Ayer estuvimos hablando del Mazda5 parado, y hoy toca ponerlo en movimiento. De las tres motorizaciones que hay, hemos probado dos, el 2.0 DISI i-Stop (150 CV) de gasolina, y el 1.6 CRTD (115 CV) a gasóleo. Son dos motores con caracteres bien diferenciados.
El Mazda5 es de esos coches familiares pensados en el que le gusta conducir, y que no se quiere resignar a conducir un aburido y burgués monovolumen. Y aunque es divertido de conducir, permite hacer largos viajes sin que nuestro cuerpo se resienta excesivamente, porque también es cómodo. Es un equilibrio difícil de conseguir.
Dinámicamente ha cambiado de forma sustancial respecto al modelo de la primera generación: suspensión, dirección, motores y cajas de cambios. La diferencia no se ve, pero se puede percibir. A menos que se cojan uno y otro a continuación, tampoco es muy sencillo encontrar lo que es distinto.
Motor 1.8
Aunque no lo hemos probado, los años de experiencia y la ficha técnica permiten sacar conclusiones muy precisas. Para empezar, es un motor atmosférico de gasolina, Con 115 CV a 5.300 RPM y un cambio de seis velocidades (antes cinco). Se hará imperativo recurrir al cambio con frecuencia, es lo que hay.
¡Sorpresa! Tiene las mismas relaciones de cambio que el 2.0 de 150 CV, solo cambia la relación final (diferencial). La sexta por ejemplo tiene un desarrollo 0,645, larguísimo para un motor con tan poquito par: 165 Nm a 4.000 RPM. Además, este motor se asocia al acabado más bajo, Pulse.
Es la elección si queremos un Mazda5 sea como sea y hay poco presupuesto. Según ficha consume 7,2 l/100 km, pero su consumo real es similar al motor de 150 CV. Como suelo decir, si va a gastar mucho (>8 l/100 km), al menos, que corra. Y si no corre, que gaste poco. El 1.8 no encaja en esa filosofía, no.
Motor 2.0 DISI i-Stop
Respecto al anterior 2.0 de 150 CV, tiene inyección directa y un automatismo para parar y arrancar el motor cuando no es necesario (en parado). A diferencia del típico Stop&Start, la electrónica deja al motor quieto cuando todos los cilindros tienen la misma cantidad de aire, estando uno en tiempo de combustión, sin pegar el chispazo. Es una solución propia de Mazda, i-Stop.
Al pisar el embrague de nuevo, detona la mezcla aire/gasolina, y el motor de arranque le da una ayuda al cigüeñal. Es relativamente rápido, 350 ms, aunque hay S&S más rápidos a día de hoy. Ayuda a bajar el consumo en ciudad, aunque es complicado bajar de 10 l/100 km sin técnicas de conducción eficiente.
No sabría deciros si es mejor o peor que un Stop&Start al uso. Respecto a los primeros sí, es rápido, respecto a los más modernos, no parece que tenga una ventaja decisiva. Sigue siendo muy suave al arrancar y al parar. Ahorra gasolina, pero no es para tirar cohetes. El compresor del aire acondicionado se apaga pero sigue entrando fresquito con el motor parado.
Como buen atmosférico, hay que estirar las revoluciones para obtener una buena respuesta. El medio y alto régimen se le da bien, pero a bajas vueltas falta fuelle. La sexta a veces es larga para él, y toca bajar a quinta, pero no se acusa tanto el problema como le pasaría al 1.8.
¿Cuánto consume? Pues habiéndome dado bastantes alegrías con él, sin preocuparme mucho por ello, 8,5 l/100 km según el ordenador. En Spritmonitor la media de este coche es de 9,09 l/100 km, y el consumo homologado de 6,9 l/100 km no se lo cree ni el que lo diseñó. El usuario más eficiente de ese coche no ha bajado de 7,23 l/100 km.
Este motor en el Mazda3 es divertidísimo, pero con un monovolumen de casi 1.500 kg no luce tanto. Las prestaciones no son de infarto, 11,2 segundos en el 0-100 km/h y 194 km/h de punta. El par máximo, 191 Nm a 4.500 RPM, queda un poco lejos en autovía de la velocidad legal. En cuanto a la potencia, a 6.200 RPM, no tiene sentido pasar de 6.500 vueltas.
Motor 1.6 CRTD
Salió a la venta el año pasado, y es el único diesel que hay. Antes se podía elegir un 2.0 CRTD de 140/143 CV (el Mazda5 probado en 2007) o el 2.0 CRTD de 110 CV. No se complicaron la vida para superar Euro 5, y tiraron de un clásico, el mítico 1.6 PSA/Ford, más barato producirlo bajo licencia que rediseñar el 2.0 por parte de Mazda.
Gasta menos que antes, y como el ahorro en peso es sustancial (45 kg), acelera en 0,2 segundos menos. No es ningún cohete, necesita 13,7 segundos para coger 100 km/h, casi lo mismo que un SEAT Mii de 60 CV. Un dato curioso, el modelo previo era un pelín más aerodinámico, tenía menor factor de resistencia, con la misma superficie frontal, y un Cx de 0,29 en vez de 0,30.
En consumo, sí, cambia, de 6,1 l/100 km baja a 5,2 l/100 km en homologación. En consumos reales, Spritmonitor ofrece esa diferencia de casi 1 l/100 km como término medio, luego no ha sido ningún timo. No siempre bajar la homologación se traduce en menor consumo real, pero es que el motor 1.6 PSA/Ford, hay que reconocerlo, es bueno.
Hablemos de consumos. Recién recogido, lo lleno, y le meto 562 kilómetros fundamentalmente por vías rápidas, a velocidad legal o levemente por encima. Lo llené con 37 litros de gasóleo, lo cual nos da 6,6 l/100 km reales. Eso fue con un desnivel negativo de Madrid a Sevilla.
En sentido retorno, Sevilla a Madrid, y habiendo hecho más kilómetros en condiciones diversas, nos vamos a los 700 km en el parcial. Aún le queda combustible para —según el ordenador— 45 km, aunque eso es más en esta marca. La media de ordenador, 6,5 l/100 km ¡Anda, qué curioso! Eso me suena de algo.
Premio, esos datos son algo superiores a los que tuve con el Mazda5 en 2007 (2.0 CRTD 143 CV) y con otra unidad en 2009 (2.0 CRTD 140 CV) y en condiciones muy similares, pero con más peso a bordo. Conclusión, que vaya lástima retirar los motores potentes Diesel de Mazda, la relación consumo/prestaciones era claramente mejor.
Arrancar solo con el pedal del embrague (sin cuesta) es sencillo, pero el motor hace un poco de ruido, algo molesto. Ya lanzado, por debajo de 1.250 RPM apenas tira, desde 1.500 RPM se vuelve interesante hasta las 3.000. Más allá no cunde. Los datos de par máximo avalan mi conclusión, 270 Nm entre 1.750 y 2.500 RPM.
La potencia máxima está a 3.600 RPM, la centralita está adaptada para dar más de sí a bajo y medio régimen, no a alto, lo cual es adecuado para un coche como este. Las marchas no me parecen excesivamente largas, no hace falta bajar a quinta salvo que queramos acelerar velozmente. Para su finalidad, tiene potencia más que correcta, ni falta ni sobra.
Este motor es SOHC (8 válvulas), y a diferencia de los gasolina, la distribución es por correa. No he probado el coche muy cargado, es cierto que con 140 CV era más dinámico, pero para ir con la familia a menos de 150 km/h lo cierto es que no necesitaremos más. Dada la diferencia de precio con los gasolina, es difícil amortizarlo.
Comportamiento del Mazda5
En general, el Mazda5 enamora por su comportamiento, más deportivo que la media, tiene suspensión trasera multibrazo (independiente) y tiene retoques a nivel dinámico. Respecto al modelo previo, es un poco más suave, la carrocería es un poco más rígida y transmite menos ruido al habitáculo.
La posición de conducción, aunque es más alta que en un turismo normal, permite sentir adecuadamente la carretera, y tiene el cambio muy bien situado y con palanca corta: un detalle muy Mazda. Las marchas entran con precisión, pero el tacto es un poco mecánico si accionamos la palanca con ímpetu.
Donde otro movolumen nos diría “papá, relájate torpedo”, el Mazda5 pasaría con más confianza. Aunque 1.500 kg parecen muchos, para un coche como este no es un peso excesivo. Por ejemplo, el anterior Opel Zafira (se vende como Zafira Family) es casi 100 kilos más pesado con el CDTI de 110 CV.
Como he dicho antes, no es nada incómodo, y eso que las unidades probadas tenían neumáticos un poco grandotes: Dunlop SP Sport 205/50 R17 en los dos casos. Curiosamente, la unidad de 2007 tenía las mismas ruedas en la misma dimensión, lo cual permite comparar en igualdad de condiciones.
Si lo forzamos en las curvas, subvirará un poco, lo normal. Balancea de forma contenida, es un monovolumen, pero es más divertido que la media, diría que está entre los mejores. Si la dirección está muy girada y el motor se exprime, las ruedas protestarán un poco en forma de chirrido, no es tan normal eso.
En cuando a confort, los viajes largos se hacen con facilidad, y si tenemos DVD en las plazas traseras, nos costará sacar a los niños del coche o irán dormiditos, así no nos darán el viaje. Ojo con combinar familia y curvas, que los asientos no se han diseñado para sujetar tanto de forma lateral.
¿Qué motor es más recomendable?
¿1.8 ó 1.6 CRTD? A igualdad de marcha el petrolero funde al gasolina, sobre todo en sexta en 80 a 120 km/h, que tarda casi la mitad. No obstante, en diversas mediciones veremos que el gasolina hace el 80-120 km/h en cuarta en menos tiempo que el diesel en quinta, y estrujando la tercera es más rápido que el CRTD en cuarta.
A igualdad de equipamiento, Pulse, el CRTD es 2.100 euros más caro, cuesta amortizarlo. Cuidado con el 2.0 DISI, que en acabado Style es 1.800 euros más barato que el diesel, y es más rápido y divertido. En acabado Luxury, con los descuentos actuales, el CRTD es 2.050 euros más caro.
Por lo tanto, para kilometrajes anuales bajos, el 2.0 DISI gasolina es más adecuado. A medio plazo está claro, CRTD, hay una diferencia en consumo de 1 a 2 l/100 km y es amortizable. El 1.8, como ya dije, solo para quien persiga a toda costa el menor precio. Lástima que ya no haya un Diesel más potente.
Continuará...