Si no lo veo, no lo creo. Ayer por la noche pasaba por allí y vi que la torre seguía en pie, pero que el coche ya no estaba. “Probablemente ya esté en su nuevo hogar”, pensé. ¡Qué iluso!
Según dicen en La Voz de Galicia, finalmente no han llegado a ningún acuerdo con ningún coleccionista a pesar de que
varias personas se habían interesado por él pero cuesta creerlo. Por eso su trágico destino fue ser mordido por una gran grúa y acabar entre los escombros.
La única explicación que se me ocurre es pensar que no les interesaba venderlo por 1.000 o 2.000 euros por no perder el tiempo pensando cómo bajarlo, y que poco les importó su valor histórico. Cosas que sólo pueden pasar en el país del ladrillo.
Gracias a Sapetti por el enlace.
Vía | La Voz de Galicia
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