Los peores augurios desde la óptica de los seguidores de Fernando Alonso se cumplieron el pasado fin de semana en Singapur. Muchos éramos los que esperábamos un dominio absoluto de Red Bull y Sebastian Vettel en una carrera que va como anillo al dedo a un monoplaza ya de por sí superior, pero lo demostrado por Sebastian Vettel en las vueltas posteriores a la aparición del Safety Car, supera todo lo imaginable.
Intuíamos que Sebastian Vettel era capaz de imprimir a su RB9 un ritmo superior al que nos tiene acostumbrados, y que le vale para ganar carreras holgadamente, todo sea dicho. Intuíamos que la poca presión recibida por el resto de pilotos le permitía dedicarse a gestionar las distancias desde el cómodo liderato. Pero lo que nadie se imaginaba, ni por asomo, es que Vettel fuera capaz de rodar constantemente a un ritmo 2 segundos más rápido que cualquier otro piloto, incluido su compañero de equipo (que lleva el mismo coche).
Red Bull-Vettel: combinación ganadora
Podríamos entrar a discutir cuánto afectó o dejó de afectar el cambio de las Pirelli a mitad de temporada. Es más que evidente que afectó, a unos para bien, y a otros para mal. Pero sintiéndolo mucho, no voy a sumarme a la actitud victimista que señala ese factor como el hito que ha decidido este mundial. La culpa no siempre es de los demás. Cada cual tiene que asumir sus responsabilidades. Desde el primer cambio de gomas (Silverstone), Ferrari ha introducido multitud de supuestas “mejoras”, pero ninguna ha funcionado como se esperaba. De eso no tiene la culpa el cambio de gomas.
Si un equipo de Fórmula 1 debe tener una aptitud por encima del resto, es la adaptabilidad al cambio. En Fórmula 1 las cosas cambian cada carrera. Hay que adaptarse siempre, sin excusas. Mientras unos gastan más energía de la necesaria en quejarse de los cambios, otros la emplean en mejorar y adaptarse a la nueva situación. Hay que ser de los segundos. Esos son los que ganan campeonatos. Los neumáticos 2013 no gustaban a Red Bull, ¿verdad? Pues pese a todo, Vettel lideraba el mundial con esos neumáticos. Creo que entrar en el análisis simplista de las gomas, es autoengañarnos. Ferrari no ha estado a la altura del desarrollo, algo demasiado habitual en los últimos años.
Fernando Alonso, como siempre
El que siempre está a la altura, Vettel al margen, es Fernando Alonso. De la misma forma que hace Vettel con el Red Bull, Alonso es capaz de llevar su Ferrari a un nivel muy por encima de lo que parece razonable. Que el domingo acabara la carrera en segunda posición es algo que no podía entrar en absolutamente ninguna quiniela, por muy optimista que fuera. Probablemente, Ferrari estaba este fin de semana por detrás de Red Bull, Mercedes y Lotus. Posición lógica de Alonso si no sucede nada anormal: séptimo. Sobran las palabras.
Ciertamente, Alonso necesitaba que sucedieran cosas extraordinarias para poder aspirar a algo más que ver como se le escapaban los coches que tenía por delante en parrilla. La primera cosa extraordinaria, no sucedió, sino que la generó él: la salida. Singapur no es de esos circuitos en los que sea fácil adelantar varios coches antes de la primera curva, pues está a apenas 200 metros de la pole position. Se necesita mucha determinación y narices para hacer lo que hizo Alonso lanzando el coche por el exterior de la primera curva, pero el premio fue gordo: ganancia de cuatro posiciones.
Tras eso, y en una inesperada posición de pódium, Alonso pudo comprobar como lo único que le quedaba por hacer en esa carrera era intentar preservar ese pódium, pues tanto Vettel como Rosberg se escapaban a un ritmo que su Ferrari no podía igualar, y por detrás le apretarían pilotos como Webber, Hamilton o Grosjean. Sin entrar a valorar la primera parada, claramente ordenada como respuesta a la de Webber una vuelta antes, la clave de la posición final de Alonso estuvo en lo que sucedió con la entrada del Safety Car.
El Safety Car abre las opciones
Quedaba aún media carrera cuando el ya tradicional Safety Car hizo acto de presencia en Singapur. Los pilotos punteros habían parado hacía apenas 10 vueltas, y calzaban un juego de medios. Esas gomas aún tenían recorrido por delante, y las largas 30 vueltas que aún quedaban por delante parecían una montaña si se pretendían hacer con el mismo juego de neumáticos. Pero en Ferrari lo intentaron. Entrar a cambiar gomas solo iba a suponerle a Alonso dos posiciones en pista, que podía perder también en caso de hacer lo mismo que el resto. Si esas gomas aguantaban hasta el final, la recompensa podía ser apetitosa. Una apuesta mirando hacia delante, en una carrera que ya estaba planteada para mirar atrás.
Aunque lo que definitivamente ayudó sobremanera la estrategia de Alonso, fue que hasta 7 pilotos más que le seguían hicieron exactamente lo mismo. A todos esos pilotos se los tendrían que encontrar después los Red Bull y los Mercedes cuando hicieran su parada. Podía ser un colchón interesante tratándose de un trazado tan complicado para adelantar como Singapur. Solo Vettel fue capaz de imprimir un ritmo suficiente para ahorrarse el pelotón, pero Webber, Rosberg y Hamilton tuvieron que enfrentarse a todos en pista, mientras Alonso gestionaba magistralmente sus neumáticos para asegurarse una segunda posición increíble.
Igual de increíble fue que Kimi Raikkonen completara el pódium a pesar de sus problemas de espalda. En un circuito tan físico como este, supongo que ese inconveniente es aún mayor de lo que podría ser en cualquier otro lugar. A poco bien que se gestione, la pareja de pilotos que tendrá Ferrari en 2014 será todo un lujo.
Nos leemos después del Gran Premio de Corea por aquí, o durante la espera en mi twitter (@smarcusf1).