A lo mejor ya no te acuerdas, pero a principios de 2014 Audi presentó un concept car muy bestia. Era el Audi TT Sport Concept, una declaración de intenciones de hasta dónde podrían llegar los alemanes con su por entonces recién estrenado deportivo. Su carrocería en blanco inmaculado sólo se rompía con la inscripción 420 en sus laterales.
La clave estaba bajo su capó, en el interior de su motor gasolina de cuatro cilindros y 2.0 litros TFSI al que se le apretaron las tuercas tanto que era capaz de producir unos soberbios 420 CV a 6.700 rpm y 450 Nm de par motor. Aquel motor fue algo más que una oda a la potencia específica, ha sido un propulsor que en Ingolstadt han pasado varios años desarrollando para llevarlo a la producción. Para desgracia de todos nosotros, ha muerto antes de llegar a nacer.
Una potencia descomunal para cuatro cilindros
Según comunican en Autoblog, en Audi han tenido que desechar el proyecto que tan en secreto estaban guardando debido a las ingentes cantidades de dinero que Volkswagen está teniendo que gastarse a cuenta del dieselgate. Y con este son dos las víctimas del escándalo de emisiones, porque el Volkswagen Golf R400, muy probablemente propulsado por este mismo motor, se canceló hace algunos meses.
Los 420 CV habrían salido de una evolución del motor EA888 de cuatro cilindros turboalimentado, con alzado variable de válvulas e inyección dual, cigüeñal de acero forjado y pistones de aluminio. Un pepino de mucho cuidado capaz de alcanzar los 210 CV por litro de potencia específica girando hasta 7.200 revoluciones por minuto. Imagina cómo habría sonado ese monstruo respirando a pleno pulmón.
Por tener algún consuelo, el motor de cinco cilindros que equipa Audi TT RS mantendrá vivos algunos rasgos comunes con el motor EA888 tetracilíndrico ultra-vitaminado, ya que comparten parte de la arquitectura.