Mercedes Clase CL por Lorinser: la materia puede llegar a ser arte, pero en ese punto también puede volver a su origen

Admito que al ver ciertas fotografías del 2008 Carlsson Aigner CK65 Eau Rouge surgieron en mí profundos sentimientos de extitación y vergüenza más propios de un preadolescente que ojea una Inverviu que de alguien que está viendo un coche. Si tuviera que caer en la disyuntiva de elegir entre Elsa y el CL, alguno podría dudar de mi hombría.

Pero no es oro todo lo que lleva en su parte de atrás una chapita con las mágicas letras CL, y como muestra valga el Lorinser L55RS, que nació como CL 500 pero fue despojado de su dignidad cuando le añadieron esos faldones sin sentido, esas salidas de aire por las que se escapa más su belleza que el aire y esos dos juegos de llantas, en modelo “Copia de SLR” y otras cuya absurda proporción entre aluminio y goma hacen que no merezca la pena ni comentarlas.

En su parte trasera, Lorisner ha tenido a bien pensar que los cuatro escapes ovales del CL65 AMG eran un diseño que no encajaba con el coche, y los han reconvertido en uno “sistema de escape geométrico”. En el momento de escribir esto y tener que volver a ver la foto, me he planteado aderezar mi tarde con una aspirina.

Su 5.5 V8 se potencia desde los 388 hasta los 460 caballos, una doble ventaja: llegaremos antes a los sitios, por lo que la gente verá menos nuestro coche, y su fiabilidad se reducirá, con lo que la agonía de este pobre ser durará un poco menos.

¿Es tan horrible? Puede que no. Pero tiene el especial pecado el prostituir esa belleza natural con piezas de plástico desperdigadas sin sentido. Por tanto, será uno de mis pre-candidatos a Peor Tuning 2007.