Con objeto de atraer el turimo y las inversiones a México, el Gobierno Federal creo en 1950 la Carrera Panamericana. Una prueba maratón que se encargaba de recorrer el país norteamericano de norte a sureste a través de la recién inaugurada carretera Panamericana. Los más de 3.000 kilómetros de la prueba se dividían en varias etapas. La primera edición únicamente atrajo a automóviles norteamericanos y la organización limitaba su participación a modelos de estricta serie.
Sería un año después cuando, con la utilización de verdaderos modelos de competición, la prueba atrajo a los grandes fabricantes europeos. La edición de 1951 ya contó con la presencia de los mejores GT italianos y alemanes. Fue ahí comenzó una de esas batallas que todo el mundo recuerda por la importancia de los contendientes.
Mercedes-Benz y Ferrari. Un duelo que viene de lejos
Aunque el viejo continente, su lugar de origen, les quedara lejos, Ferrari y Mercedes-Benz entablaron una bonita lucha por ser el rey de la Carrera Panamericana y para ello no dudaron ni un momento en poner toda la carne en el asador. Ambos recurrieron tanto a sus mejores pilotos como a sus mejores ingenieros.
Fue de esa lucha la que permitió que rápidamente las marcas, a pesar de la juventud de la prueba, desarrollaran modelos específicos para la Carrera Panamericana que además eran puestos en pista por poderosos equipos oficiales. Las preparaciones especiales para la Carrera Panamericana incluían: relaciones especiales para la caja de cambios capaces de alcanzar los 300 km/h en las grandes rectas, amortiguadores hidráulicos, carrocerías especiales, ruedas de mayor tamaño…
Ferrari golpearía primero consiguiendo la victoria en 1951 de la mano de Pietro Taruffi mientras que Mercedes-Benz lograría la victoria con el Mercedes-Benz 300 SL de Kling en 1952. En 1953, el Chueco, Juan Manuel Fangio venció a bordo de un Lancia D24, por delante de sus compañero Taruffi y Castellotti. Ferrari, ya sin equipo oficial, se haría con la victoria en la última edición, la de 1954.
Españoles en la Carrera Panamericana
Fue en esta última edición en la que estuvo presente uno de los grandes pilotos de nuestro país, Alfonso de Portago al volante de un Ferrari 750 Monza. No sería la única presencia española ya que desde 1953, Pegaso contaba con modelos específicamente desarrollados para la Carrera Panamericana.
Los accidentes producidos en la carrera, sumados a la gran tragedia de las 24 horas de Le Mans de 1955, en la que el Mercedes-Benz 300 SLR de Pierre Levegh sesgó la vida de 84 personas (incluyendo el propio Levegh ), hicieron que la Carrera Panamericana desapareciera tan sólo cinco años después de su creación. En 1988, la Carrera Panamericana volvió al panorama internacional aunque con una concepción totalmente distinta a la de su nacimiento. En esta época moderna, la participación está reservada a vehículos fabricados entre 1940 y 1965 y los límites de velocidad
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