Llegó mi turno para elaborar el Top10 de iconos de la automoción. Difícil tarea porque en cuanto supe que íbamos a hacer este especial, empecé a anotar los que consideraba como tales y había bastantes más de diez. Viendo además las doctas selecciones de mis compañeros, decidí finalmente enfocar la lista con un matiz más personal: coches que han sido iconos en mi propia vida.
Tomad esta clasificación como una colección de recuerdos, porque ser más subjetivo es casi imposible. Algunos hay que ya han aparecido en artículos anteriores, sí, pero en mi clasificación entran por la pequeña historia personal asociada al coche. Los elegidos son, por orden alfabético: Austin FX4, Bluebird, BMW 2002 Turbo, Dino 246 GT , Fiat 509 A, Honda NSX, Land Rover Defender, Matra MS80, Porsche 911 “Millennium” y Seat 600. ¡Vaya mezcla!
Austin FX4, el taxi inglés
Londres, 1973. Había visto taxis ingleses en algunas películas y en la realidad durante los pocos días que llevaba en Reino Unido. La fascinación y curiosidad propias del adolescente cateto que nunca había salido de su país, me atraían como un imán hacia el legendario coche negro. La oportunidad de viajar en uno se presentó por casualidad, y además hube de viajar solo en taxi por primera vez.
Qué impresión me produjo la puerta cuando la cerré al subir, tuve la sensación de haber cerrado la de un castillo. En cuanto me acomodé en aquel asiento enorme, el Austin empezó a moverse. Su andar era suave, tranquilo, majestuoso. Aquel coche encerraba todo el glamour de una película de James Bond. El corto viaje fue una gozada, el FX4 era un salón con ruedas. El taxi estaba completamente nuevo y equipaba un motor diésel. Supongo que sería de la hornada que montaba el propulsor de 2,5 litros. Nada que ver con el ruido de los taxis Seat 1500 de Madrid.
Bluebird 1926-1936
La información en la década de los sesenta no fluía como ahora. Muchas noticias internacionales las conocías únicamente por NO-DO cuando ibas al cine. En uno de esos reportajes informaron sobre el récord mundial de velocidad en tierra de 1964. Casi 645 km/h. Una auténtica barbaridad para la época. La hazaña había sido protagonizada por Donald Campbell a bordo de un Bluebird CN7.
Años después descubrí en otro documental, creo que fue en televisión, que el tal Donald era hijo de otro insigne caza-récord: Malcolm Campbell. Papá Campbell había sido capaz de llevar el Bluebird original a casi 485 km/h en 1937. Ese día se convirtió en mi héroe para la posteridad, y aquel magnífico cacharro de aspecto temible, en un icono de la automoción de todos los tiempos.
BMW 2002 Turbo
Primavera de 1975. Trabajaba por entonces como aprendiz en un taller que “tocaba” coches de competición. Había entrado un BMW 2002 Turbo con un pequeño golpe frontal que había dañado la suspensión de la rueda delantera derecha. Una vez reparado, el jefe de taller, viendo mi cara de pánfilo cada vez que me acercaba al coche, me invitó a que diera una vuelta con el 2002 para que observara si había alguna vibración en el volante. "Ten cuidado que anda mucho" -- me dijo.
Salí despacio por las calles estrechas que rodeaban aquel sitio, camino de una carretera cercana donde podía probar el BMW de otra manera. Se notaba que el coche era “distinto”, pero a velocidad de callejeo nada que temer. Llegué a un cruce donde había tres semáforos que se abrían de forma secuencial, y tras ellos comenzaba la carretera. Los tres estaban en rojo. Cuando el primer semáforo estaba a punto de dar el banderazo de salida engrané primera, unos golpes cortos de acelerador, semáforo verde, solté rápido el embrague y aceleré a fondo… Nunca había conducido un turbo. El motor entregó los 170 CV de golpe, y mientras intentaba mantener la línea recta, los otros dos semáforos los pasé en rojo. No les dio tiempo a abrirse.
Dino 246 GT
De este coche ya os hemos hablado en Motorpasión. El Dino 246 GT fue algo así como el modelo Low-cost de la firma de Maranello entre 1968 y 1976. Para mí el Dino fue mi primer Ferrari, se llamara o no comercialmente así. Fue una carambola, pero tuve la ocasión de probar dos iguales en el mismo año, uno con techo duro y otro con capota. El primero, que estaba completamente nuevo, en varias ocasiones. El sin techo, comprado de segunda mano vía subasta creo recordar, solamente una vez. En ambos casos a la edad de 19 años.
Ser tan joven y que te presten un coche así, dinero para llenar el tanque incluido, es una lotería difícil de repetir. Para el estreno elegí un trayecto corto: Madrid-Guadalajara-Madrid. Es imposible olvidar las sensaciones de conducir esa joya. El ambiente creado por el sonido del V6 central situado detrás de la cabeza, la postura de conducción y la distancia al suelo, son matices que diferencian el pilotar del conducir. En el Dino te sentías piloto. Entregaba los 190 CV sin brusquedad, pero con contundencia. Frenar, frenaba igual, con aplomo y firmeza. Un coche inolvidable.
Fiat 509 A
Os lo contaba este verano con motivo de la serie histórica sobre el descapotable: el Fiat 509 A es el bendito culpable de mi afición por los coches clásicos. Conducir uno de estos coches es una experiencia Zen. Las emociones que transmite esa mecánica cansada, conocedora del polvo de mil caminos, son difíciles de transmitir.
El motor era algo perezoso para arrancar, pero una vez que lo hacía sonaba con gallardía. La primera velocidad se quejaba al entrar, hicieras lo que hicieras. El embrague, aunque lo soltaras con suavidad iniciaba la marcha a regañadientes, como cualquier anciano al que le convences para andar. Una vez en carretera, funcionaba con suavidad. Daba la impresión que, a pesar de los años que acumulaba, podías cruzar el mundo entero con él, despacio, sin prisa, con sabiduría. Un gran maestro para tan torpe aprendiz.
Honda NSX
La primera noticia que tuve del Honda NSX fue a finales de 1989, a través de una breve reseña en una revista, que incluía una foto del coche casi completamente frontal. El único aliciente que tuvo en ese momento fue la participación en su desarrollo de Ayrton Senna. El NSX, lo reconozco, me pareció bastante feo. Los coches japoneses que había conocido hasta esa fecha, desde finales de los 70, adolecían de una personalidad extraña para el gusto europeo.
Años más tarde, cuando tuve el NSX delante, mi opinión cambió por completo. Siempre he pensado que este coche pierde mucho en las fotografías, en directo es más impresionante. Otro prejuicio heredado por entonces, es que los deportivos japoneses tenían mucha fachada y poco nervio. El NSX hizo que me retractara. Pude probar el coche una tarde durante 200 km. La primera sorpresa agradable fue la facilidad de su manejo en la ciudad. En autopista no me pasé de la raya porque era un coche de prensa. Otra cosa fue la experiencia subiendo el puerto de La Lancha. Ahí sí pude saborear toda la caballería y sobre todo, la gran estabilidad del NSX. Me recordó la experiencia con el Dino 246 GT, pero con muchos más… arrestos.
Land Rover Defender
A más de uno le puede resultar curioso, por decirlo suave, que incluya al Land Rover Defender en la lista del Top10 de iconos. Hay dos razones, una por las características del coche, la otra como pequeño homenaje a los hombres y mujeres del campo español, que tanto han compartido con este modelo.
Este pedazo de hierro con ruedas, y digo lo de "hierro" con veneración y respeto, es uno de los ingenios mecánicos más sufridos y resistentes que he conocido. Siempre se le ha pedido mucho más de lo debido, ha sobrevivido en el medio rural con pocos cuidados, y ha entregado todo su ser con generosidad. Al igual que el noble mulo, da igual la trocha por la que hayamos querido llevarle, nunca se queja. Recuerdo con cariño el “corto” y un viaje que hice con él, subiendo por sitios imposibles. Es el todoterreno por excelencia.
Matra MS80
La primera referencia que tuve de un Formula 1 fue por el Scalextric. En el Gran Premio de España de 1969 vi el primero de verdad. Estaba en la recta opuesta a meta, en la parte inferior del Circuito de Montjuïc, antes de llegar a La Pérgola. Era día de entrenamientos, no había ningún coche en pista. De repente un ruido tremendo rompió el silencio. A medida que el ruido se acercaba a la zona donde me encontraba, mi corazón infantil quería salirse del pecho.
Apareció tras la curva en ángulo recto y aceleró a fondo a la salida. El chillido del motor me hizo daño en los tímpanos. Luego me enteré que el coche era un Matra MS80, conducido por un tal Stewart, que el domingo ganó la carrera. Hace pocos años llevé un día a un amigo al Circuito de Jerez para que viera una sesión de entrenamientos de pre-temporada. Llevábamos las ventanillas abiertas en la proximidad del circuito. Como ocurriera en el 69, el ruido de un motor acelerando quebró la paz por completo. ”¿Es eso un Fórmula 1?” –- me dijo. La cara de asombro de mi amigo me recordó aquel primer Matra MS80. Sonreí.
The 911 for the Millennium
El Porsche 911 es el deportivo de mis sueños. Si bien el Matra sólo pude pilotarlo, ejem, ejem,.. en Grand Prix Legends, el 911 sí he podido tenerlo en mis manos, en distintas versiones a lo largo de estos años. Creo con total honestidad que es el mejor deportivo en la historia del automóvil.
El Porsche 911 tiene, a mi entender, el equilibrio perfecto entre prestaciones, confort, manejabilidad, precio y robustez mecánica. Puedes conducir tranquilamente, ir volado, y sobre todo, viajar. El 911 es uno de los pocos deportivos que conozco que permite hacer un viaje largo y llegar entero. He elegido la serie limitada del 911-996 966, que el fabricante denominó The 911 for the Millennium (se fabricaron 911 unidades exactamente) como símbolo no ya de este coche, sino como logro de la ingeniería y la automoción en el Siglo XX.
Seat 600
Ha querido la suerte alfabética que en último lugar aparezca el primer coche que compré: el Seat 600. Coincido con el análisis de mi compañero Josep Camós, cuando dice que el Seat 600 supuso para nuestro país lo mismo que el Ford Model T para los estadounidenses de principios del Siglo XX. Efectivamente, el Seat 600 motorizó a la clase media española de las décadas 50 y 60, y permitió a muchos jóvenes de mi generación acceder al primer coche.
En mi caso, compré uno de segunda mano que estaba en muy buen estado. El precio, ridículo ahora: 10.000 pesetas (60,10 euros, si ajustamos inflación 730 euros de hoy). Han pasado muchos coches por mis manos desde entonces, pero el bravo 600 ocupa un lugar en mi corazón insustituible. Las primeras excursiones con mis amigos, el primer nido de amor, la primera ruptura… el primero en casi todo. Para los más viejos del lugar, tal vez recordéis aquella canción-sátira que empezaba así: “Adelante el hombre del 600, la carretera nacional es tuya…”
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