Volvo 244 DLS, Volkswagen Golf, Mazda 323 y salchichas de Turingia: así se motorizó Berlín Este
Buscando información sobre el caso de los 1.000 Volvo 144 GL norcoeranos, me topé con una serie especial del fabricante sueco que desconocía por completo: la del Volvo 244 DLS.
El Volvo 244 DLS fue una serie limitada que se fabricó en 1977 y comercializada exclusivamente en Berlín Este. Así es, el resto de la RDA no podía acceder al Volvo 244 DLS, sólo se podían ver en la zona oriental de Berlín, al otro lado del muro. Y esta es su curiosa historia.
Mil unidades para Berlín Este
A lo largo de su existencia Volvo, como muchas otras marcas, creó series especiales o modelos adaptados a un mercado concreto. Algunos son más conocidos que otros, como el Sport P1900 o las versiones limusinas de sus berlinas. Sin embargo, el Volvo 244 DLS es una auténtica rareza, desconocida fuera de Alemania y de los fans más acérrimos de Volvo.
El Volvo 244 DLS se mantuvo un solo año en producción, en 1977, y las mil unidades que se fabricaron se vendieron en un solo mes exclusivamente en Berlín Este, la zona de la capital alemana bajo control de la República Democrática de Alemania, la antigua RDA.
Su precio era prohibitivo para la mayoría de habitantes de la RDA: 50.000 Ostmarks. Piensa que un Trabant -para el cual había una lista de espera de más de 10 años- costaba 12.000 Ostmarks. Y para poder optar a comprar un Volvo 244 DLS tenías que poder justificar que ya habías sido dueño de un Trabant o de un Wartburg (las marcas nacionales de la RDA) durante más de un año. Salvando las distancias, es como cuando Ferrari te vende su LaFerrari Aperta solo si ya has sido un buen cliente de la marca. Así, el Volvo 244 DLS es uno de los ejercicios de marketing más extraños de la historia.
Volvo no creó el 244 DLS para responder a una demanda, fue una creación del propio Ministerio de Propaganda de la RDA. Por una parte querían dar una imagen moderna y actual al resto del mundo y Berlín era la ventana que tenía Occidente hacia la RDA, de ahí la necesidad de introducir algo de variedad en el parque móvil. Y por otra parte, los altos cargos del régimen y la élite política, militar y social del país no apreciaban mucho los coches de los países hermanos. Los Tatra eran demasiado originales y anticuados, mientras que los Zil -esas interpretaciones rusas del estereotipo de Cadillac-, a pesar del atractivo de un V8 de 300 CV tenían el comportamiento dinámico de un camión. Sin embargo, sí apreciaban los coches occidentales.
La dificultad de buscar un socio comercial
En el fondo, la lista de marcas con las que Alemania del Este podía tener tratos comerciales era bastante corta. Lógicamente, no iban a tratar con Mercedes-Benz o BMW, mientras que comerciar con marcas de Estados Unidos o del Reino Unido era algo inimaginable. Tampoco podían tener tratos con marcas que tuviesen una vinculación, aunque lejana, con algo que pudiese usarse en contra de la RDA. Por ejemplo, se pensó un tiempo en comprar coches a SAAB.
Su robustez y sencillez mecánica eran idóneos para la RDA. Además, Suecia era un país no alineado que se decía socialista (una socialdemocracia que no tenía nada que ver con el socialismo que se practicaba en la RDA). SAAB lo tenía todo, pero SAAB era principalmente un fabricante de aviones, y sobre todo de aviones de caza, lo cual hizo que se quedara fuera de los posibles. Volvo, por su parte encajaba en la lista.
Volvo ya había comerciado en 1974 con Corea del Norte por lo que no tendría reparos en tratar con la RDA. La RDA y Volvo llegaron a un acuerdo similar al de Corea del Norte. A cambio de productos manufacturados en RDA, Volvo entregaría mil coches a la RDA que serían importados a Berlín Este. A diferencia de Corea del Norte, Alemania del Este respetó el acuerdo y pagó por sus coches.
Volvo y la RDA, una historia de amor
El Volvo 244 DLS era un modelo específico y creado para la ocasión. Los acabados y el frontal son los del Volvo 264 -el modelo tope de gama-, mientras que el motor es el 4 cilindros B21 de 2.1 litros y 107 CV del Volvo 244. El cliente podía escoger entre cinco colores no metalizados: blanco, azul, amarillo mostaza, rojo y verde oscuro. Entonces eran unos colores muy actuales.
Oficialmente, cualquier ciudadano de Alemania del Este podía apuntarse en la lista para poder comprar un 244 DLS. En realidad, habida cuenta del precio y de la nula comunicación sobre el coche, sólo se sabía de la existencia del Volvo por el boca a boca; sólo la élite de Berlín Este tuvo acceso al coche.
Aún así, el Volvo 244 DLS se hizo rápidamente famoso en todo Berlín Este. La ciudad de Wandlitz (una suerte de urbanización vigilada a 30 km al norte de Berlín) donde esa élite solía vivir, fue rebautizada por los alemanes como Volvograd (la ciudad de Volvo). Para colmo, casi todos los Volvo fueron matriculados en el mismo periodo de tiempo por lo que muchos tenían una matrícula que empezaba por IBM. Rápidamente, IBM fue sinónimo de "Ich bin Millonär" (soy millonario).
Además del 244 DLS, el gobierno de la RDA importó varias unidades del Volvo 264 TE, pero sin trueque está vez: los pagó en divisas. El 264 TE, o Top Executive, era la versión limusina del Volvo 264 que fabricaba Bertone en Italia (y más tarde Nilsson en Suecia). La RDA los usó como coches oficiales para el gobierno. Años más tarde, el régimen también encargaría al menos un Volvo 760 limusina. A principios de los años 80, compraron también otra rareza de la marca sueca: una serie de Volvo 245 Transfer Taxi. Se trata de un break 245 de batalla larga y con tres filas de asientos.
Coches del COMECON para la RDA...
Dentro del bloque de las dictaduras comunistas siempre hubo diferentes grados de severidad y de apertura al mundo; dentro del corsé del Telón de Acero algunas tenían más libertad de acción que otras. En la RDA, por ejemplo, hubo un genuino interés por motorizar el país y así hacer más atractivo para el pueblo -y de cara a la galería- el sistema económico de Alemania del Este.
Como las factorías de Trabant y Wartburg no daban a basto -13 años de media de espera para tu Trabie-, se empezaron a importar coches de los otros países del bloque del Este, como los Skoda, los Dacia 1300, los Fiat polacos o los Ladas rusos. La productividad de esas fábricas, como las de Trabant o Wartburg, era irisoria y finalmente se llegaron a acuerdos para importar coches del otro lado del Telón de Acero.
... y occidentales para Berlín Este
En 1978, el Volkswagen Golf de primera generación también se vende en Alemania del Este. En diciembre de 1977, el diario interno de la fábrica de Wolfsburgo anunció que la RDA había comprado 10.000 unidades del Volkswagen Golf (gasolina y diésel, de 50 ó 75 CV). Para Volkswagen, el pedido representaba tres días de producción. Y el 13 de enero de 1978, el primer tren con 200 coches partió para Alemania del Este.
La RDA raras veces pagó con divisas a Volkswagen, pero sí con maquinarias, herramientas e incluso regaló un planetario a Wolfsburgo para su cuadragésimo aniversario. El trueque era tan habitual que se llegó a decir que las salchichas de Turingia que servían en la cantina de la fábrica e Volkswagen procedían de la RDA. Es una curiosa historia, pero no hay pruebas de que sea cierto.
Del mismo modo, se dice que los colores propuestos para el Golf en Alemania del Este fueron escogidos por sus nombres, en una suerte de troleo al gobierno local. Malagarot (rojo Málaga), Dakotabeige y azul Miami, son solo algunos ejemplos de esos nombres evocadores. En el fondo, eran un reflejo de quien se lo podía comprar. Y es que si bien el Golf no estaba reservado para la élite política, su precio sí lo era: 32.000 Ostmarks.
En 1981, la RDA llega a un acuerdo con Japón para el suministro de 10.000 unidades del Mazda 323 de segunda generación que acababa de presentarse. Como todos los coches en la RDA, el Mazda se vendería a través del organismo estatal IFA. De nuevo, el precio del compacto japonés, 25.000 Ostmarks, no lo hacía asequible para el pueblo. De hecho, la mayoría de estos coches se quedaron en Berlín Este.
Para los altos cargos del gobierno la cosa era diferente. Erich Honecker, al frente del país desde 1976, tenía dos marcas de predilección: Citroën y Volvo. Sus coches oficiales casi siempre fueron Citroën CX Prestige -algunos en versión limusina-: a lo largo de su mandato utilizó 15 CX Prestige. Los ministros tenían a su disposición Citroën GSA y BX. Tras la caída del muro se descubrieron 13 Citroën CX Turbo en la sede de la policía secreta. En un país dominado por los Trabant y Wartburg, el Citroën CX Turbo debía ser como un ovni.
Hoy en día, en la Alemania reunificada, los Volvo 244 DLS son modelos clásicos bastante buscados por su significado histórico, al igual que el Volkswagen Golf I "RDA" y, en menor medida, el Mazda 323.
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