El ejecutivo más carismático de Apple sigue dando que hablar meses después de su muerte corporal. El último chisme, revelado por Mickey Drexler (forma parte del consejo de Apple), nos interesa. Steve Jobs tenía como proyecto crear un coche que revolucionase la industria del automóvil, a la que percibía como estancada.
“Mire a la industria del automóvil, es una tragedia en América. ¿Quién está diseñando los coches? […] El sueño de Steve antes de morir era diseñar un iCar“ — dijo Drexler. Instantes después añadió: “podría tener probablemente el 50% del mercado de turismos”. Es un objetivo muy modesto, desde luego.
No hay imágenes, porque no se llegó a diseñar más allá de un par de bocetos a mano alzada. Conociendo la genialidad del ejecutivo, habrían podido pasar dos cosas: la primera, que fuese un éxito, pero no se comiese la mitad del mercado. La segunda, un fracaso aplastante, comparable al de John DeLorean.
A lo largo de la Historia del automóvil, muchos visionarios habrían querido poner patas arriba la industria y revolucionarla, pero pocos lo consiguieron, como Henry Ford. En el camino se han roto muchos sueños e ilusiones, porque no siempre David vence a Goliat. Habría sido interesante verlo de todas formas.
¿Cómo habría sido ese coche? Pues si siguiese las mismas reglas que los aparatos electrónicos, se me ocurre que solo funcionaría con piezas Apple, tendría muy poca garantía y un diseño rompedor, y cuando llegasen los primeros a un concesionario en camión la gente acamparía horas antes.
Imaginando más, tendrían una eficiencia superior a la media, pero no serían económicos, aunque se produjesen todos en China y a tres turnos (24/7). ¿De dónde habría sacado Apple la capacidad de producción para absorber el 50% del mercado de EEUU? Realmente o Steve era un genio, o ya estaba delirando.
Fotografía | midorisyu
Fuente | CNET
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