La corporación japonesa Mitsubishi es una de las tecnológicas con más ramas que hay en la esfera automotriz. Fundada en 1870 por Yataro Iwasaki como empresa naviera, la compañía inició a finales del siglo XIX un proceso de diversificación que abarcaba desde finanzas hasta energía nuclear, pasando por la parte química y la industrial.
Fue en 1887 cuando, en una pequeña isla de Japón llamada Hashima, se descubrió una veta de carbón en el subsuelo marino. Mitsubishi compró la isla años más tarde para explotarla a nivel industrial. En su apogeo, más de 5.000 personas vivieron aquí, convirtiéndose en un hormiguero humano. La isla de Hashima está muy unida a lo paranormal por ser una ciudad fantasma, pero sobre todo a un pasado de esclavitud en las minas.
El origen de la mina-ciudad
Yataro Iwasaki era de la ciudad de Kochi, en la isla de Shikoku; este lugar era hogar del poderoso clan Tosa. Iwasaki trabajó para el clan y destacó por su gestión en las operaciones comerciales de Osaka. En 1870, fundó su propia empresa naviera, Tsukumo Shokai, con tres buques a vapor fletados del clan. Ese fue el comienzo de Mitsubishi.
Por entonces, era una compañía de envíos que disponía de una gran flota de barcos de vapor, por lo que el descubrimiento de una gran veta de carbón en la isla de Hashima, en la región de Nagasaki, llamó la atención de la compañía, que la compró.
Para el año 1889 Mitsubishi Materials ya había perforado dos túneles verticales que llegaban hasta el lecho marino, a una profundidad de casi 200 metros. Con el paso de los años la producción de carbón se multiplicó; en 1916 la mina producía 150.000 toneladas de carbón.
A medida que iba aumentando el negocio, la población en la isla, en un principio deshabitada, crecía, planteando la necesidad de que Mitsubishi empezara a levantar viviendas para los mineros y sus familias. Hasta 1916, la compañía fue levantando muros de hormigón en los bordes exteriores de la isla, triplicando su extensión.
Así, lo que era originariamente un islote, se convirtió en una especie de buque de guerra (por sus formas) que había ganado terreno al mar para albergar a toda una ciudad.
La isla sin verde
Mientras el mundo se sumía en la Primera Guerra Mundial y la demanda de carbón se disparaba, en las profundidades de la isla de Hashima se producían decenas de miles de toneladas de carbón al año a costa de durísimas jornadas de trabajo, y en su superficie ya vivían cerca de 3.000 personas.
Mitsubishi empezó a construir los primeros edificios de viviendas de hormigón armado para los obreros, consistentes en 'colmenas' de una habitación con una ventana, una puerta y un vestíbulo. El resto de espacios, como los baños o la cocina eran compartidos (no era así para el gerente de la empresa, los empleados de Mitsubishi o el personal de mayor jerarquía).
En 1917 se construyó en el centro de la isla el edificio más alto de Japón, con nueve pisos en forma de E. A partir de entonces Hashima empezó a ganarse el apodo de 'la isla sin verde', porque no había espacio para nada que no fuera hormigón (la imagen superior es actual, donde se puede ver cómo la naturaleza se ha abierto camino).
Hashima era la isla más densamente poblada de Japón, e incluso lo llegó a ser del mundo. Con una extensión de 1 kilómetro cuadradado, no quedaba sitio para nada más allá de las construcciones de hormigón, y se decía que los edificios servían de carreteras interiores que permitían recorrer la isla sin ni siquiera salir a la calle.
Se levantó una escuela, comercios, un cine, un hospital, cafés, e incluso una piscina pública. Así hasta 50 edificios. Lo único que no había eran coches, ya que era físicamente imposible que pudieran circular.
A principios de los 60 alcanzó su pico poblacional: vivían más de 5.000 personas.
El precio a pagar de una bestial industrialización
En 1941 (año del ataque a Pearl Harbor) la producción anual de carbón había alcanzado las 410.000 toneladas. Eran tiempos de guerra y el Gobierno japonés se hizo con mano de obra esclava, procedente de la ocupación de China y Corea, para cubrir los puestos vacantes que habían dejado los nacionales que acudían al frente de batalla.
Se estima que durante esa década y medio, más de 1.300 "esclavos" murieron en Hashima no solo por culpa de accidentes mineros, sino también por cansancio extremo y malnutrición. pic.twitter.com/psi3tmFpza
— Pedro Torrijos (@Pedro_Torrijos) March 26, 2020
En 1945 habían muerto más de 1.300 trabajadores en la isla debido a las condiciones extremas que soportaban en la mina y en la isla. Los mineros japoneses que no habían sido esclavizados también morían por accidentes, enfermedades pulmonares, malnutrición o suicidio.
En los 60 llegó el fin del auge del carbón y el petróleo comenzó a sustituir a esta materia prima (de hecho, la Organización de Países Exportadores de Petróleo se fundó en 1960).
Comenzaron a cerrarse minas y Mitsubishi se vio obligada a trasladar a los trabajadores a otras zonas y a otros sectores de la industria. El cierre oficial de la mina se produjo en 1974. La isla quedó abandonada, como una suerte de Pripyat que aún guarda el eco de mucho dolor y sufrimiento.
Desde entonces es una de las 505 islas deshabitadas de la prefectura de Nagasaki.
Convertida en macabro destino turístico
En 2002 Mitsubishi donó la isla a Nagasaki, que años después comenzó a abrir algunas zonas al turismo.
En 2015 Hashima fue considerada como parte del Patrimonio Mundial de la Humanidad de la UNESCO, y hoy en día se ha convertido en un morboso punto de peregrinación para turistas curiosos que viajan desde el puerto de Nagasaki, atraídos por las historias de fantasmas y el misticismo que impregna lo poco que queda ella.
Un paseo virtual a través de Google Maps nos permite conocer las ruinas de esta ciudad, de las que no queda más que hierros, escombros y los esqueletos de edificios que una vez fueron pioneros en Japón.
El director de cine Sam Mendes decidió en 2012 usar la isla como escenario para la taquillera 'Skyfall', de James Bond. Aquí es donde el villano Raoul Silva, interpretado por Javier Bardem, se hospeda. Y no es la única película que se ha rodado aquí.
Al final, la 'isla acorazada', también llamada Gunkanjima, se ha convertido en un recuerdo inalterable de atrocidades pasadas que no debemos ni olvidar, ni dejar que se repitan. Por desgracia, el concepto de colmenas humanas y el de esclavitud en el subsuelo nos suenan muy contemporáneos, ¿verdad?
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