Nunca se me ocurrirá criticar abiertamente a un piloto agresivo en pista, porque soy de los que piensan que esa clase de pilotos son absolutamente necesarios en la Fórmula 1 actual, carente de opciones claras de adelantamiento, y donde los únicos capaces de intentarlos son aquellos que no se lo piensan dos veces a la hora de meter el coche, pero ya dije en su momento que la forma en que Hamilton adelantaba a sus rivales en Monza se pasó un pelín de la raya que delimita la agresividad.
Puedo entender que en seco, y luchando contra un monoplaza de semejantes prestaciones, la agresividad a la hora de adelantar sea mucho mayor y las maniobras tengan que hacerse más al límite, pero encuentro fuera de lugar que con un McLaren que va sobre raíles y que se merienda a sus rivales sin demasiados apuros, Hamilton tenga que apurar tantísimo sus adelantamientos cuando no es para nada necesario.
Las respuestas de los implicados, como era lógico, no se han hecho esperar. Fernando Alonso no dudaba en afirmar que "hizo algunos movimientos innecesarios (al adelantarle), y repitió más de lo mismo con Glock y Webber. Es su modo de competir". El alemán de Toyota estaba todavía calentito por lo que podría haber acabado muy mal: "No sé en qué estaba pensando. Estaba justo a su lado pero no me dejó espacio. A veces conduce como si estuviera completamente solo en la pista", y retaba al británico: "La próxima vez que esté con él (en la pista), me comportaré exactamente del mismo modo que él".
El último en probar las dudosas maneras de Hamilton fue Mark Webber, cuyo incidente en la primera chicane relata de este modo el piloto de McLaren: "Me aseguré de que cubría mi parte interior, pero no quería estar ahí en la parte mojada, o no habría pasado por la curva. Él se puso encima de mi rueda y continuó". Seguro que Webber no opina lo mismo de su toque.
Una cosa está clara: Lewis Hamilton no va haciendo demasiados amigos en pista, que digamos.
Vía | The F1
