¡Bellissimo! (y carísimo también, claro, pero mejor no pensamos en eso). El Maserati Gran Cabrio Sport ya está a la venta para todos aquellos que ni se han enterado de que hay crisis (o incluso han sabido beneficiarse de ella). Es un Gran Turismo en toda regla, y eso hay que pagarlo.
Al igual que hay que pagar por disfrutar del sonido grave de su motor, tan armónico y delicioso como un concierto de una orquesta de cámara de violonchelos protagonistas, que solo se puede apreciar en un directo en una gran sala, pues un “enlatado” para escuchar en el equipo de música, perdería cien matices. Y es que el tubo de escape de un coche así, se diseña como si fuera un instrumento musical.
Los afortunados que puedan conducir (y escuchar) este coche, seguro que entienden bien porqué digo eso de los matices. Para los demás, comunes mortales curritos y currantes, nos quedarán las fotos, los vídeos, con suerte cruzarnos con él alguna vez, y soñar (que al menos es gratis).
Elegancia deportiva
El motor 4.7 de ocho cilindros en V rinde 450 CV (y 510 Nm de par), y mueve las casi dos toneladas (1.980 kg) de este superdeportivo descapotable de 4,89 m de longitud, con tal soltura como para ponerse a 100 km/h en solo 5,2 segundos (girando si es preciso hasta 7.200 vueltas), o alcanzar los 285 km/h de velocidad máxima en cualquier circuito que se le antoje a su adinerado propietario.
Cambios en el motor para reducir rozamientos internos le permiten dar 10 CV más y 20 Nm más que en el Gran Cabrio normal. Además consigue reducir ligeramente el consumo un 6%. Aún así, como no hay nada perfecto, el Gran Cabrio Sport demandará sediento 14,5 l/100 km de la mejor gasolina (porque sinceramente, ponerle cualquiera me parecería un delito) en ciclo combinado.
Si su propietario gusta de moverse por la ciudad, de tienda de superlujo a tienda de superlujo (y de restaurante de cuatro tenedores a restaurante de cuatro tenedores) el consumo de benzina será de 22,5 l/100 km. Si yo tuviera tanto dinero, para moverme por ciudad como todo un señor no le haría ascos a un Fisker Karma (me podéis llamar abraza-árboles si queréis).
La caja de cambios del Gran Cabrio Sport tiene seis velocidades, puede funcionar en modo manual secuencial o automático, incluye el modo MC Auto Shift, de cambio super rápido. La suspensión activa Skyhook tiene un regulación ligeramente más deportiva, y se adapta en tiempo real a las condiciones de la calzada y del estilo de conducción.
Los frenos con discos ranurados, perforados y ventilados también son propios de la versión Sport. Tienen 360 mm de diámetro delante y 330 mm detrás, y mejoran el rendimiento del Gran Cabrio normal. Consiguen frenar de 100 km/h a 0 en solo 35 metros.
El bastidor monocasco de acero de alta resistencia, en el Gran Cabrio y Gran Cabrio Sport está reforzado para tener más rigidez por sí mismo que en los Gran Turismo. El reparto de peso es casi ideal, 49% delante y 51% detrás (pero empeora un poquito cuando lo descapotamos, pasando a 48% – 52%).
El interior, de cuatro plazas, está disponible, por supuesto tapizado en cuero, en dos colores exclusivos (blanco y gris grafito), e incluye detalles más deportivos, como elementos en fibra de carbono negra o pedales en aluminio perforado. A destacar las levas de cambio (de serie) en el volante, y la gran pantalla a color en la consola central.
En el exterior, la parrilla y los faros son de color negro e incorpora pequeños aditamentos aerodinámicos (spoilers y estribos) en el color de la carrocería, que le dan un aspecto más intimidatorio.
En color Rosso Trionfale (el rojo metalizado de las fotos), en homenaje al rojo de los Maserati de competición de los años 50, y con llantas de aleación ligera de 20 pulgadas en color negro, es espectacular.
El precio del lujo: 102.615 libras esterlinas, al cambio actual casi 117.300 euros (en algunas ciudades de España por ese dinero se puede comprar un piso, un millonario además, se puede comprar un coche de ensueño).
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