Spa-Francorchamps es el circuito por excelencia, la pista donde nunca tendría que faltar una carrera de Fórmula 1, el trazado donde todos los pilotos quieren correr. Su fama le viene en buena parte por la curva más apasionante del Mundial, Eau Rouge, pero Spa no es sólo Eau Rouge, sino que está cargadito de retos apasionantes, como la rapidísima y ciega Pouhon que espera tras una bajada de vértigo, la frenada para Les Combes tras la recta de Kemmel, o la larga y rápida izquierda Blanchimont que conduce en un abrir y cerrar de ojos a la frenada del Bus Stop.
Spa es el circuito más largo del campeonato, con 7.004 metros de subidas, bajadas y curvas tirando a rápidas (sólo 6 de las 19 curvas se toman a menos de 150 km/h), y es por ello que es un circuito donde la aerodinámica juega un importante papel, aunque es de los pocos trazados donde las manos de los pilotos todavía tienen algo a decir. Y si todo esto no es suficiente, no hay más que sumarle las peculiares condiciones meteorológicas de la zona, que pueden hacer que llueva en una parte del circuito y en otra esté totalmente seco.
Los niveles de aerodinámica serán medios, pues aunque las curvas rápidas invitan a cargar mucha ala, en Spa existen dos largas rectas que hacen que ingenieros y pilotos se lo piensen dos veces antes de tocar sus alerones. En Spa se puede adelantar, y esas dos rectas hacen que sea imprescindible una buena velocidad punta en el monoplaza. De modo que interesa conseguir la máximo downforce posible con la mínima resistencia asociada, algo que la teoría nos dice que se llama eficiencia aerodinámica, que es una de las claves en Spa.
Destacar elementos del monoplaza especialmente demandados en Spa es bastante complicado, pues es de los pocos circuitos que ponen todo el coche en el límite, pero puestos a escoger, el desgaste de los neumáticos y la dureza con el motor se llevan la palma. En cuanto a las gomas, Bridgestone ha intentado paliar su gran desgaste trayendo los dos compuestos más duros de su gama: el duro y el medio, pero po lo que al motor se refiere, muchos tendrán que cruzar los dedos.
En Spa el propulsor está a tope en un 72% del tiempo de la vuelta, y lo que es peor, hasta en dos ocasiones se está con el pedal del gas a fondo alrededor de unos 20 segundos, una prueba de fuego para los motores, que sin embargo, no sufren tanto desde que son V8 capados. El tramo más bestia para el motor, y donde normalmente acaban por reventar los sufridos propulsores, es el que va desde la salida de La Source hasta la frenada de Les Combes, pasando por Eau Rouge, el Radillon y la recta de Kemmel. En total son unos 23 segundos a fondo en los que, por si fuera poco, las fuerzas G verticales y horizontales van meneando el motor para complicar un poquito más su lubricación.
A parte de esto, indicar que en Spa los frenos no sufren demasiado y que las alturas de los monoplazas vienen condicionadas por la caprichosa compresión que sufren los coches en la subida de Eau Rouge, y que origina que en ocasiones muchos monoplazas dejen el rastro de su fondo en el asfalto belga. La estrategia habitual en un circuito larguísimo en el que el consumo y el efecto del combustible sobre el tiempo por vuelta es de los más elevados es de 2 paradas.