Hace 2 meses, allá por el GP de España, hablar de una victoria de Fernando Alonso en Silverstone se hubiera catalogado de milagro. Hace 1 mes, después del GP de Canadá, quizás hubiéramos rebajado la calificación a muy difícil. El sábado pasado, la victoria de Alonso en Silverstone ya era de todas todas una posibilidad razonable. Y el domingo, la victoria de Alonso fue una realidad apabullante, pero no por ello menos sorprendente.
El circuito de Silverstone, por sus particulares características de curvas medias y rápidas que exigen perfección aerodinámica a todo monoplaza que quiera ser rápido sobre su asfalto, es probablemente uno de los circuitos que mejor debían sentarle al Red Bull, si no el mejor. Por otra parte, Ferrari no se había mostrado especialmente fuerte bajo esta tipología de circuitos, como se pudo comprobar en el último trazado de semejantes características que visitó la Fórmula 1: el Circuit de Catalunya.
Y para acabar de complicar la tarea de Ferrari en tierras británicas, dos invitados a la fiesta que sobre el papel no iban a bailar lentas con la escuadra italiana: una elección de compuestos más duros de lo deseado por la Scuderia, y unas temperaturas tan bajas como las opciones que todos dábamos a Ferrari en esta carrera el pasado jueves. En definitiva, demasiados factores colocados en el lado de los contras de la balanza.
Paso al frente de Ferrari
Pero algo han descubierto en Ferrari, tras mucho empeño y seguramente alguna aportación del recién fichado Pat Fry (no creo en las casualidades), para que ese coche al que los Red Bull doblaron en Barcelona y que no encontraba la manera de hacer funcionar las gomas duras, fuera como fue en Silverstone. Sería muy fácil y apetitoso, a la par que poco profesional y muestra clara de no haber entendido nada de lo que pasó en pista el fin de semana, señalar a la prohibición del soplado de los difusores como motivo principal de la victoria de Alonso. Quien no vea que Ferrari mejoró notablemente sus prestaciones, y no que ganó porque Red Bull las disminuyó, es que está ciego.
Es innegable que los Red Bull se vieron afectados por la prohibición del soplado del difusor. Es un coche diseñado en buena parte alrededor de ese concepto, y que te lo prohíban a mitad de temporada tiene que notarse necesariamente. Pero que nadie olvide que Ferrari también se vio afectada por ello, en menor medida, por supuesto. A nivel de downforce, Ferrari también partía, de entrada, con un nivel más bajo que con difusor soplado, algo que no debía ayudar mucho con su problema endémico de calentar las gomas. Sin embargo, las mejoras de Ferrari se dejaron notar, y mucho, en el comportamiento del monoplaza.
Ya el sábado se vio muy claro, especialmente con las prestaciones de Felipe Massa (al que tradicionalmente le cuesta especialmente calentar las gomas), que el Ferrari ponía sus neumáticos en la ventana óptima de temperatura, tanto los blandos como los duros, en apenas un par de vueltas. Con las temperaturas de pista que tuvimos en esa jornada, ese era el mejor indicador de que Ferrari había solucionado sus problemas para calentar las gomas, por lo menos en un circuito con las características particulares de Silverstone.
Hubo un momento de duda tras montar el primer juego de blandas, cuando la pista aún estaba ligeramente húmeda. Fernando Alonso sufrió una barbaridad para ponerlas a tono, y hasta Lewis Hamilton lo pasó en ese momento crítico para el asturiano. Pero una vez cogieron temperatura, el ritmo que marcó el piloto español fue inalcanzable para el resto de pilotos, incluidos los dos Red Bull. Las dudas sobre los problemas de calentamiento se despejaron por completo con la segunda parada de Felipe Massa: en poco más de una vuelta, ya marcaba sectores en verde. Todo en orden para que Fernando pasara por boxes. El resto, fue una carrera machacona de esas a las que Fernando nos tiene acostumbrados a poco que se lo permita su coche.
Red Bull y el resto
Sobre Red Bull, simplemente comentar que el fallo en el pit stop de Vettel fue simplemente una anécdota, pues en ningún momento demostró el ritmo del asturiano con los neumáticos de seco. No voy a pararme demasiado en el tema órdenes de equipo, porque siempre me han parecido lógicas en un deporte donde el dinero se reparte por la posición en la que acaban los equipos y no los pilotos. Simplemente recordar que Christian Horner fue el abanderado de las “no órdenes de equipo” el año pasado, y ahora las encuentra lo más lógico del mundo. Además, parece que Silverstone es ya oficialmente el circuito escogido por Red Bull para recordar a Mark Webber que es el número 2 de la escudería. Tampoco me extraña, por muy bien que me caiga: a los mandos de un Red Bull, y habiendo marcado dos poles, no ha liderado ni una vuelta esta temporada. Como siempre defendí, creo que su última oportunidad se le escapó en 2010.
Y aunque esta vez me apetecía mucho hablar de las buenas sensaciones que dejó el Ferrari, no me quiero olvidar de otras cosas que pasaron en Silverstone. Para empezar, Jaime Alguersuari volvió a bordar una remontada hasta los puntos por tercera carrera consecutiva. Esta clase de carreras son las que le pueden dar vida, y mucha, en la Fórmula 1. Se merecía esta racha de resultados, y ahora mismo tiene a Buemi contra las cuerdas en su batalla personal.
Otro hecho destacable fue el debut de Daniel Ricciardo a los mandos de un Hispania. No esperaba que superara a Liuzzi a las primeras de cambio, la verdad, pero las dificilísimas condiciones de la carrera del domingo tampoco jugaron a su favor. Tiene mucho que aprender, y habrá que valorarlo por la velocidad a la que aprenda, y no por lo que hizo en su primera carrera. Acabo destacando la ya últimamente tradicional irregularidad de los McLaren, las grandes carreras de Sergio Pérez , Nick Heidfeld y Nico Rosberg, el bajón de los Williams en la carrera, y la pena de no haber podido ver de qué era capaz Paul di Resta ante sus aficionados.
Nos leemos después de Nurburgring por aquí, o durante la espera en mi twitter (@smarcusf1).