Uno de los altos ejecutivos de Volskwagen ha tenido que cambiar el traje y la corbata por un uniforme de presidiario y unas esposas para testificar en una corte federal en Detroit. Oliver Schmidt, que fue detenido hace un mes por el FBI por conspiración en el fraude de emisiones de la firma alemana, se enfrenta a 11 cargos criminales. De ser acusado de los cargos, se podría enfrentar a una pena de 169 años en prisión.
La relación laboral actual de Schmidt con Volkswagen se desconoce; en el momento de su detención el pasado mes de enero, los fiscales reflejaron en el sumario del caso que aún seguía trabajando para la firma. El directivo seguirá en prisión en Miami ante el alto riesgo de fuga que existe, pero su abogado ha pedido el traslado a Milán.
Schmidt fue arrestado el pasado 7 de enero en el Aeropuerto Internacional de Miami cuando trataba de volver a Alemania, su país de origen, tras unas vacaciones familiares. Era uno de los siete altos cargos acusados en el escándalo de emisiones. Cinco de ellos permanecen fuera del alcance de Estados Unidos ya que se han quedado en Alemania; rara vez el país dirigido por Angela Merkel extradita a sus propios ciudadanos para enfrentarse a cargos en otros países.
Según informa The Detroit News, Schmidt apareció el miércoles por primera vez para comparecer con uniforme de presidiario, esposas y grilletes. Ante el alto riesgo de fuga existente, se ha decretado que continúe en prisión en Miami, aunque su abogado pedirá que se le traslade a Milán, donde podría tener mayor acceso a ordenadores y medios informativos.
Mintiendo desde 2014
Schmidt trabajó en el centro de investigación y desarrollo de Volkswagen en Auburn Hills, Michigan, y supervisó la oficina ambiental y de ingeniería de la compañía. La investigación del FBI involucra a dos testigos no identificados y un tercer empleado de VW, James Liang, que se declaró culpable en septiembre de conspiración por su papel en las emisiones de escándalo. Como parte de su acuerdo de declaración de culpabilidad, ha acordado cooperar con la investigación del gobierno a cambio de posible indulgencia en la sentencia.
Según las demandas que hay presentadas contra Volkswagen en las fiscalías de Nueva York y Massachusetts, Oliver Schmidt tuvo un papel importante en los esfuerzos de la firma por ocultar sus engaños a la EPA. Así, se le acusa de haber dado explicaciones técnicas falsas desde finales de 2014. Ya en 2015, Schmidt reconoció la existencia del conocido dispositivo diseñado para disimular las verdaderas emisiones de NOx de los motores TDI.
El escándalo ya ha costado al fabricante alemán 23.000 millones de dólares entre multas, llamadas a revisión y recompras en Estados Unido y Canadá. En Europa aún está por ver cómo se compensará a los afectados.
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