Ya nos contaba hace cinco días mi compañero Mckiwen que Fisker podría estar al borde de la bancarrota. Los peores presagios parecen a punto de confirmarse. La última noticia del fabricante americano es que ha despedido por completo a su departamento de relaciones públicas y a otros empleados.
La situación actual de Fisker es crítica ya que tiene una deuda de 192 millones de dólares con el Departamento de energía de los Estados Unidos. Si el 22 de este mes no tienen con que responder a ese pasivo tendrán que declararse en bancarrota. En los últimos meses se especulaba con la entrada de capital de algún grupo empresarial chino pero finalmente parece que nadie quiere poner sus huevos en la cesta de Fisker.
Cualquiera diría que este proyecto, cargado de ilusión y buenas esperanzas, estuvo gafado desde el principio. Primero fueron los incendios en algunos de sus coches, después la quiebra de su proveedor de baterías A123 systems que ha tenido paradas las lineas de producción desde hace cuatro meses. Hace poco nos enterábamos de que su fundador, Henrik Fisker salía de la empresa.
Incluso los desastres naturales se han cebado con Fisker, y además de todo esto siempre estaba la perpetua falta de liquidez de la compañía. En papel mojado se han convertido también futuros proyectos de la empresa como el Fisker Surf o el Fisker Atlantic que, salvo milagro de última hora, nunca llegara a rodar por las carreteras de este mundo.
Quién sabe. Quizá algún fabricante chino se decida a inyectar dinero en Fisker antes del día 22, como en las películas cuando llega la caballería siempre en el último instante antes de que la palme el protagonista. Desgraciadamente, la vida real no es una película y mucho me temo que el adiós de Fisker sea ya algo irrevocable.
Vía | Motorpasión
