En los últimos años se ha culpado el diésel de todos los males. Y los fabricantes no han cesado de mejorar los sistemas de descontaminación de los motores diésel, especialmente en emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx). Aún así, a bajas temperaturas los sistemas actuales se muestran poco eficaces. Un equipo de investigación de la universidad de Loughborough habría dado con la solución a ese problema. Una solución que podría salvar al diésel.
El sistema ideado por los investigadores Graham Hargrave y Jonathan Wilson y denominado ACCT (de sus siglas en inglés ammonia creation and conversion technology) habría ya superado las pruebas que lo hacen atractivo para los fabricantes, tanto de coches como de componentes. Según cuentan en Autocar, estarían submergidos por las preguntas y propuestas para implementar un sistema que, sencillamente, podría salvar el diésel. En su estado actual, el ACCT podría llegar a la producción en un plazo de dos años, con la inversión adecuada.
El sistema ACCT rompe los NOx a baja temperatura
El sistema ACCT es, en esencia, convierte el liquido de tratamiento a base de urea, el conocido com AdBlue, en un fluido rico en amoníaco en un entorno controlado en una cámara situada en la línea de escape. Al igual que en los catalizadores de reducción selectiva (SCR) actuales utiliza el amoníaco para “romper” los NOx, dejando únicamente nitrógeno y agua.
El problema del sistema SCR es que no funciona hasta que el motor esté en temperatura. Y en la mayoría de los trayectos diarios de los automovilistas, inferiores a 20 km, el motor y el SCR no les da tiempo a entrar en temperatura de funcionamiento (y más aún en invierno), por tanto son sistemas ineficaces en esas condiciones. Pero la gracia del ACCT es que funciona también a bajas temperaturas.
Según el medio inglés, con este sistema el motor diésel se acercaría virtualmente a las emisiones cero, siendo un invento más importante que la inyección por rampa común (common-rail).
Las emisiones de NOx son de las más nocivas para el ser humano y se deben principalmente a la combustión a elevadas temperaturas. Y si bien se ha señalado al diésel como principal responsable, la realidad es que el principal causante es la inyección directa en los motores modernos, tanto de gasolina como diésel. Claro que hasta no hace mucho, la inyección directa era algo común en los diésel y raro en los gasolina, lo que ayudó a señalar el diésel como el mal absoluto.
Al demonizar el diésel, nos olvidamos de reducir las emisiones de CO2
Para Hargrave, el NOx es un problema serio y grave, pero localizado. “Es importante en una minoría de zonas geográficas”, mientras que el incremento del CO2 es un problema de todos. Recordemos que ese gas de efecto invernadero es uno de los causantes del cambio climático. Y sin embargo, los ataques continuos hacia el diésel, como la prohibición de circular para ellos a corto plazo en muchas ciudades, hace que las ventas de diésel en Europa estén en caída libre.
En cambio, las ventas de gasolina suben. El problema es que el diésel es el tipo de motor que menos CO2 emite. Por lo tanto, si se venden más coches de gasolina, los fabricantes no van a poder alcanzar la media de CO2 establecida por la Unión Europea (lo que explica el auge del coche eléctrico). Así, para Hargrave, si das una solución para eliminar el NOx en bajas temperaturas, te olvidas ya del NOx y te concentras en reducir las emisiones de CO2.
Con la apuesta por la electrificación de sus coches, el sistema ACCT no tendrá un hueco importante en los automóviles, pero si en el transporte. Y es que a corto y medio plazo, nadie ve a los transportistas locales y a las grandes flotas de transporte de mercancía optar por vehículos de gasolina o eléctricos. En realidad, el sistema ACCT es ideal para los camiones y autobuses. Si es que finalmente se llega a industrializar.