a la mayoría de neozelandeses.

El partido al poder hizo campaña para revertir las reducciones generales de los límites de velocidad en las últimas elecciones, “y más del 65% de los participantes en la consulta sobre la Norma de Transporte Terrestre: Establecimiento de Límites de Velocidad 2024 votaron a favor” de volver a los antiguos límites de velocidad.

Nz Highway Junction

Para el gobierno de coalición, se trata de “facilitar el transporte de personas y mercancías de un punto a otro de la forma más rápida y eficaz posible, lo que contribuirá a impulsar el crecimiento económico y a mejorar la productividad”. Para el director ejecutivo de Transporting NZ (la DGT neozelandesa), Dom Kalasih, ahorrar 15 minutos en un trayecto de cuatro horas supondría un ahorro de entre 50 y 60 dólares neozelandeses (entre 27 y 31 euros) para los transportistas.

El primer cambio del límite de velocidad ya se ha hecho efectivo, en la carretera estatal 2 entre Featherston y Masterton. La velocidad máxima permitida en esa carretera pasó de 80 km/h a 100 km/h. Los residentes de Featherston parecían apoyar el cambio, según la RNZ.

Aunque los cambios pueden ser populares entre el público, dijo la portavoz de Transporte del Partido Verde, Julie Anne Genter, “las leyes de la física no son una cuestión de opinión pública, todos sabemos que cuanto mayor es la velocidad mayor es el daño”.

La carretera en cuestión es una simple nacional de dos carriles, uno por sentido, separados por una mediana que, en algunos tramos, son una serie de cables tensados entre postes. Si bien impide los adelantamientos, los cuales siempre conllevan un riesgo, no se puede decir que la carretera sea mucho más segura por ello, especialmente para quien conduzca una moto.

Más allá de las carreteras nacionales, la nueva norma exige que se anulen los límites que se hayan reducido previamente en las zonas urbanas, excepto cuando los límites de velocidad reducidos se encuentren en las calles principales de los centros urbanos y en las inmediaciones de los colegios durante las horas de entrada y salida.

En estos casos, el límite seguirá siendo de 30 km/h, salvo en las zonas rurales, donde cerca de sus colegios el límite será de 60 km/h. La diferencia entre el límite en zona escalar urbana y rural es sencillamente incomprensible.

Todavía quedan 49 tramos de carretera estatal cuyos límites de velocidad se someterán a consulta pública para que “las comunidades locales” puedan expresar su voluntad de mantener el actual límite de 80 km/h o subirlo a 100 km/h.

Sin embargo, para el ex asesor científico jefe del Ministerio de Transportes, el profesor Simon Kingham, la investigación basada en pruebas y la opinión de los expertos deberían ser centrales en las consultas, lo que, según él, significaría que no saldrían adelante.

Asegura que “es casi seguro que vamos a ver más muertes y más heridos graves porque, aunque el Gobierno tiene razón en que las drogas y el alcohol son una de las causas principales, la velocidad es también una de las causas principales”.

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