Fisker se declaró en quiebra este verano. Lo hacía por a segunda vez tras tratar de resucitar como marca de coches eléctricos. Pésimas críticas, investigaciones de la NHTSA y, sobre todo, las pobres ventas del Fisker Ocean: su único coche en activo, superando la producción las entregas. Todo ello se saldó con su bancarrota definitiva.
Desde entonces, la firma se ha enfrentado a varios pormenores: como tener que malvender las unidades que le quedaban del Fisker Ocean sin asignar para poder terminar de pagar a sus empleados. Pero este nuevo capítulo que ha salido a la luz los supera en surrealismo: ha estado envuelta en una elaborada trama de blanqueo de capitales desde Corea del Norte, inyectando dinero sin saberlo a la industria armamentística de Kim Jong-un.
Más de 6,0 millones de dólares estafados a empresas americanas, incluyendo dos marcas de coches
Según publica la revista danesa The Engineer en base a la documentación oficial del caso, todo comenzó en octubre de 2022: Fisker contrató un técnico informático en remoto, Kou Thao. En teoría, este reclutado para el departamento IT de la marca residía en Arizona. Pero no era así. Quien vivía en ese domicilio era Christina Chapman.
Contactada hace dos años por un agente norcoreano en Linkedin, su cometido era el de "ceder" su domicilio para que trabajadores norcoreanos, haciéndose pasar por residentes en EEUU, pudieran ser contratados por empresas del país. Entre ellas, Fisker. En total, 19 agentes del país asiático se colaron en compañías norteamericanas con más de 60 identidades falsas desde el domicilio de Chapman.
El modus operandi fue idéntico en todos los casos: una vez contratados, Christina recibía los equipos de las empresas y cada jornada encendía los ordenadores en su casa. Los agentes norcoreanos accedían en remoto desde Rusia o China. El dinero en forma de cheques de pago llegaba a este domicilio, pero en realidad iba directo a Corea del Norte.
Según el Departamento de Justicia, el montante cosechado por estos empleados se destinó al país asiático ilícitamente para financiar un programa de misiles balísticos, entre otros. Según la denuncia preliminar, se señala que más de 6,3 millones de dólares fueron destinados a la a República Popular Democrática de Corea gracias a los sueldos de estos "empleados".
Cuando el FBI y otros organismos de seguridad descubrieron la estafa, alertaron a las compañías que estaban siendo víctimas de este orquestado plan. Fisker realizó una investigación interna que se saldó con el despido de Kou Thao. Aunque se señala que el acceso a los datos confidenciales de Fisker y el resto de compañías permitió a estos falsos empleados pedir rescates millonarios. Y a su vez, espiar a dichas compañías. De Fisker no debieron sacar mucho dada su situación, pero sí podrían haberlo hecho de otras, todas de la lista Fortune 500.
Las empresas estafadas entre 2021 y 2023 fueron de varios sectores: tecnológicas, de ciberseguridad, aeroespaciales, medios de comunicación o de automoción. Fisker no fue la única marca de coches que contrató sin saberlo un espía coreano: también se señala a "un emblemático fabricante de automóviles estadounidense de la lista Fortune 500 con sede en Detroit", sin dar más detalles. Es decir, se entiende, uno de los tres gigantes de Detroit: General Motors, Ford o Chrysler.
The Engineer detalla que se ha puesto en contacto con Fisker para solicitar comentarios sobre esta elaborada trama: Henrik Fisker, director ejecutivo, declinó hacerlos señalando confidencialidad por una investigación todavía en curso que está en manos del FBI. Previamente desechó que hubieran tenido acceso a sus datos y, por tanto, haber tenido que pagar rescate alguno.
"En 2023, no identificamos ninguna amenaza de ciberseguridad que haya afectado materialmente o que sea razonablemente probable que afecte nuestra estrategia comercial, resultados de operaciones o situación financiera", aseguró Fisker en su informe anual de 2023 presentado ante la Comisión de Bolsa y Valores.
En su segundo resurgir, en apenas una década de vida, Fisker hecho frente a demasiados frentes, valga la redundancia. Lo que no podíamos imaginar es que acabaría siendo víctima de una compleja estafa digna de taquillero thriller de Hollywood.