El parlamento europeo vuelve a retrasar un voto, originalmente previsto para la próxima semana, que podría haber rechazado las nuevas -y benévolas para los fabricantes- normas de emisiones en la Unión Europea. El resultado de esta nueva regulación no se conocerá finalmente hasta la primera semana de febrero, según cuentan en Reuters.
La norma propuesta implantaría a partir de 2017 un nuevo test de emisiones más cercano a las condiciones reales de circulación y uso de un coche. Además de cifras de emisiones más realistas, también ser verían consumos homologados más realistas que los actuales. Sin embargo, la nueva norma también permitiría en 2020 a los fabricantes generar emisiones de óxido de nitrógeno (NOx) hasta un 50 % por encima de lo establecido en la norma.
Los que apoyan la nueva norma hacen suyos los argumentos de los fabricantes. Una norma más estricta llevaría años aplicar. Además, el esfuerzo técnico y la inversión que se le pediría a los fabricantes los dejaría en una situación delicada, amenazando con pérdidas de puestos de trabajo. Así, con esta nueva norma se acepta un compromiso y se gana un cierto progreso en las emisiones de los vehículos.
Los ecologistas consideran que el acuerdo es muy débil y está hecho a medida de los fabricantes. Al mismo tiempo, recuerdan que mientras no se rechace en votación este acuerdo, no se puede redactar otro y llevarlo de nuevo para su aprobación. Así, mientras se va retrasando, no se puede aplicar, pero tampoco se puede proponer una alternativa.
Que sufra uno o dos retrasos, viendo los ritmos de la burocracia europea, se puede entender. Sin embargo, como siga habiendo retrasos en su votación la población tendrá cada vez más la sensación de estar en manos de las empresas y que la Unión Europea no es más que, como decía De Gaulle, "un trasto".
Foto | Damián Bakarcic