En un mundo de ciegos, el tuerto es el Rey. Así afirma el dicho popular que podríamos adaptar para la ocasión, de la siguiente manera: ‘en un mundo de SUV, el todoterreno es el Rey’. Aunque claro, con pequeños matices que iremos viendo poco a poco. Porque sí, el todoterreno es el Rey, pero fuera del asfalto, y lo hemos podido comprobar durante un fin de semana entero donde hemos llevado a cabo lo que podríamos denominar como ‘Off road trip’.
Toyota nos prestó una unidad del nuevo Land Cruiser para que la pusiéramos a prueba y la mejor manera que se nos ocurrió, fue un ruta fuera del asfalto donde comprobar si de verdad sigue siendo un auténtico todoterreno o se ha descafeinado con los años. Un hecho que no sería extraño, por el tremendo auge de los SUV y porque los usuarios, al final, son los que mandan, solicitando actualmente modelos ‘de imagen’ más que de capacidades.
Sin embargo, a modo de adelanto, el Toyota Land Cruiser sigue fiel a su origen, siendo un todoterreno en toda su extensión, tanto fuera de la carretera, como sobre el negro y duro asfalto. Este coche sigue siendo uno de los pocos vehículos capaces de sortear situaciones en las que un conductor con dos dedos de frente nunca se metería. Pero para eso estamos nosotros, para comprobar hasta dónde puede llegar un coche en concreto.
El Toyota Land Cruiser es imparable
Desde siempre se ha dicho que el Toyota Land Cruiser es un gran todoterreno. Un coche robusto, fiable y eficaz en su terreno, capaz de cumplir las expectativas de cualquiera. No en balde, lleva 67 años en el mercado habiendo vendido más de nueve millones de unidades en todo el mundo; en 195 países concretamente. Algo de razón deben llevar esos comentarios, así que la idea fue, precisamente, ver si realmente es tan bueno como lo pintan.
Hemos recorrido en torno a 700 kilómetros con el nuevo Toyota Land Cruiser por todo tipo de carreteras, caminos y situaciones, donde ha cumplido con nota. Es imparable, y aunque tiene sus límites, trabaja de maravilla. Para empezar, hay que tener en cuenta que estamos a los mandos de un coche pesado, muy pesado. Son más de 2.000 kilos que en ciertas situaciones se dejan notar y mucho. También conviene recordar que monta neumáticos mixtos, obligando a evitar ciertas cosas. Pero aún así, es muy posible que Toyota no volviera a dejarnos coches si viera por donde hemos metido su reluciente Land Cruiser de 58.685 euros (precio de la unidad probada).
El caso es que no podíamos dejar pasar la oportunidad de probar todo lo a fondo posible, un coche como el Land Cruiser. Así que preparamos una ruta que abarcara todos los terrenos posibles, mezclando barro, arena, piedras y asfalto. En realidad, el asfalto formaba parte de los ‘tramos’ de unión entre camino y camino, con abundancia suficiente para sacar muchas conclusiones que nos han dejado muy buen sabor de boca general. Hay cosas que hubiéramos cambiado, como el cambio automático por uno manual, pero si te adaptas a su funcionamiento, el inconveniente que pudiera existir se reduce a nada.
¿De verdad vamos a pasar por ahí?
La renovación del Toyota Land Cruiser conlleva varias novedades que de una forma u otra, acabas notando una vez en marcha. Sobre todo cuando circulas por zonas algo complicadas. En carretera, se necesita un poco de adaptación. El peso se nota con inercias en curvas o una clara inclinación de la carrocería si nuestro ritmo no es el adecuado. No se encuentra cómodo yendo rápido y a la hora de parar los 2.000 kilos lanzados cuesta. Es mejor tomarse las cosas con calma, si lo haces así, tendrás un coche sumamente cómodo, con el que hacer kilómetros a ex puertas con unos consumos que, dado el tamaño, la aerodinámica y el motor equipado, no son para nada malos. Nosotros logramos ver en el cuadro de mandos medias de ocho litros a velocidad sostenida. Ojo con levantar el acelerador en plena curva si vamos rápido, pues la inercia te saca la trasera fácilmente, aunque un pequeño toque de volante lo devuelve a su sitio sin mayores problemas.
Además, el habitáculo cuenta con un acabado más que correcto y un equipamiento donde se echa en falta nada. Nuestra unidad contaba incluso con asientos traseros calefactados, con los mandos situados en la consola que está justo delante de las plazas, donde también estaban los mandos para la climatización. Hay espacio de sobra en todas las cotas y la tapicería de cuero equipada por la unidad (en opción junto a los asientos calefactados y ventilados por 1.400 euros) remataba un ambiente que se podría denominar ‘premium’, aunque esta palabra haya perdido parte de su significado.
Fuera del asfalto las cosas son bastante diferentes, aunque hay muchas en común como el peso o el tamaño general del coche. Sin embargo, sorprende hasta dónde puedes llegar. En caminos de tierra la sensación es la de estar rodando por asfalto. Aquí, el hecho de cruzar sus dos toneladas se vuelve un juego de niños y algo adictivo pues como ocurre en carretera, si tomas un giro a ritmo elevado y dejas de acelerar en medio de la curva, el coche se cruza solo. A partir de ahí, sólo hay que dar un poco de gas. Necesitas sitio, mucho sitio, que las inercias están ahí en todo momento, pero es divertido. Mucho. Casi tanto como pasar por zonas empedradas sin importar el tamaño de las mismas. Encontramos un tramo en el que no se podía ver el suelo, todo eran piedras sueltas y diversos tamaños y el Land Cruiser pasó por encima como si fuera de paseo. Si aceleras fuerte en esas circunstancias seguramente pierda tracción, pero preferimos no hacerlo, no queríamos apedrear la carrocería.
Buscando buenas zonas para sacar las fotos, encontramos otro tramo empedrado y embarrado, por donde nadie se habría metido, menos nosotros. Impresiona ver cómo el coche se escora, como pasa por encima de las piedras y sigue su camino como si nada. Es aquí donde la tracción total, el nuevo diferencial trasero Torsen y los bloqueos de diferencial dan el do de pecho, pero donde una caja de cambios manual habría sido todavía más satisfactoria. No es por un mal funcionamiento de la caja automática equipada, es más por gustos personales, ya que el cambio montado funciona muy bien. Requiere adaptación circulando en estas situaciones para acostumbrarse a sus reacciones, pero una vez cogido el punto, el hecho tener un pie libre y poder usar el apoyo izquierdo hacen más cómodo circular por zonas muy rotas. También ayudan mucho los ángulos todoterreno (31 grados en ataque, 22 grados en ventral y 26 grados en salida).
Hay un detalle que ayuda sobremanera en estas situaciones, y es poder ver el ángulo de giro de las ruedas en el propio cuadro de mandos. Al ser el acabado VXL, no contaba con el equipo de cámaras inferiores que permite ver donde estamos pisando, aunque hubiera sido muy interesante haber podido probar el sistema. Si pudimos probar el control de descenso, que funciona de forma muy similar al empleado en el Toyota Hilux probado hace poco.
177 CV y siete plazas, con un equipamiento interminable
Dejamos para el último apartado el motor, un cuatro cilindros diésel de 2,8 litros y 177 CV a 3.400 rpm. El par asciende a 450 Nm entre 1.600 y 2.400 rpm. Es un motor que se deja notar por sonido, pero no por vibraciones. Sobre todo cuando se le pide trabajo, como en zonas complicadas. En carretera no notas gran cosa gracias al cambio automático que inserta marchas de forma bastante suave, aunque no es especialmente rápido. Tampoco lo es el coche en general, no está pensado para salir pitando de los semáforos ni para rodar a velocidades elevadas por autopista. Poder puede y con mucha soltura, pero no ofrece una sensación de aplomo que de confianza. El Toyota Land Cruiser rueda muy cómodo a velocidades moderadas, con unos consumos, como hemos dicho, buenos para su tamaño y aerodinámica.
Tampoco es un motor de reacciones fulgurantes, funciona muy bien si llevamos el pedal del gas con suavidad, moviendo todo el conjunto con sobrada eficacia con algunas reservas si queremos adelantar. Pero hay que hacerlo con las ideas claras, pues hasta los 120 km/h acelera bien, pero a partir de ahí, todo es más lento. De hecho, a partir de ahí el Land Cruiser no se nota tan a gusto y los consumos suben a los 10 litros con mucha facilidad. Incluso por encima si estamos subiendo, como yendo desde la sede de Toyota en Alcobendas (Madrid) a la sierra de Guadarrama.
Igualmente, cuenta con siete plazas muy cómodas de accionar. No son especialmente amplias y reducen el maletero a la mínima expresión, pero permiten salir del apuro si la distancia no es muy larga. El resto de plazas tiene sitio de sobra, como ya hemos comentado y el equipamiento es realmente amplio. Sólo hay que ver la lista adjunta para comprobar, que poco más se puede pedir.
Los precios del nuevo Toyota Land Cruiser parten de los 40.600 euros de la versión GX, mientras que nuestra unidad, con acabado VXL, tiene una tarifa de partida de 55.600 euros. A esto, debemos añadir la tapicería de cuero (con asientos calefactados y ventilados) por 1.400 euros, la pintura metalizada azul medianoche por 1.100 euros, las barras longitudinales por 439 euros y la placa protectora de acero de la entrada del maletero por 146 euros.