El Mazda MX-5 es uno de esos deportivos que lo son por derecho propio, sin necesidad de recurrir a grandes artificios tales como compresión del aire en la admisión o como un extra de potencia. Dicen que dice Nobuhiro Yamamoto, que para algo es el director de programa del nuevo Mazda MX-5, que están más preocupados por las sensaciones que por las cifras de potencia o par motor, y que con los dos propulsores con que saldrá al mercado mundial (130 y 160 CV) va que chuta.
No habrá, por lo tanto, una versión MPS, ni falta que le hace al Miata. Hablamos de un deportivo en el que lo importante no es partir de un motor que entregue una caballería exagerada, sino de otro concepto de deportividad, más básica o hasta primaria si se quiere, fundamentada en una carrocería aligerada y un un correctísimo reparto de pesos, para conseguir un comportamiento dinámico de coche vivaracho, más que de un motor enorme con unas ruedas montadas debajo.
Quizá les choque a los acólitos de la potencia bajo el pie derecho, pero en Mazda tienen claro que un deportivo como el MX-5 no necesita de más motor que el necesario. De hecho, según Yamamoto, solucionar la papeleta con una motorización más prestacional iría en contra de la filosofía del Mazda MX-5. Y además, saldría más caro. Pero queda flotando en el ambiente la sensación de que se diga lo que se diga existirá el runrún sobre la necesidad de un Megamiata con motor de avión, en la línea de lo que hacen tantos otros fabricantes para convertir coches en cochazos. Total, que haters gonna hate..., mientras Yamamoto debe de pensar que contra la fuerza bruta, mejor anteponer el ingenio.
Vía | Jalopnik < Top Gear
En Motorpasión | Y ahora, un vídeo profundamente tonto que nos muestra la japonesidad del nuevo Mazda MX-5