Parecía que este año iba a ser el bueno, que por fin Robert Kubica acabaría una carrera en Australia, pero la maldición de las antípodas volvió a cebarse con el polaco, y en un desafortunado toque con Sebastian Vettel cuando el de BMW ya lo había pasado, echó al traste la sensacional carrera de Robert.
No voy a entrar a debatir sobre los siempre polémicos adelantamientos y accidentes que casi siempre nos regala esa delicadísima curva 3 del Albert Park, sino que me gustaría ir un poco más allá, a raíz de unas declaraciones de Mario Theissen: "estamos seguros que Robert hubiera ganado la carrera porque estaba acercándose con las gomas duras". Realmente, a Vettel (blandas) se lo comió con patatas, y Button también iba con blandas en esas últimas vueltas.
Al final, sin embargo, Sebastian Vettel no pudo controlar su monoplaza y se llevó por delante a Kubica, dejándolo sin alerón delantero. Seguramente Vettel no pudo hacer mucho más por evitar la colisión, pues sus gomas estaban ya para pocas alegrías, pero poder haber visto esas 3 últimas vueltas con Kubica apretando a Button hubiera sido una delicia.