Cómo la norma Euro 7 prevista para 2025 podría acabar con una gran parte de los motores de gasolina y diésel
La estricta normativa sobre emisiones de la Unión Europea obligará a Mercedes-Benz a reducir su oferta de motores diésel y gasolina a la mitad en los próximos años, según los directivos de la marca. Y si bien Mercedes-Benz es una de las primeras en reconocerlo, no será la única que tenga que reducir notablemente su oferta de motores e incluso de coches.
"Mercedes-Benz reducirá el número de variantes de motor, al pasar a la norma Euro 7, en un 50% aproximadamente", dijo Markus Schäfer, director de operaciones, en una entrevista con Autocar. No reveló qué motores se iban a eliminar.
Markus Schäfer se refería en su intervención a la gama europea. Eso no significa que vaya dejar de fabricar determinados motores para otros mercados si la demanda es suficientemente fuerte y le es rentable. Pero en Europa, el cambio ya ha comenzado. Así, el nuevo Mercedes-AMG C 63 dice adiós al V8 y equipará una versión electrificada del 4 cilindros 2.0 litros turbo del AMG A 45 S.
Norma Euro 7: más catalizadores y monitoreo constante de las emisiones
Toda la dificultad de estos cambios reside en la aplicación de la norma Euro 7 en 2025. Esta no se centra en las emisiones de CO₂, sino en las emisiones de gases nocivos, como los NOx (óxidos de nitrógeno, que no son exclusivos de los diésel), el monóxido de carbono (CO) y los hidrocarburos no quemados, así como las partículas finas.
Los fabricantes de automóviles tendrán que cumplir esta norma para homologar sus nuevos coches con motores de combustión.
Con la norma Euro 7 más restrictiva se quiere reducir los contaminantes entre un 60 % y un 90% y limitar o eliminar contaminantes que antes se toleraban, como el amoníaco (procedente de los filtros catalíticos SCR de los diésel con AdBlue), el metano o el óxido nitroso.
Pero ojo, la norma va más allá. Para que un coche pueda ser homologado, este tendrá que cumplir con los límites de emisiones establecidos en cualquier circunstancia y no solo en el momento de su homologación o posible ITV.
Todos los coches nuevos podrían equipar un sistema de diagnóstico integrado en el ordenador del vehículo que analizará el motor en todo momento y garantizará el cumplimiento de los límites de emisiones durante al menos más de 200.000 km. La intención es evitar que un fabricante pueda hacer algún tipo de trampa y camuflar las emisiones reales. (Gracias, Volkswagen).
Así, según Autocar, que ha tenido acceso a los documentos preliminares, los coches de gasolina tendrían que estar equipados, además del sistema de monitoreo, con una serie de nuevos equipamientos.
Entre ellos, un catalizador eléctrico que lo caliente desde que se encienda el motor (los catalizadores funcionan bien más allá de los 400ºC, es decir después de unos 15 km), dos catalizadores de tres vías, un filtro de partículas y un sistema SCR de reducción catalítica selectiva de paso del amoniaco más potente que los actuales.
A mayor equipamiento obligatorio, precios más elevados
Esta serie de equipamientos encarecerán los costes de desarrollo y al final el precio de los coches. Y la primera consecuencia será que una gran parte de los motores actuales dejarán sencillamente de venderse. El sobre coste quizá se pueda disimular en un coche de gama alta y con un motor potente, pues la clientela ya está dispuesta a pagar un plus por ese modelo. Pero es algo que depende del coste final y de la demanda.
Sin embargo, pasar ese sobrecoste al cliente de un coche de menos de 20.000 euros va a ser mucho más complicado. Y cuanto más asequible sea el coche, más difícil será de justificar la subida de precio.
Así, el Euro 7 podría marcar el fin definitivo de los pequeños utilitarios, tipo Hyundai i10. Son coches que en gran medida se compran por su precio asequible, pero las cantidades vendidas no permitirían absorber el sobrecoste y se tendría que subir su precio, perdiendo su razón de ser.
En el segmento de los polivalentes y pequeños, muchas versiones podrían desaparecer, a no ser que cuenten con alguna forma de electrificación, ya sea el estilo del Toyota Yaris o del Honda Jazz.
Del mismo modo, podría suponer el fin de muchas versiones diésel de modelos polivalentes o compactos. Al final, los motores que desaparecerán serán los menos vendidos y para los que nos ea rentable aplicar todas estas nuevas medidas.
Mercedes-Benz no será el único en eliminar un notable número de motores de su gama. De hecho, las gamas de los fabricantes podrían verse reducidas a dos opciones con motor de combustión interna, un motor de baja cilindrada y de acceso (el típico 1.4 o 1.6 de 115 CV más o menos) y un motor potente para las versiones más caras o deportivas. ¿El resto? Híbridos enchufables y eléctricos.
La eliminación de algunos motores y algunos modelos podría tener graves consecuencias en el empleo y la salud de las marcas si no consiguen compensar esas supresiones con ventas del resto de modelos, sean gasolina, híbridos o eléctricos.
De momento, no hay nada en firme, pero este año 2021 es crucial. Es el año de las deliberaciones sobre los niveles permitidos que se incluirán en la norma Euro 7, la cual debería adoptarse a finales de este año para una entrada en vigor prevista para 2025. Siendo ésta un primer paso hasta la eliminación de la venta de coches con motor de combustión prevista para 2035.
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